La inserción de Ecuador en el crimen organizado transnacional es un fenómeno relativamente reciente. Desde la década de los noventa el país ha suministrado precursores químicos para la producción de cocaína en Colombia, pero a diferencia de sus vecinos, no se habían observado disputas violentas de poder entre organizaciones criminales por el control y el acceso a las rutas del tráfico de drogas. Sin embargo, a principios de 2024, Ecuador captó la atención mundial al ser el escenario de la toma del canal nacional TC Televisión por parte de un Grupo Criminal Organizado (GCO) que mantuvo como rehenes al personal en Guayaquil. El aumento de la violencia en Ecuador lo llevó a ser catalogado como el país más violento de América Latina en 2023.
¿Qué condujo a que el país se convirtiera en un terreno de disputa entre los GCO locales y cuál es su conexión con el tráfico internacional de drogas? La explicación más significativa gira en torno al ascenso estratégico de Ecuador en la cadena logística del narcotráfico. En cuestión de pocos años, el país andino se ha convertido en un punto de interés para el crimen organizado transnacional en términos de producción y tráfico de cocaína. Hoy en día Ecuador sirve como una autopista para el transporte de esta droga hacia los Estados Unidos y Europa.1
Las causas del aumento del tráfico de cocaína en el país se pueden atribuir a la influencia de los GCO internacionales, las disputas entre bandas locales y la importancia de la cadena logística de la cocaína como un espacio de interés para las redes que participan en un lucrativo negocio a nivel mundial. Centrarse en las cadenas de valor ofrece una perspectiva nueva sobre el problema del narcotráfico y su crecimiento en Ecuador, pues pone el foco en factores como el nivel de riesgo de las operaciones, la distancia entre los centros de producción, así como el número de intermediarios que participan en trasladar la cocaína hacia el Norte Global.
¿Por qué el costo de un kilo de cocaína, que tiene un valor inicial de producción de 1,500 dólares en Colombia, puede llegar a costar 20,000 dólares en Estados Unidos? La diferencia en precios presume que frente a las estrategias de control implementadas por Colombia y Estados Unidos, los grupos criminales se han desplazado hacia la frontera donde han aumentado los cultivos ilícitos de hoja de coca en territorio ecuatoriano. Esta relación estratégica entre la frontera de Ecuador y Colombia explica cómo esta área se ha convertido en el epicentro del narcotráfico a nivel mundial, brindando a Ecuador ingresos por aproximadamente 300 millones de dólares en 2019, además de las ganancias derivadas de la logística del narcotráfico, que se estiman en alrededor de 150 millones de dólares para los GCO del país en 2022.
Aunque estas cifras son relativamente modestas en comparación con el contexto colombiano, el flujo de aproximadamente 500 toneladas de cocaína al año hacia Ecuador, junto con una producción aún incipiente pero en aumento, incita conflictos por el control territorial y la corrupción institucional. En medio de un escenario de guerra y anarquía criminal que ha dejado más de 15,000 muertos en tres años, el nuevo presidente ecuatoriano Daniel Noboa se ha embarcado en una búsqueda desesperada de financiamiento para la adquisición de armas, declarando un “conflicto armado interno” para combatir a los grupos criminales. Veinticuatro años después de haber lanzado el Plan Colombia, Ecuador está siguiendo una ruta similar, con el gobierno aumentando el arsenal de armamento militar en la guerra del Estado contra las drogas.
Cambios estructurales
Para entender cómo Ecuador ganó una posición más prominente en la cadena de valor del narcotráfico, es crucial examinar dos momentos específicos de la historia: los años 2000 y 2016. A principios del nuevo milenio, Colombia implementó el Plan Colombia, considerado por su gobierno como la estrategia principal para combatir el narcotráfico. Esta política contó con el respaldo financiero y militar de los Estados Unidos, que tenía como objetivo reducir los cultivos ilícitos y la producción de cocaína en Colombia mediante el fortalecimiento de las fuerzas militares y la policía. Hasta 2016, se estima una inversión de 141 mil millones de dólares, de los cuales 10 mil millones fueron proporcionados por Estados Unidos.
La estrategia de erradicación de cultivos ilícitos condujo a un proceso de fronterización de los mismos, lo que influyó directamente en la participación e interés de nuevas redes fronterizas en el suministro de precursores químicos, así como en la consolidación de redes logísticas para el transporte de cocaína hacia Centroamérica y Estados Unidos. La política pública diseñada como parte de la “guerra contra las drogas” en Colombia también conllevó un aumento en la interdicción marítima a través del Comando Sur en el Mar Caribe. Aunque durante esos años se observaron resultados positivos en cuanto a la reducción del flujo de cocaína por esta ruta, las organizaciones de narcotráfico trasladaron sus redes logísticas hacia el Océano Pacífico.
