La Unión Soviética aseguró su propio acceso como superpotencia a mercados europeos y al capital mediante la construcción de oleoductos y gasoductos a lo largo de Europa Occidental. En su nuevo libro, The Soviet Union and the Construction of the Global Market, Oscar Sánchez-Sibony demuestra cómo esta estrategia desafió la dominación estadounidense representada por las instituciones de Bretton Woods y provocó una reconsideración más amplia de las relaciones entre el Estado y el mercado.
La siguiente conversación entre Sánchez-Sibony y Jamie Martin desentraña la evolución de las finanzas globales, interrogando la construcción y deconstrucción del orden mundial del siglo XX. Sánchez-Sibony es profesor asociado de historia en la Universidad de Hong Kong e investiga la imbricación de infraestructuras globales de poder, con énfasis particular en cómo las interacciones entre las esferas soviéticas y occidentales moldearon al mundo moderno. Su último libro narra la disolución de las instituciones de Bretton Woods a través del lente de la energía, las finanzas y el conflicto entre grandes potencias. Jamie Martin es profesor asistente de historia y estudios sociales en la Universidad de Harvard. Su investigación examina las bases institucionales de la economía política global, exponiendo su imbricación con la guerra, el comercio, y el imperio. Su libro más reciente, The Meddlers: Sovereignty, Empire, and the Birth of Global Economic Governance, examina los orígenes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A continuación, Sánchez-Sibony y Martin reflexionan sobre las consecuencias inadvertidas de la lucha hegemónica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, así como la relación entre ideología e interés. Ambos revelan los impactos contraintuitivos, en el Sur Global y más allá, que resultan de los controles de capital, los mercados petroleros y la liberalización del comercio.
Una conversación con Jamie Martin y Oscar Sánchez-Sibony
Jamie martin: Su nuevo libro narra una historia revisionista sobre la política económica internacional de la Guerra Fría desde el punto de vista de la Unión Soviética. Tanto aquí como en el libro de 2014, Red Globalization, se ofrece una visión de la Unión Soviética como una nación profundamente involucrada en la economía mundial, lo cual nos revela un aspecto clave de cómo los soviéticos navegaban el sistema capitalista global, tanto desde dentro, como desde fuera. El objetivo parece ser forzarnos a pensar de nuevo y de manera más amplia la naturaleza de la economía mundial y del capitalismo global.
oscar sanchez-sibony: Definitivamente. Una continuidad entre los dos libros es que yo destaco la extensión de la integración soviética y las ideologías que impulsaron esa integración. Trato de reconsiderar las categorías bajo las cuales entendemos a la Unión Soviética, que son en gran medida categorías ideológicas. Al analizar el rol que desempeñó ante el mundo, su comportamiento no se alinea con los estereotipos que solemos tener, como defensor del control estatal sobre los mercados.
Pero tiene razón, el objetivo principal del nuevo libro es enfocarse específicamente en la transformación global que ocurre hacia el final de Bretton Woods, no tanto en hacernos preguntas específicas sobre la Unión Soviética, sino más bien cuestionar: ¿Cuál es el poder que está transformando al mundo en este momento? Integrar la perspectiva soviética en nuestra comprensión de este período es la contribución que ofrece el libro. Sostengo que durante este periodo, la Unión Soviética, como muchos otros países en la periferia, estaba intentando romper las barreras que le impedían acceder al capital. Bajo Bretton Woods, este capital estaba estrictamente controlado por los Estados Unidos, que le prohibía el acceso a la Unión Soviética.
En respuesta, la Unión Soviética empezó a comerciar con países europeos que también estaban intentando romper cierto tipo de monopolios estadounidenses. A través de la construcción de infraestructura energética, es decir, una serie de oleoductos y gasoductos, la Unión Soviética ganó acceso al capital y alentó la ruptura de todo tipo de compartimentaciones que Bretton Woods había impuesto. Sin embargo, con la construcción de la infraestructura energética, la Unión Soviética también estableció una especie de círculo vicioso de endeudamiento.
En última instancia, el libro posiciona al capital como una entidad que atrae a la Unión Soviética y al Sur global hacia una relación particular con Occidente. Esa relación resulta ser jerárquica, pero no fue impuesta por la fuerza.
Jamie, ¿Qué tipo de diálogo ve aquí con su propio trabajo?
