El salario mínimo en México ha experimentado un incremento real de más del doble en los últimos seis años. No es una hazaña menor si se toma en cuenta que en el proceso no se perdió ningún empleo ni aumentaron los precios debido a la política pública. Es verdad que uno de los factores que influyó es que el salario mínimo mexicano estaba muy por debajo de la media de otros países latinoamericanos; sin embargo, con el último incremento ya supera a la mitad de ellos.
Asimismo, se ha demostrado que cada incremento ha tenido más impacto en el número de personas beneficiadas.1Conasami, “Propuesta de fijación del Salario Mínimo 2025” (2024), disponible en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/960834/Propuesta_de_fijaci_n_2025.pdf En el primer año benefició al 13.3 por ciento de la fuerza laboral formal, en 2024 a 38.6 por ciento y en 2025 al 37.4 por ciento, que representan alrededor de 8.4 millones de trabajadores.
¿A qué se debe que el salario mínimo no haya provocado desempleo ni inflación? La principal causa deriva del poder asimétrico que existe entre empresas y personas trabajadoras. El mercado laboral mexicano es extremadamente monopsónico,2En el mercado laboral, un monopsonio ocurre cuando existe un solo empleador (o muy pocos) que concentra la demanda de trabajo en una región o sector, lo que le permite fijar salarios por debajo del nivel competitivo, ya que los trabajadores tienen pocas o ninguna alternativa viable de empleo. La falta de competencia entre empleadores debilita la posición de negociación de los trabajadores y puede resultar en menores salarios, menor movilidad laboral y peores condiciones laborales. en parte porque hay pocas empresas grandes, pero también por la debilidad de la aplicación de la ley y de los sindicatos. Las prácticas laborales prevalecientes en México permiten que las empresas ejerzan más poder para determinar salarios muy por debajo del que habría en un mercado en competencia perfecta, lo que las ha llevado a tener ganancias extraordinarias.
Con el viraje radical en la política salarial de México, estos últimos incrementos al salario mínimo, aunque se han traducido en un crecimiento del ingreso promedio del 25 por ciento en términos reales y en una disminución significativa de la pobreza y la desigualdad, apenas han ganado un poco de terreno al poder empresarial, aumentando ligeramente la participación de los salarios. No obstante, prevalecen las altas ganancias a costa de malas condiciones laborales.
Un esbozo histórico
Analizar la evolución histórica del salario mínimo en México resulta fundamental para comprender cómo esta política se ha convertido en un modelo exitoso e innovador. Su implementación no solo ha contribuido a reducir la pobreza de millones de personas, sino que también generó aumentos sin precedentes en los ingresos familiares, desafiando los pronósticos tradicionales que vinculan su incremento con inflación descontrolada y desempleo.
En 1976, tras casi tres décadas de crecimiento gradual, el salario mínimo alcanzó un máximo histórico de 20.76 dólares diarios (en términos equivalentes a 2025)3Todas las referencias al tipo de cambio fueron consultadas el 10 de junio de 2025.. No obstante, al año siguiente, el país enfrentó una crisis económica marcada por la hiperinflación y el desempleo masivo. Las autoridades respondieron congelando los ajustes salariales por debajo del ritmo inflacionario, lo que sumado a la indexación de otros salarios al mínimo, provocó una pérdida del 75 por ciento del poder adquisitivo en las décadas siguientes.
Tras superar la crisis, en los años 90s se adoptó un modelo económico basado en políticas neoliberales, centrado en la apertura comercial y la inserción global, aunque en particular con una integración mucho más profunda con Norteamérica. Para competir internacionalmente, el gobierno optó por mantener salarios artificialmente bajos, congelando el mínimo en torno a 5.25 dólares (ajustados a precios actuales) entre 1990 y 2017. Este estancamiento solo se rompió con un magro incremento real del 4 por ciento hacia finales del periodo, principalmente producto de presiones sociales acumuladas que derivaron en la desvinculación del salario mínimo del pago de diversas disposiciones legales.