Como respuesta a la implementación del Plan Colombia y sus efectos en la interdicción marítima en el Caribe, las organizaciones criminales mexicanas asumieron un papel de liderazgo más prominente en el negocio del narcotráfico. Debido al efecto generado por los controles marítimos en el Caribe, el Cartel de Sinaloa vio una oportunidad lucrativa para establecer una red logística de tráfico de cocaína a través del Océano Pacífico. En 2006, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) advirtió que la ruta del Pacífico adquirió una mayor relevancia, y las Islas Galápagos de Ecuador se convirtieron en un punto de interés para evadir los controles marítimos y servir como punto de carga de combustible para embarcaciones de cocaína con destino a Centroamérica y México.2
Este interés por aumentar el tráfico de cocaína a través del Océano Pacífico llevó al Cartel de Sinaloa a fortalecer su presencia en Ecuador. Desde 2003 esta organización ha operado en el país, inicialmente a través de emisarios o representantes cuyo objetivo era coordinar el transporte de cocaína desde los enclaves de producción en Colombia hacia Centroamérica y México. A partir de entonces, la organización estableció una compleja red logística encargada de movilizar cocaína desde la frontera colombo-ecuatoriana hacia los mercados internacionales, involucrando a exmilitares ecuatorianos y una red de negocios y lavado de activos facilitada a través de vínculos e intermediarios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Ante el cambio en las rutas del narcotráfico en la región, el interés de las redes subsidiarias ecuatorianas del Cartel de Sinaloa por integrarse en el tráfico de cocaína adquirió una mayor relevancia entre 2010 y 2016. Durante este período, los GCO de Ecuador perfeccionaron su logística para el transporte de cocaína a través del Océano Pacífico. En otras palabras, el enfoque y el modelo de negocios de estas organizaciones criminales se centró en el transporte y almacenamiento de cocaína. Las Islas Galápagos, junto con otros lugares como la Isla del Coco en Costa Rica, se convirtieron en lugares estratégicos para establecer puntos de almacenamiento y transporte de cocaína mediante lanchas cargadas en alta mar.
Sin embargo, el equilibrio de poder del crimen organizado en Ecuador sufrió un ajuste en 2016. Tras la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las FARC, la producción de cocaína comenzó una descentralización agresiva que afectó especialmente a la frontera entre Ecuador y Colombia. Con la salida de las FARC, se abrió campo a una mayor participación de actores criminales como mafias albanesas, italianas y mexicanas, debido al aumento en la producción destinada tanto a grupos nuevos como a aquellos ya establecidos. Estos actores experimentaron con nuevas técnicas y cadenas de suministro que involucraron a Ecuador.3
Figura 1: Frontera entre Ecuador y Colombia
La descentralización, que coincidió con la detención y extradición de “El Chapo” Guzmán a los Estados Unidos, tuvo efectos devastadores para el crimen organizado. La extradición del líder del Cartel de Sinaloa resultó en una pérdida de poder y legitimidad para el crimen organizado dedicado al negocio del narcotráfico en Ecuador, una oportunidad que fue aprovechada por el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El CJNG, que inició operaciones en Ecuador en 2018, tenía como objetivo movilizar los cargamentos adquiridos de las disidencias de las FARC colombianas a través de Ecuador hacia Centroamérica y México. Para lograrlo, la organización necesitaba contratar redes logísticas ecuatorianas para el transporte de la cocaína.
Parte del interés del CJNG en establecer su modelo de negocios en Ecuador fue debilitar a la organización criminal más poderosa del país, “Los Choneros”. Esta organización había construido una alianza estratégica con Sinaloa desde 2003, consiguiendo así un monopolio criminal significativo en Ecuador. Sin embargo, con el debilitamiento de Sinaloa, la estructura del CJNG comenzó a financiar inicialmente organizaciones criminales contrarias a los Choneros, pero rápidamente captó el interés de estructuras intermedias debido a los cambios estructurales en el negocio de la cocaína en el sur de Colombia.4
Esta interdependencia entre la economía de la cocaína y los cambios en la estructura de poder del negocio provocó una fragmentación de la organización de los Choneros a finales de 2019, lo que dio lugar a una feroz disputa de rivalidades y competencias entre las redes criminales locales para quedarse con el transporte de cocaína.