JM: The Meddlers es tanto una historia de orígenes como una historia de continuidades. Como historia de origen, el libro rastrea el surgimiento de un nuevo tipo de poder global: las primeras instituciones internacionales que ejercen influencia contundente sobre políticas económicas relacionadas con cuestiones vitales de riqueza y seguridad nacional. Estas nuevas instituciones son drásticamente diferentes a las instituciones de cooperación internacional del siglo XIX, las cuales eran relativamente ineficaces.
Este nuevo tipo de poder global emergió hacia finales de la Primera Guerra Mundial, una guerra que fue librada con instituciones de coordinación económica extraordinariamente avanzadas entre las principales potencias aliadas. Es importante notar que esto ocurrió aproximadamente veinticinco años antes del punto de inicio convencional de la gobernanza económica global, es decir, la Conferencia de Bretton Woods.
Muchas de las facultades que hoy asociamos con la gobernanza económica global—como la realización de préstamos de rescate, canalizar el capital hacia proyectos de desarrollo a través de organizaciones internacionales, la coordinación entre bancos centrales independientes y la gobernanza de productos básicos al estilo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)—surgieron a raíz de la Primera Guerra Mundial, en gran medida entre los imperios aliados victoriosos.
Los problemas políticos que surgieron al innovar este nuevo tipo de poder fueron algunos de los más desafiantes de la modernidad. ¿Cómo fue posible la coordinación internacional sobre temas fundamentales de estabilización económica que involucran la formulación de políticas domésticas relacionadas con aranceles, el gasto público, los impuestos, la política monetaria, etc.? Además, ¿cómo fue posible hacerlo de forma compatible con las nuevas realidades políticas en la era de la autodeterminación y la política de masas, que para entonces cada vez más se centraban en cuestiones de política económica? A finales del siglo XIX, una de las formas más robustas de demostrar soberanía era ejercer autonomía en cuestiones de economía política interna.
Existían modelos anteriores para la intervención internacional en cuestiones internas, pero estaban lejos de ser ideales. Por ejemplo, los préstamos de estabilización financiera otorgados a los Estados de Europa Central y Oriental durante la década de 1920 se basaban en técnicas semicoloniales de administración de deudas establecidas en el siglo XIX por inversores e imperios europeos y estadounidenses en el norte de África, los Balcanes y América Latina. Existían profundas y evidentes continuidades entre estas herramientas del imperio financiero informal del siglo XIX y las nuevas instituciones de cooperación económica internacional establecidas en el período de entreguerras. Estas continuidades persistieron durante el período posterior a 1945. Es al enfocarme en esta historia que mi libro reinterpreta la llegada de Bretton Woods.
Después de la Conferencia de Bretton Woods en 1944, hubo un rápido retorno a este viejo estilo de diplomacia intervencionista de banqueros. La diferencia clave era que este sistema de gobernanza económica global ahora iba a ser supervisado por Estados Unidos. El número y los tipos de Estados a los que se les permitía algún tipo de autonomía dentro del sistema eran bastante restringidos. Y muchos miembros de las nuevas instituciones de Bretton Woods enfrentaban arreglos institucionales que se parecían a los de un período anterior.
Esta es la historia de la continuidad: Lo que parece ser el nacimiento repentino del FMI al estilo del Consenso de Washington a finales del siglo XX es en realidad otra cosa, un momento de expansión para un conjunto de poderes latentes en una institución que ya llevaba a cabo un estilo de diplomacia de banqueros del siglo XIX.
En resumen, ambos intentamos rehacer nuestra comprensión de mediados del siglo XX y, específicamente, de Bretton Woods. Yo sostengo que no deberíamos ver el nacimiento de la gobernanza económica global en términos de una narrativa triunfalista sobre el ascenso del globalismo estadounidense y el New Deal o del internacionalismo liberal ilustrado, sino más bien como un proceso de improvisación institucional ad hoc. Los imperios se veían obligados a improvisar arreglos público-privados bastante desordenados ante las nuevas realidades políticas.
En cierto sentido, creo que estoy proporcionando una nueva forma de entender el camino hacia Bretton Woods, mientras que usted ofrece una nueva forma de entender el camino fuera de Bretton Woods.
oss: Es una de las cosas que más me gustan de su libro, y creo que también compartimos la idea de que las soluciones se encuentran más en la práctica que a partir de un plan prefabricado. Es importante tener en cuenta que los soviéticos buscaban principalmente soluciones a problemas específicos, como los italianos deseando desligarse del monopolio que tenían los estadounidenses sobre la industria del petróleo. Los europeos, en general, estaban acercándose a la Unión Soviética, probando nuevas formas de relacionarse con el bloque socialista tras haber sido empujados a competir entre sí después del Tratado de Roma de 1957 y la creación de la Comunidad Económica Europea. Los soviéticos, a su vez, estaban encontrando maneras de resolver sus problemas de acceso al capital.