El punto de inflexión llegó en 2018, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Ante la creciente demanda ciudadana por mejoras salariales, un equipo de economistas del Colegio de México con orientación progresista evaluó la viabilidad de incrementar el salario mínimo sin desestabilizar la economía. Tras estudios rigurosos, se diseñó una estrategia de recuperación gradual y técnicamente sustentable que en siete años logró restablecer el poder adquisitivo perdido, demostrando que es posible conciliar justicia social con estabilidad macroeconómica.
Es importante mencionar que existe la falsa idea de que el incremento al salario mínimo también estuvo relacionado a presiones derivadas de la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Sin embargo, la política de salarios mínimos se diseñó con completa independencia del TMEC y de cualquier presión de los Estados Unidos. El T‑MEC no impone un aumento específico al salario mínimo; lo único que establece, en su Capítulo 23 (Trabajo) y Anexo 23-A, es que cada parte debe «adoptar y mantener leyes y regulaciones que regulen condiciones aceptables de trabajo respecto a salarios mínimos», incluyendo que dichos salarios sean cumplidos según la legislación nacional. Es decir, exige que exista un salario mínimo y que se cumpla, pero no manda aumentarlo ni lo condiciona a su incremento.
Una nueva política de salarios mínimos
La “Nueva Política de Salarios Mínimos” se puso en marcha en diciembre del 2018, marcando el primer aumento de salario mínimo en cifras de dos dígitos, es decir, un 16.2 por ciento para todo el país excepto en la frontera norte (esta región fue llamada por La Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) la Zona del Salario Mínimo General (ZSMG), junto con la creación de la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) que comprende los 43 municipios que hacen frontera con Estados Unidos y todos los municipios del estado de Baja California. En esta última región, se implementó un incremento del 100 por ciento a partir del 1º de enero de 2019.
El planteamiento de los aumentos salariales se ejecutó en dos fases. La primera etapa inició antes, en 2016, cuando se aprobaron reformas constitucionales para la “Desindexación del Salario Mínimo”. Este paso resultó crucial, ya que, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, tanto el sector empresarial como algunas voces del ámbito obrero sostenían que aumentar el salario mínimo era inviable por el riesgo de desencadenar una espiral inflacionaria. Esto tenía algo de veracidad, ya que en México muchos componentes esenciales de la economía estaban ligados al salario mínimo. Por ejemplo, las multas en la mayoría de las ciudades se expresaban en términos de salarios mínimos; ciertos créditos privados y los correspondientes al Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) estaban indexados a éste. Además, numerosos contratos colectivos preveían incrementos salariales y prestaciones calculadas en términos de salario mínimo.
En consecuencia, desvincular todas estas referencias fue fundamental. Durante 2014, tras una gran presión social, el gobierno de la Ciudad de México presentó el primer documento en el que participaron distintos actores sociales y se resaltaba la necesidad tanto de incrementar como de desindexar el salario mínimo. Un año más tarde, diversos legisladores de izquierda, encabezados por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), propusieron la desindexación, y los representantes del sector obrero de la Conasami también ofrecieron iniciativas al respecto. Finalmente, en 2016 se logró separar el salario mínimo de todas las vinculaciones, abriendo el camino para los posteriores incrementos. No obstante, en 2017, pese a haberse anunciado un incremento “histórico”, el salario mínimo apenas registró dos tímidos incrementos de 3.2 por ciento y 4.7 por ciento en términos reales.