Por un lado, surgió una nueva estructura criminal producto de esta fragmentación, denominada “Alianza Nueva Generación”, compuesta por tres grupos criminales: Tiguerones, Lobos, Chone Killers y Lagartos, con el apoyo y financiamiento del CJNG. Por otro lado, quedaron aquellos leales a los Choneros, liderados por el nuevo líder de la organización, “Fito”, bajo el respaldo de Sinaloa. En medio de este panorama, surgieron mafias balcánicas que actuaban como fuentes de financiamiento para el mejor postor, generando un proceso agresivo de competencia entre las redes criminales locales y con una incidencia directa en la violencia en Ecuador.
Estos cambios llevaron a una especie de anarquía criminal donde las alianzas y disputas entre las organizaciones criminales que llevaron a que el país fuera catalogado a finales de 2023 como el más violento de América Latina debido a sus altas tasas de homicidios.5
La cadena global de la cocaína
La economía del narcotráfico ha visto cambios estructurales significativos en las últimas décadas. Ya no prevalece el modelo gerencial tipo ‘cartel’, donde unas pocas estructuras mafiosas controlaban la producción, el tráfico y la venta de drogas ilícitas en los mercados de consumo. En consonancia con el proceso de globalización económica, los grupos criminales se han adaptado mediante una estrategia de innovación en el narcotráfico, que incluye la descentralización y especialización de las diversas actividades relacionadas con esta lucrativa industria.
Esta evolución ha transformado la economía del narcotráfico de un modelo dominado por grandes carteles de la droga a uno en el que numerosos actores criminales participan y se especializan en cada eslabón de la cadena. En el contexto de la globalización, estos grupos han adoptado prácticas similares al comercio internacional formal, implementando un proceso sistémico de cadenas de valor que busca reducir riesgos, aumentar utilidades y aprovechar la especialización de cada organización criminal que opera en territorios diferentes.
En los últimos años, grupos armados y los GCO de Colombia se han especializado en la producción de cocaína, mientras que los GCO de México lo han hecho con las cadenas logísticas que trasladan diversas drogas ilícitas hasta las redes de venta a los consumidores. Es fundamental prestar atención a los grupos dedicados a las actividades logísticas, ya que, al ser el nexo entre la oferta y la demanda de ilícitos, constituyen el eslabón más importante y rentable de la cadena de valor debido a su capacidad para influir en el precio de venta en el mercado de consumo. En esta dinámica de cadenas de valor se sitúa Ecuador.
Aunque históricamente se consideraba un país con bajos niveles de violencia debido a la escasa presencia del narcotráfico, este escenario cambió abruptamente desde 2019. Durante años, se construyó la percepción de Ecuador como una “isla de paz” en comparación con los graves conflictos internos de seguridad en Perú, donde la hoja de coca tiene una presencia significativa en su economía, o el conflicto armado persistente en Colombia. Sin embargo, desde 2019, Ecuador ha visto un aumento en la violencia relacionado con el narcotráfico y la criminalidad.
La proximidad de Ecuador al crecimiento de los cultivos ilícitos y a los enclaves de producción de cocaína ha sido fundamental. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Colombia (UNODC), entre 2015 y 2019, se registró un alarmante aumento del 76 por ciento en los cultivos de hoja de coca, pasando de 96.000 a 169.000 hectáreas.6 Este incremento se ve agravado por los efectos del Acuerdo de Paz entre las FARC y el gobierno colombiano, que ha influido en el aumento de los cultivos ilícitos en las zonas fronterizas. En 2016, el 30 por ciento de los cultivos en los departamentos fronterizos de Nariño y Putumayo se encontraban a menos de 20 kilómetros de la frontera, como se puede apreciar en la siguiente imagen:
Figura 2: Concentración por hectárea de cultivos ilícitos en frontera sur de Colombia
La situación se intensificó notablemente en 2022. De acuerdo con datos proporcionados por UNODC7 el 47 por ciento de la producción total de cocaína en Colombia se concentra en los departamentos fronterizos con Ecuador. Además, se destaca que el 50 por ciento de estos cultivos se encuentran en un radio de menos de 10 kilómetros de la frontera. Estas cifras evidencian un proceso de expansión o fronterización de los centros de producción de cocaína hacia territorio ecuatoriano, donde los actores criminales se aprovechan de la debilidad institucional de los Estados para ejercer su control en las fronteras. A esto se suma el abandono histórico que sufren las comunidades rurales en términos de acceso a oportunidades socioeconómicas, lo que facilita el reclutamiento de mano de obra barata dedicada al mantenimiento y cosecha de estos cultivos.