¿Cómo nos ayuda su libro a entender el neoliberalismo como una ideología que prefiguró la década de 1980 e incluso a la Sociedad Mont Pelerin?
JM: Una de las cosas que comparten nuestros libros es la idea de que la ideología y las restricciones materiales no están en una competencia de suma cero. Creo que ninguno de nosotros querría desestimar por completo la importancia de la ideología, pero ambos nos enfocamos tanto en lo que la gente hizo como en lo que dijo. Uno de los aspectos más destacados de su trabajo es ver cómo estos diplomáticos soviéticos actuaron efectivamente como personas de negocios bastante astutas. Tenían un profundo conocimiento intuitivo de cómo funcionaban los mercados y presionaron incluso a sus contrapartes capitalistas a que fueran mejores capitalistas.
En mi libro, la mayoría de los protagonistas eran internacionalistas económicos de orientación liberal, que querían reconfigurar las relaciones internacionales para promover una cooperación basada en los ideales wilsonianos. Creo que estos ideales importaban en términos causales. Pero los efectos de la ideología internacionalista liberal frente a las restricciones políticas y materiales variaban de caso en caso. En la práctica, a menudo prevalecía una toma de decisiones mucho más pragmática que se apartaba de estos ideales profesados. Y al final del día, si hay suficientes desviaciones de una ideología, esta empieza a ser poco convincente. Si dices que eres un internacionalista liberal, y haces algo que se parece a un imperio, en última instancia, la gente va a pensar que eres un imperio. Y probablemente tendrán razón.
El neoliberalismo importa como ideología y obviamente importa en el ámbito de la política. Pero mi intervención en estos debates tiene un doble sentido. Mi primera intervención consiste en, como usted dijo, señalar cómo las prácticas que asociamos con el FMI no aparecieron de la noche a la mañana a finales del siglo XX. No se necesitaba un cambio ideológico para que los actores financieros buscarán autorizaciones para hacer lo que querían hacer. Si en vez de mirar a los intelectuales o a los tecnócratas responsables de la formulación de políticas, consideramos a los actores que intentan obtener ganancias y garantizar una cuota de mercado, encontramos una periodización diferente y una historia causal distinta sobre el surgimiento del neoliberalismo. Gran parte de lo que asociamos con el neoliberalismo surgió en un entorno de entidades privadas operando en el mundo y navegando sus relaciones con los Estados, rompiendo barreras, eliminando la toma de decisiones económicas de la competencia democrática, convirtiendo cuestiones de gobernanza en problemas a resolver por precios y mercados, y así sucesivamente. Una de las cosas que ofreció el neoliberalismo fue un nuevo marco intelectual y una legitimación de prácticas anteriores. En cierto sentido, la suspensión de estas prácticas después de la Gran Depresión es una historia tan interesante como su regreso.
Mi segunda observación es que, aunque hoy en día se habla mucho del alejamiento del neoliberalismo a nivel intelectual, esto no implica necesariamente un cambio en la forma en que las instituciones actúan realmente en el mundo. Hoy en día, tenemos un cambio ideológico, pero el FMI básicamente sigue haciendo lo que siempre ha hecho. Entonces, si hemos entrado en una era post-neoliberal, queda por ver qué significa esto realmente para, por ejemplo, la política de la deuda global. ¿Es China un prestamista neoliberal? Probablemente no, pero ¿será un acreedor menos exigente entre las economías de bajos ingresos y los mercados emergentes?
¿Qué es el neoliberalismo en su libro? Una interpretación errónea podría decir que los soviéticos querían algo parecido a un orden mundial neoliberal, pero yo entiendo que usted está diciendo que esto fue una consecuencia imprevista de las restricciones enfrentadas por una Unión Soviética en necesidad de dólares.
¿Cuál es el poder de la ideología en su historia? ¿En qué momento la ideología de los actores que narra se vuelve poco convincente para ellos o para otros en el aparato soviético de formulación de políticas?