La segunda fase fue la más compleja, pues implicó materializar todas las teorías económicas, años de reivindicaciones y luchas sociales en una política salarial exitosa. En la literatura económica había evidencia de que incrementar el salario mínimo de forma aislada podría tener repercusiones negativas en el empleo,4Carlos Arango y Angélica Pachón,(<)em(>) The Minimum Wage in Colombia: Holding the Middle with a Bite on the Poor(<)/em(>), Banco de la República, Borradores de Economía Working Paper No. 280 (Bogotá: Banco de la República, 2004). William Maloney y Jairo Nuñez Méndez, “Measuring the Impact of Minimum Wages: Evidence from Latin America,” en Law and Employment: Lessons from Latin America and the Caribbean, eds. J. J. Heckman y C. Pagés (Chicago: University of Chicago Press, 2004), 109–30. como en el caso de Colombia, donde el incremento fue alto y el salario mínimo seguía vinculado a otros salarios, por estos factores, el efecto fue negativo en el empleo, siendo una medida que muchos países decidieron no repetir. Sin embargo, esto no siempre ocurría. En algunos países como Brasil, el salario mínimo no tuvo ningún impacto en el empleo.
Para el caso de México, fue necesario llevar a cabo una serie de estudios que permitieran anticipar todos los escenarios posibles. Como parte del diseño, se acordó que el primer año se establecería en el norte del país una zona libre (ZLFN) en la que el salario mínimo se duplicaría (100 por ciento de incremento), mientras que en el resto del país se elevaría en 16.2 por ciento.
El aumento de 100 por ciento en el norte sorprendió especialmente al sector empresarial, que se opuso de inmediato, argumentando que se podrían generar presiones inflacionarias; aunque probablemente, como en todos los países del mundo, en realidad querían proteger las ganancias del capital. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Presidencia habían decidido crear la ZLFN junto a un paquete de incentivos fiscales, incluyendo reducciones en el Impuesto Sobre la Renta (ISR) y el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Por tanto, se propuso duplicar el salario mínimo en la ZLFN. Esto aseguraba que parte de los incentivos fiscales al sector empresarial se traducirían en beneficios directos para las y los trabajadores. Además, la ZLFN serviría como un control para evaluar los efectos del nuevo salario mínimo.
El salario mínimo en el norte del país aumentó un 100 por ciento el primer año y, al año siguiente, se planteó que siguiera incrementándose ligeramente por encima de la tasa de inflación para compensar la compresión salarial5La compresión salarial es un fenómeno que suele ocurrir cuando se incrementa el salario mínimo. Consiste en que todos los salarios se “agrupan” muy cerca del salario mínimo, ya que las empresas sólo están obligadas a incrementar hasta el salario mínimo, mientras que, para compensar costos, mantienen los demás salarios iguales. La compresión salarial desaparece después de un año o dos, dependiendo del país. que implicaba duplicar el salario mínimo en un año. En el resto del país, el incremento fue del 16.2 por ciento, elevándose, por primera vez en la historia, por encima de la línea de pobreza; con el objetivo de que posteriormente aumentara alrededor de 20 por ciento (dentro de márgenes de error) para superar el 100 por ciento al culminar el sexenio.
El plan resultó ser exitoso y las estimaciones de los modelos fueron acertadas. A pesar de la fuerte inquietud del sector empresarial, los incrementos se aprobaron en el primer año y, para sorpresa de muchos, el primer dato de inflación obtenido en el norte arrojó cifras negativas, manteniéndose durante el año sustancialmente más baja que en el resto del país. Este dato dilapidó definitivamente el mito de que el salario mínimo siempre conlleva presiones inflacionarias.
Negociaciones entre capital, trabajo y gobierno
Hay varios elementos centrales en las negociaciones entre los factores de producción y el gobierno que explican cómo ha cambiado el balance de poder. El primero es la rigurosidad técnica de la nueva Conasami; esto ha ayudado a descartar argumentos sin evidencia vertidos principalmente por el sector empresarial sobre los efectos de elevar el salario mínimo. El segundo es el despertar de la clase trabajadora y de los sindicatos, que conforme la agenda laboral avanza a pasos agigantados, las personas trabajadoras asumen el rol que les corresponde. Y el tercero, es la voluntad política de un movimiento de izquierda en el gobierno.
En los últimos años el rigor técnico del equipo de la Comisión ha significado una transformación revolucionaria de la institución. Pasó de ser una entidad poco dinámica para convertirse en la institución pública que emite la mayor cantidad de publicaciones y estudios anualmente.