Para comprender el creciente papel estratégico de Ecuador en la cadena de valor del narcotráfico es esencial abordar el crecimiento de los enclaves de producción de cocaína en la frontera colombo-ecuatoriana. Ese crecimiento se puede entender en términos de enclaves productivos; de logística, y de distribución y consumo en mercados internacionales.
Enclaves productivos
En cuanto a los vínculos productivos de la cocaína, la siembra y la cosecha de la hoja de coca, estos se fundamentan en una economía política del crimen organizado de bienes saqueables. Estos bienes son de alto valor dentro de la economía del narcotráfico y su éxito o fracaso influye directamente en el mercado global de la cocaína.
Centrándonos específicamente en la variación de producción del clorhidrato de cocaína en la frontera sur de Colombia, los departamentos de Nariño y Putumayo, que limitan con Ecuador, han reportado un aumento de cerca de 20 mil hectáreas de hoja de coca en 2010 a más de 100 mil en 2022. Esto implica que, para 2022, se produjeron aproximadamente 800 toneladas de cocaína en territorio colombiano destinadas a los mercados internacionales.
A pesar de que Ecuador es considerado como un país libre de cultivos ilícitos, una investigación llevada a cabo en 20208 utilizó imágenes satelitales para determinar la posible presencia de cultivos ilícitos en territorio ecuatoriano. Los resultados de la investigación identificaron 154 parcelas que representaban, en ese momento, alrededor de 700 hectáreas de cultivos ilícitos de hoja de coca en las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos. La imagen siguiente muestra la presencia de cultivos ilícitos en el límite político de Ecuador.
Figura 3: Cultivos ilícitos de hoja de coca en Esmeraldas-Ecuador (2018)
Tomando en consideración los costos de mercado referentes al rendimiento de producción de cada hectárea de hoja de coca fresca, en las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos se producirían aproximadamente 4.830 kilogramos de cocaína por cada cosecha. Esto es preocupante si consideramos que los cultivos de hoja de coca pueden generar un rendimiento aproximado de 8 cosechas anuales; es decir que si tomamos como referencia la producción en la frontera norte ecuatoriana, solo en 2019 se produjeron aproximadamente 38.640 kilogramos de clorhidrato de cocaína, representando ingresos aproximados de más de 300 millones de dólares para las GCO del Ecuador.
Logística
Al estar situado entre los dos principales productores de cocaína del mundo y al haber adoptado el dólar estadounidense, una moneda internacionalmente deseada, Ecuador se ha convertido en un punto clave para el tráfico de cocaína a nivel mundial.
Para transportar la cocaína desde los ‘enclaves productivos’ hasta los puertos ecuatorianos, las GCO utilizan la extensa red vial de la Amazonía, la costa y la sierra andina que facilita mover cientos de kilogramos de cocaína desde la frontera hasta los puertos marítimos en menos de 12 horas. Además, en cuanto al transporte de sustancias y el suministro de insumos para la producción de cocaína, se aprovechan los pasos fronterizos internacionales y alrededor de 50 pasos informales (como vías de primer, segundo y tercer orden) entre Ecuador y Colombia.
Figura 4: Rutas del tráfico de cocaína en Ecuador
Según reportes de inteligencia de la Policía Antinarcóticos de Ecuador, se estima que entre el 70 al 80 por ciento de la cocaína producida en los departamentos del sur de Colombia ingresa por la frontera norte ecuatoriana.9 Si se analiza esta relación entre producción y tráfico a 2022, por el Ecuador ingresaron aproximadamente 571 toneladas de clorhidrato de cocaína que tenía por destino, Europa y Estados Unidos. De estas, apenas el 32 por ciento se retiene por parte de los esfuerzos ejecutados por las autoridades de control ecuatorianas, lo que significa que 68 por ciento de esta producción generó rentabilidad económica a las redes criminales.
En términos de rentabilidad, de acuerdo con cifras obtenidas de la Policía Nacional del Ecuador, cada kilo de cocaína deja a las Organizaciones Criminales una rentabilidad aproximada de entre 500 a 1.000 dólares. Esto representa, únicamente en 2022, ingresos de más de 150 millones de dólares en el Ecuador. Las cifras no incluyen pagos a terceros, sobornos, ni tasas de cobro de GCO mexicanos o albaneses.