OSS: Una de las cosas que intento hacer es identificar las ideas relevantes para el comportamiento soviético, más allá del espectro de izquierda y derecha, marxista y no marxista. En la práctica, estos binomios son inútiles. En mi trabajo, las ideas sobre los mercados son muy importantes. El uso de un discurso de mercado se convirtió en una herramienta muy importante para que los soviéticos pudieran maniobrar y encontrar un lugar en la economía mundial. Se acercaban a diferentes agentes, como banqueros, oficiales de Estado, cabezas corporativas y les decían: “Si no me lo vendes a mí, me lo venderá otro país.”
Pudieron hacer esto porque los mercados internacionales no estaban institucionalizados en este momento de Bretton Woods. Por ejemplo, mientras que a principios de la década de 1930 el Occidente estaba organizando la producción y el control del estaño, en 1928 los directores de diferentes corporaciones petroleras (las llamadas “Grandes Hermanas”) formaron un cartel para limitar al mercado y hacer que el petróleo fuera rentable. Esto fue un preludio de lo que la OPEP haría 30 años después. Concibo a los mercados y a las prácticas capitalistas como arenas de poder, en donde diferentes actores intentan desarrollar formas de poder e influencia para obtener objetivos específicos, en lugar de, digamos, objetivos ideológicos.
Cuando se trata de la ideología soviética, lo que veo es un respeto constante por el discurso de mercado y por los mercados en sí. Los soviéticos realmente no pensaban que podían controlar los mercados, pero sí querían participar en ellos y usarlos como una herramienta en su propia formulación de políticas. Utilizaron prácticas similares a otros países a lo largo del sistema capitalista. Esto nos fuerza a salir de la dicotomía entre una economía planificada y la libertad de los mercados. En la práctica, nos encontramos con lo opuesto: la ideología soviética no es antitética a los mercados y, de hecho, los soviéticos buscaban generar mercados, mientras que la práctica estadounidense a menudo los obstruía. Que este respeto por la autoridad de los mercados apareciera en todo el espectro político es el elemento del neoliberalismo con el que debemos lidiar. No fue algo impuesto únicamente por figuras como Thatcher y Reagan; la atracción de la Unión Soviética hacia el mercado es un testimonio de su fuerza tanto práctica como ideológica.
JM: Pocas personas en verdad deseaban los mercados por el único hecho de tenerlos. Un discurso a favor del mercado era útil para alcanzar objetivos particulares. Sin embargo, este discurso podía ser descartado cuando ya no resultaba necesario. La energía y las materias primas demuestran esto de manera clara: estas empresas a menudo estaban muy dispuestas a interrumpir por completo la lógica del mercado para garantizar beneficios y su cuota de mercado. La planificación no era sólo una prerrogativa de la izquierda.
La energía es realmente importante en su historia. La creciente dependencia europea del petróleo ruso durante este período es, en cierto sentido, lo que facilita la estrategia soviética. Pienso que arguye de manera convincente que esto debería obligarnos a replantear la economía soviética.
oss: Cualquier estudio de la economía capitalista de la posguerra y la evolución de las finanzas globales requiere integrar la cuestión energética. Matthew Huber escribió un artículo increíble en el que argumenta que la organización de la industria petrolera es una precondición de la evolución del fordismo en el mundo rico. Este arreglo tomó lugar a través de un proceso violento de cartelización. En la década de 1930, el productor de petróleo más grande del mundo era Estados Unidos. La Comisión de Ferrocarriles de Texas se creó para gestionar la fijación de precios y la distribución a nivel nacional, pero ocurrió con bastante violencia contra los trabajadores petroleros en Arkansas y Texas. Esto construyó una base sólida para contener la inflación y sostener la era de Bretton Woods: El Plan Marshall, el FMI y el Banco Mundial. La disrupción en los precios y la distribución global finalmente provocó la caída del sistema de Bretton Woods a principios de los setenta.
La segunda pieza del rompecabezas, especialmente en relación con la Unión Soviética, es el Plan Marshall. La historia dominante del Plan es que fue una especie de ayuda general para el desarrollo, destinada a reconstruir la economía europea de una manera nueva y más cooperativa. Esa es una gran historia. No obstante, el trabajo de David Painter muestra que una parte significativa del Plan Marshall se trataba realmente de la construcción de la infraestructura para una economía petrolera en Europa. Tanto es así que el 10% del Plan Marshall simplemente regresaba a los Estados Unidos en forma de compras de petróleo.
La industria petroquímica en Italia se volvió muy importante porque fue el punto de apoyo que abrió una nueva relación con la Unión Soviética para todos los europeos. Toda la industria petroquímica italiana fue construida con dinero del Plan Marshall, y los italianos innovaron el intercambio de petróleo por tuberías, lo que se convirtió en un vector para abrir los mercados de capitales para los soviéticos.