El Consejo de la Conasami está conformado por representantes y suplentes de 12 sectores económicos, tanto empresariales como obreros, sumando 24 votos, a los que se añade el voto del presidente de la Comisión, quien representa al gobierno. A partir de 2019, se han presentado informes al Consejo que incluyen estudios particulares del contexto económico, además de informar sobre los indicadores económicos principales del país, con especial énfasis en el mercado laboral. Esto ha dinamizado el debate entre las y los consejeros, quienes se encuentran mucho mejor informados y, por ende, adoptan decisiones más fundamentadas.
Ambos sectores han tenido dificultades para adaptarse y participar en un debate informado. Los primeros años de implementación de la política salarial, el sector empresarial sólo argumentaba lo mismo que se había repetido por años: que el salario mínimo causaría inflación. Pero conforme seguían saliendo datos con baja inflación, o con inflación más baja donde el salario mínimo era más elevado, sus argumentos perdieron vigencia. En otras ocasiones argumentaban que fomentarían el desempleo, pero ante la evidencia empírica que muestra que el mercado laboral mexicano es monopsónico y que el salario mínimo tiene efecto nulo en el empleo, han tenido que cambiar su estrategia para enfocarse más en los datos.
En el sector empresarial, la resistencia a subir el salario mínimo es esperable. Aunque en casi todas las ocasiones respaldaron el incremento, nunca fue sin varios intentos de reducirlo. Esto es comprensible, ya que el aumento beneficia directamente a las personas trabajadoras, mientras que para las empresas se traduce en un mayor costo laboral, a pesar de que indirectamente se favorecen con el aumento del consumo. Nuevamente, gracias a las investigaciones y estudios, se logró convencer en numerosas ocasiones al sector empresarial sobre las ventajas de fortalecer el mercado interno a través de mayores ingresos para las y los trabajadores.
En contraste, al inicio de los incrementos salariales, el sector obrero se mostraba “tímido y cauteloso”, argumentando preocupaciones similares a las del sector empresarial, luego de años de escuchar que el aumento podría desencadenar despidos o presionar la inflación. Resultaba irónico que el sector obrero manifestara mayores temores que las mismas empresas, cuando la experiencia internacional indica lo contrario. Sin embargo, con el tiempo, se volvieron más «combativos», incluso presentando propuestas de diversos sindicatos en las que solicitaban aumentos por encima de las estimaciones establecidas.
El sector obrero del 2018 es uno muy diferente al de 2025. Actualmente el sindicalismo está reviviendo, tras alcanzar una tasa de sindicalización mínima de 12 por ciento de la población subordinada en 2018, el dato a 2024 es de 12.8 por ciento,6Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). que implica un aumento de casi un millón de personas sindicalizadas. Además, todos los movimientos sindicales, incluyendo aquellos que normalmente habían sido asociados con el poder empresarial y el poder corporativo del Estado,7Sindicalismo blanco, en México, conocido como “sindicalismo charro”. están a favor de incrementar el salario mínimo, cuando durante años se opusieron. Incluso están a favor de incrementar los días de vacaciones, de mejorar la seguridad social y de la reducción de la jornada legal laboral.
Finalmente, un punto muy importante fue la voluntad política del movimiento que llegó al gobierno en el 2018. El Presidente Andrés Manuel López Obrador estaba convencido de que se necesitaban hacer cambios radicales en el mundo del trabajo. Durante las negociaciones con el sector empresarial y el sector obrero, el Presidente intervino en un par de ocasiones para mover la balanza a favor de un incremento más alto. También hubo una participación constante de cabildeo por parte de la Presidencia de la Conasami y la Secretaría del Trabajo, lo que permitió un diálogo fluido, una buena comunicación y resultados que beneficiaron a millones de personas trabajadoras.