Precisamente, la ausencia de controles, la rentabilidad y la presencia representativa de puertos de exportación hacen a la ciudad de Guayaquil en Ecuador la más importante para el tráfico de cocaína hacia mercados internacionales. Este interés explica en parte porque dentro de este proceso de guerra entre GCO, el 35 por ciento de los homicidios a nivel nacional se concentran en esta ciudad portuaria.10
La rentabilidad e interés en la logística forjó un incremento sustancial de la violencia en el país. A partir de 2019, los homicidios iniciaron una tendencia al alza que llevaría al país a incrementar su tasa de homicidios de 5,7 en 2017 a 45,6 en 2023. Si bien existen varios tipos de violencia, en Ecuador el 80 por ciento se considera tipo criminal, es decir es producto de disputas entre GCOs o las personas involucradas tienen antecedentes criminales.
Figura 4: Evolución de los homicidios en Ecuador
En un entorno de fragmentación criminal en Ecuador, se observa que en los corredores estratégicos donde circulan drogas ilícitas, las tasas de homicidios superan ampliamente a las tasas de homicidios en áreas con pocos casos de tráfico de drogas. Por lo tanto, el aumento o disminución de homicidios en estos corredores responde a estrategias de rivalidad y competencia entre organizaciones de narcotráfico por controlar cualquier eslabón de la cadena de suministro.
Distribución y consumo a mercados internacionales
Tanto las fronteras de Ecuador y Colombia, como las de México y Estados Unidos, concentran las tasas más altas de homicidio, precisamente “porque al ser estos puntos de ingreso y salida escasos, los traficantes de droga están preparados para luchar con uñas y dientes para controlarlos”.11 El caso de la construcción de túneles y la presencia del Cartel de Sinaloa en Chicago y otras ciudades de Estados Unidos, recalcan la necesidad de generar estrategias que permitan controlar grandes bodegas de cocaína previo a su comercialización.
Es así, que, bajo esta compleja interdependencia de la economía global del narcotráfico, el microtraficante se convierte en el eslabón más débil y a la vez reemplazable de la cadena de valor. Y es que, una vez que la rentabilidad y los grandes paquetes arriban a las redes de expendio, los kilos de cocaína se dividen en pequeñas porciones hasta venderse en gramos. El consumidor constituye el último eslabón para concretar la cadena de valor del narcotráfico y a su vez cumple el rol más representativo por ser el catalizador económico de este fenómeno. Este negocio se paga en efectivo y circula su valor hasta los grandes traficantes y productores por el valor que adquiere en cada mercado de consumo.
Por ejemplo, según el Reporte Global de la Cocaína (2019) el gramo de cocaína en un país productor como Colombia tiene un valor inferior a cinco dólares americanos, mientras que en países como Australia superan el valor de 215 dólares por gramo. Incluso la ganancia de quienes venden la sustancia al menudeo (microtráfico) tiende a ser mayor ya que normalmente mezclan la cocaína con maicena, talco, cal o flúor para incrementar sus ganancias12 Los Estados Unidos representan el 2.5 porciento del consumo global de cocaína, lo cual determina los destinos principales de las drogas —especialmente el clorhidrato de cocaína— producida en los Andes.13
Ante un escenario de pandemia y una sobreproducción de cocaína, el consumo de este tipo de droga se incrementó a nivel mundial siendo Europa y Norteamérica los mayores consumidores de cocaína. De acuerdo con el Reporte Global de la Cocaína (2023), “el número de usuarios a nivel mundial ha crecido de manera sostenida en los últimos 15 años. En parte por el crecimiento de la población, pero también por la prevalencia de consumo a largo plazo”. 14
Al ser un mercado de oferta y demanda, los enclaves productivos interpretan su mercado y atienden a la producción de acuerdo con las preferencias del consumidor que cada vez demanda una cocaína a menor precio, de mayor pureza y con un sinnúmero de nuevos actores que están dispuestos a proveer con todos los medios necesarios.
¿Hacia dónde va el Ecuador?
El aumento de la violencia en Ecuador en menos de cuatro años es un caso de estudio particularmente notable. La previa ausencia de violencia por actividades criminales no significa que un país esté exento de la posible presencia e influencia del narcotráfico. Esta situación requiere una evaluación profunda de las políticas de seguridad en América Latina, las cuales suelen tener un enfoque tradicionalmente reactivo, centrado únicamente en acciones de interdicción de sustancias, con políticas de corto plazo para mitigar y reducir la violencia. Este enfoque ha descuidado aspectos fundamentales de la prevención, como el control fronterizo, la cohesión social y, sobre todo, el fortalecimiento de unidades de inteligencia financiera encargadas de monitorear posibles actividades vinculadas al lavado de activos y al crecimiento de economías ilícitas.