El gobierno de Estados Unidos construyó la economía del petróleo en Europa que con el tiempo tendría el efecto de invitar a los soviéticos a Europa. Las contradicciones planteadas por estos acuerdos generaron las inestabilidades de los años sesenta y eventualmente cuestionaron los fundamentos de Bretton Woods, como los controles de capital. La Unión Soviética no estaba interesada en desmantelar completamente Bretton Woods; específicamente se oponían a los controles de capital que les impedían participar en el comercio liberalizado en Europa Occidental.
JM: Su libro es una excelente demostración del poder de los controles de capital bajo el sistema de Bretton Woods. Lo fascinante de su historia, sin embargo, es que no solo fue Wall Street quien luchó contra los controles de capital, sino también los diplomáticos soviéticos. En nuestro esfuerzo por desmitificar a Bretton Woods, vale la pena considerar hasta qué punto fue relevante como sistema estructural internacional. ¿Podríamos decir que Bretton Woods tuvo importancia durante un breve período principalmente porque estableció una amplia aceptación del uso de controles de capital?
oss: Lo que resulta interesante al pensar en la trayectoria soviética a través de Bretton Woods es hasta qué punto los soviéticos realmente querían volver al punto al que parecían estar llegando a finales de la década de 1920. Tras la Primera Guerra Mundial, no había capital, los soviéticos acababan de ser invadidos por tres potencias occidentales diferentes y luego fueron marginados por negarse a pagar la deuda zarista. Estaban desesperados por obtener capital. Fue cuando el Plan Dawes empezó a circular capital a lo largo de Europa Occidental que los soviéticos pudieron hacer buenos tratos de negocio.
Alemania ofreció un préstamo importante. Esto enfureció enormemente a los norteamericanos, porque Estados Unidos acababa de otorgar préstamos a los alemanes, que luego los alemanes ofrecieron a los soviéticos. Pero a principios de la década de 1930, Estados Unidos se sumó a la causa porque la Unión Soviética era el único país que aún estaba construyendo cosas. En 1933, bajo el mandato de Roosevelt, Estados Unidos inauguró relaciones diplomáticas. Pero luego, por supuesto, ocurrió la Gran Depresión, y la circulación de capital se detuvo. Una forma de pensar en Bretton Woods es como una recuperación gestionada de la liberalización, siendo la liberalización del capital un resultado que diferentes grupos sociales y liderazgos nacionales favorecían.
Es interesante observar a países pequeños como Austria. Austria no deseaba la liberalización. Hay un momento en el libro en el que los soviéticos argumentan que tanto ellos como el FMI están pidiendo a los austriacos que se liberalicen. Por supuesto, Austria no quería esto, porque, tal como estaba, podían intercambiar zapatos por petróleo. Si comerciaban en marcos o dólares, los soviéticos podían tomar su dinero y comprar cosas en Alemania. ¿Qué piensa? ¿Cómo deberíamos considerar a Bretton Woods?
jm: Una de las cosas que argumenté en mi libro fue que la idea del liberalismo incrustado, como principio organizador real de la economía mundial, tuvo muy poca influencia en muchas de las decisiones de las instituciones de Bretton Woods.
Nunca hubo un período en el que los Estados sudamericanos, por ejemplo, no se enfrentaran a presiones de las instituciones de Bretton Woods para ajustarse, con el fin de acceder a recursos. A finales de los años 40 y principios de los 50, a los Estados latinoamericanos se les dijo, de hecho, que debían seguir políticas antiinflacionarias y poner en práctica la disciplina fiscal si querían recurrir a los recursos del FMI. No hay mucha evidencia de que el FMI estuviera guiado por algún tipo de respeto keynesiano o del New Deal por la autonomía.
Si pensamos en el liberalismo incrustado como una especie de ideal normativo orientador, estamos hablando principalmente de Europa y América del Norte. El propio Keynes dijo que Bretton Woods no iba a funcionar como él quería, incluso en la forma más limitada a la que había accedido después de que sus demandas originales fueran descartadas bajo la presión estadounidense. Murió bastante insatisfecho con este sistema, reconociendo que iba a ser dominado por los estadounidenses y, más específicamente, que, dada la falta de restricciones sobre lo que el FMI podría hacer, sería difícil evitar que se convirtiera en la máquina de condicionalidad en la que efectivamente se convirtió.