Concentración del mercado laboral
El salario mínimo es una política pública controversial que ha generado mucho debate en el mundo económico. Desde la publicación de Card y Krueger,8David Card y Alan B. Krueger, (<)em(>)“Minimum Wages and Employment: A Case Study of the Fast-Food Industry in New Jersey and Pennsylvania,” American Economic Review(<)/em(>) 84, no. 4 (1994): 772–793. la evidencia empírica ha estado dividida al determinar cuáles son los efectos que tiene el salario mínimo en el empleo. Existen estudios que muestran efectos negativos, efectos positivos y ningún efecto. La cuestión es relevante, ya que existe consenso en que el salario mínimo tiene un impacto positivo en el ingreso de las personas trabajadoras que alcanza. Pero si a la vez reduce el empleo o tiene otros efectos adversos, se tendría que ponderar la eficacia del salario mínimo para beneficiar a las personas trabajadoras menos favorecidas.
Diversidad de economistas han intentado entender por qué la evidencia empírica no es coincidente, y se han formulado varias hipótesis para poder explicar estas diferencias en las estimaciones. Entre ellas, están el método econométrico con que se evalúa el impacto del salario mínimo; si el salario mínimo es relevante (suficientemente grande para afectar a las personas trabajadoras); la aplicación correcta de la ley; si se trata de medir el efecto en el empleo en el sector formal o informal. Finalmente, trabajos recientes9Sylvia A. Allegretto, Arindrajit Dube, y Michael Reich, “Do Minimum Wages Really Reduce Teen Employment? (<)em(>)Accounting for Heterogeneity and Selectivity in State Panel Data(<)/em(>),” (<)em(>)Industrial Relations(<)/em(>) 50, no. 2 (2011): 205–240. Sylvia Allegretto, Arindrajit Dube, Michael Reich, y Ben Zipperer, (<)em(>)Credible Research Designs for Minimum Wage Studies(<)/em(>), IZA Discussion Paper No. 7638 (Bonn: Institute of Labor Economics, 2013). José Azar, Emiliano Huet-Vaughn, Ioana Marinescu, Bledi Taska, y Till von Wachter, (<)em(>)Minimum Wage Employment Effects and Labor Market Concentration(<)/em(>), NBER Working Paper No. 26101 (National Bureau of Economic Research, 2019). Luis Felipe Munguía Corella y Marco Antonio Gómez Lovera, “The Minimum Wage Impact on Poverty in Mexico” (2023), disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=4626139 o(<)a href='http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4626139'(>) http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4626139(<)/a(>)(<)br(>) exploran la posibilidad de que existan mercados laborales monopsónicos.
En el caso de México se han hecho varios estudios sobre el impacto del salario mínimo, sobre todo recientemente debido a la nueva política de salarios mínimos.10Conasami, (<)em(>)“Efectos del aumento del salario mínimo en la Zona Libre de la Frontera Norte” (<)/em(>)(2019), disponible en: (<)a href='https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/494772/Efectos_del_salario_m_nimo_en_la_Zona_Libre_de_la_Frontera_-_Direcci_n_T_cnica_Conasami.pdf'(>)https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/494772/Efectos_del_salario_m_nimo_en_la_Zona_Libre_de_la_Frontera_-_Direcci_n_T_cnica_Conasami.pdf(<)/a(>). R. M. Campos-Vázquez y G. Esquivel, (<)em(>)“The Effect of Doubling the Minimum Wage on Employment and Earnings in Mexico,” Economics Letters(<)/em(>) 209 (2021): 110124. Luis Felipe Munguía Corella y Marco Antonio Gómez Lovera, “The Minimum Wage Impact on Poverty in Mexico” (2023), disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=4626139 o http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4626139 Lo más interesante es que el salario mínimo cada vez “muerde” a una mayor proporción de la población trabajadora (13.3 por ciento en 2019, 24.3 por ciento en 2020, 27.8 por ciento en 2021, 29.4 por ciento en 2022, 28.8 por ciento en 2023 y 38.6 por ciento en 2024). Esto implica que cada vez está más cerca del salario promedio. Una forma de medir que tan alto es el salario mínimo es a través del índice que resulta de la división del salario promedio entre el salario mínimo (Índice de Kaitz). En la Figura 1 podemos ver el comparativo para los países de América Latina. México se encuentra en media tabla, por debajo de Colombia, Bolivia, El Salvador, Argentina, Ecuador, Paraguay, Honduras y Guatemala.