El caso ecuatoriano ejemplifica cómo la economía del narcotráfico ha sido moldeada por factores internos y externos de la cadena de valor, lo cual se evidenció recientemente en 2019 con un aumento significativo en los índices de violencia. Aunque se reconoce de manera retórica al narcotráfico como un problema transnacional que requiere una mayor coordinación entre fiscalías e instituciones policiales del hemisferio, en la práctica persiste un alto grado de desconfianza entre los Estados y se traduce en acciones aisladas enfocadas principalmente en incrementar la interdicción y la disuasión mediante una estrategia militarizada. La militarización del narcotráfico en Colombia y México ilustran cómo, después de 20 años de aplicación, no se ha logrado lo deseado y, por el contrario, se ha contribuido al aumento del valor y la pureza de la cocaína en los mercados de consumo.
Además las políticas centradas en la erradicación de los cultivos han llevado al crimen organizado transnacional a especializarse y adaptar su modelo de negocios mediante alianzas y cadenas de valor que concentran sus actividades en entornos institucionales frágiles, como las fronteras estatales. El caso de Ecuador y su interdependencia con el narcotráfico colombiano demuestran cómo las estrategias de interdicción de los enclaves productivos han dado lugar a una estrategia de “fronterización” del narcotráfico, generando una mayor coordinación entre grupos criminales locales e internacionales que ha facilitado reducir sus riesgos al tiempo que logran cooptar un mayor número de funcionarios a cargo de su control.
Con la falta de coordinación entre los países de la región y la persistencia del enfoque reaccionario y tradicional emprendido por Ecuador, la estrategia del presidente Daniel Noboa, que llegó con una promesa de militarización y mayores incautaciones de droga, parece estar destinada al fracaso. A pesar de los esfuerzos muy publicitados de Noboa por librar una “guerra” contra actores criminales, las tasas de homicidio aún no han descendido.
Es por lo tanto crucial buscar alternativas más cooperativas que aborden tanto las causas como las consecuencias del narcotráfico en la región bajo una lectura de cadenas de valor de este delito, pero para esa coordinación serían necesarias alianzas políticas regionales que no serán fáciles de dar en un contexto de fragmentación ideológica en el continente. Una fragmentación que, en parte, se debe a visiones distintas sobre cómo posicionarse frente a la Guerra Contra las Drogas de los Estados Unidos.
Insight Crime. “Ecuador: autopista de la cocaína hacia Estados Unidos y Europa”. Octubre 30, 2019.
↩International Narcotics Control Board. Reporte. United Nations: New York, 2006.
↩Por Jonny Wrate, David Espino, Jody García, Angélica Medinilla, Enrique García, Víctor Méndez, Arthur Debruyne, Brecht Castel, Juanita Vélez, “Cocaína: todo a la vez en todas partes. Cómo la producción de la droga se extiende a Centroamérica y Europa,” Plan V, 2023)
↩Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado. Informe de Caracterización del Crimen Organizado en Ecuador, 2023.
↩Insight Crime. Balance de InSight Crime de los homicidios en 2023, Febrero 21, 2024.
↩Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos 2018, 2019. https://bit.ly/2xSOuRB
↩Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos 2022, 2023.
↩Rivera-Rhon, R., y Bravo-Grijalva, C. Crimen organizado y cadenas de valor: el ascenso estratégico del Ecuador en la economía del narcotráfico. Revista de Estudios de Seguridad, 28, (8-24), 2020. http://doi.org/10.17141/urvio.28.2020.4410
↩Policía Nacional del Ecuador. Evaluación situacional del entorno estratégico del narcotráfico: 2019-2022, 2023. https://shorturl.at/diFR5
↩Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado. Informe de Caracterización del Crimen Organizado en Ecuador, 2023.
↩Tom Wainwright, Narconomics: how to run a drug cartel. New York: Library of Congress, 2016.
↩UNODC, World Drug Report 2019, United Nations, 2020.
↩Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos 2018, United Nations, 2019.
↩UNODC, Global report on Cocaine 2023—Local Dynamics, Global Challenges, United Nations Publications, 2023.
↩
Archivado bajo