Su historia muestra lo poderosos que fueron los controles de capital bajo Bretton Woods, pero también cómo no siempre lograron los objetivos normativos que podríamos asociar con ellos. Si el liberalismo incrustado se suponía que debía otorgar a los Estados una especie de autonomía para experimentar con la economía política nacional, ¡El Estado más experimental de todos, la Unión Soviética, no lo quería! Los soviéticos buscaban eliminar los controles de capital que estaban restringiendo su capacidad para lograr ciertos objetivos.
En cierto sentido, creo que se podría combinar nuestras historias para decir que, en mi caso, veo al liberalismo incrustado como algo que, si existió, estuvo bastante limitado geográfica y temporalmente. Y usted lo ve como algo que sí existió, pero que, al menos en este caso, tuvo los efectos políticos opuestos a los que podríamos suponer.
Esto nos lleva de nuevo al inicio de nuestra conversación: El capital no estaba dominando a la Unión Soviética, sino atrayéndola. Quiero ofrecerle dos lecturas equivocadas de su argumento para ver cómo responde a ellas. Una interpretación podría ser que la Unión Soviética aprende a utilizar las herramientas del Occidente capitalista de tal forma que, en última instancia, está destinada a aumentar el poder soviético, permitiendo así desmantelar por completo las limitaciones del capitalismo. Es decir, que los soviéticos buscaron operar dentro de los límites de la estructura de poder que estaban tratando de deshacer. La segunda sería entregar tu libro a un halcón liberal línea dura de la Guerra Fría como Francis Fukuyama, quien diría que este libro es una demostración increíble de la inevitabilidad de la victoria del capitalismo global. Lo que convencionalmente se entiende como el mayor desafío al capitalismo global, en la forma de un Estado, se convirtió en un ente muy hábil para operar según la lógica del capitalismo.
oss: Son dos muy buenas lecturas equivocadas. Volvemos a lo que mencionamos anteriormente sobre cómo el capitalismo se desarrolla en la práctica, y esa práctica es una lucha por el poder. Creo que Fukuyama, siendo tan liberal como es, debería tener mucho cuidado, porque parte de la razón por la que estos actores tan autocráticos se sienten atraídos por estos sistemas de circulación de capital e intercambio de mercancías es porque permiten ese tipo de poder autocrático. Estos sistemas no solo eran atractivos para la Unión Soviética. Hay una sección del libro en la que se documenta el momento en que ciertos países latinoamericanos comenzaron, a menudo a través de bancos británicos y la ayuda soviética, a acercarse al comercio. Esto incluía a Brasil, que en ese momento estaba gobernado por una junta militar fascista, en teoría, enemiga de los soviéticos. Cuando los soviéticos comenzaron a relacionarse con Brasil, los cubanos se escandalizaron. Pero eso no desanimó a los soviéticos en absoluto.
Las relaciones bancarias británicas en América Latina que se remontan a cientos de años atrás fueron desplazadas por la presencia estadounidense entre los años treinta y los cincuenta, lo que llevó a los bancos británicos a aliarse con los soviéticos. Lo que hacía que la Unión Soviética fuera ligeramente diferente del Sur Global era que tenía cosas que vender de manera competitiva. No competían en la industria química, pero podían construir una represa tan bien como cualquiera.
Así que eso es lo que hicieron en América Latina. Capitalizaron este tipo de proyectos y formaron una especie de alianza con los banqueros británicos. Cuando Brasil entró en una trampa de deuda con los bancos europeos, eso fue en parte gracias a que los soviéticos ayudaron en la financiación y construcción de la infraestructura para la cual se emitieron estos préstamos. Con respecto a Brasil, Quinn Slobodian ha descrito a los banqueros estadounidenses lamentándose justo de lo que usted señala: es la década de 1970 y esta jerarquía rígida que venía acompañada del liberalismo incrustado se ha desintegrado. En la década de 1950, podían decirle a Brasil qué hacer; en la década de 1970, Brasil podía pedir prestado todo el dinero que quisiera sin seguir las órdenes de los estadounidenses.
Por supuesto, esta crítica viene acompañada de todo tipo de lenguaje racista, de que los prestatarios del Sur son niños irresponsables, y cosas por el estilo. Es asombroso hasta qué punto el imperialismo y las construcciones culturales que lo acompañan simplemente nunca mueren. Las finanzas y la cultura son dos aspectos de lo mismo.
Este ensayo fue traducido del inglés al español por Maria Isabel Tamayo.
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