También es importante destacar dos hechos importantes. El primero es que esta información que calcula la OIT incluye al sector informal en todas las economías, por lo tanto, hay un sesgo a que este indicador salga alto (ya que el salario promedio es más bajo por la informalidad, pero los trabajadores informales no reciben pago del salario mínimo). Es por eso que países como Guatemala y Honduras salen tan altos. El segundo, es que también en Guatemala y Honduras, el salario mínimo es muy alto, pero la aplicación de la ley es débil, por lo que hay muchos trabajadores que ganan por debajo del salario mínimo.
Los estudios se enfocan en el sector formal de la economía, donde por ley la aplicación del salario mínimo se cumple casi al 100 por ciento (en promedio sólo 0.5 por ciento de la población trabajadora gana menos del salario mínimo en el sector formal) y, a pesar de esto, los estudios más recientes arrojan que el salario mínimo no ha tenido impacto en el empleo. Pero ¿qué explica que en México se haya logrado incrementar tanto el salario mínimo sin ver efectos significativos en el empleo? La hipótesis principal que tengo es que se debe a la alta concentración en el mercado laboral.
Para analizar los efectos de la concentración en el mercado laboral en el salario, en el empleo y el efecto heterogéneo que tiene el salario mínimo dependiendo del nivel de monopsonio es posible calcular el índice de concentración de Herfindahl-Hirschman (HHI) para el empleo.11fn]Munguía, L. F. y Gómez Lovera, M.A. (en desarrollo). “Salario mínimo y monopsonio en México”. Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. El cual revela qué tan concentrado está el empleo a nivel municipal y por sectores. El índice va de 0, cuando en el mercado hay competencia perfecta, a 1, cuando en el mercado hay una sola empresa que concentra todo el empleo.
El cálculo para México arroja un alto grado de concentración en los mercados de trabajo. En la figura abajo, se mapea la concentración para todo el país, donde entre más rojo es el color del municipio más concentrado está el mercado. En el caso contrario, cuando el municipio es color verde, significa que es un mercado competitivo.
Mapa del Índice de Herfindahl-Hirschman (HHI) promedio por municipio
El grado de concentración en México alcanza un elevado 0.81 en el HHI, lo que indica que en la mayor parte de los municipios del país los trabajadores se enfrentan con pocas ofertas de trabajo. En contraste, el caso de Estados Unidos revela que el promedio es de 0.58.12Luis Felipe Munguía Corella, “Minimum Wages in Monopsonistic Labor Markets,”(<)em(>) IZA Journal of Labor Economics (<)/em(>)9, no. 7 (2020): 1–28.
El impacto que tiene el monopsonio en el mercado laboral ha sido ampliamente estudiado.13Alan Manning, (<)em(>)Monopsony in Motion(<)/em(>) (Princeton: Princeton University Press, 2003).(<)br(>) Primero, el salario tiende a ser más bajo en mercados monopsónicos, debido a que las empresas tienen más poder de negociación y optimizan sus costos alejándose del salario promedio. Segundo, el empleo también es menor, ya que a un menor salario en el mercado la oferta de trabajo se reduce. Tercero, las empresas presentan ganancias extraordinarias. Y cuarto, la productividad laboral se aleja del salario promedio, es decir, la productividad laboral aumenta sin que implique un incremento al salario de los trabajadores.
En un país monopsónico como México, el efecto del salario mínimo es muy distinto que en países donde existe mayor competencia. La misma teoría dice que es posible que incrementar el salario mínimo tenga un efecto positivo en el empleo, ya que las empresas atraen más personas trabajadoras al tener que pagar un salario más elevado a todo su personal y las contratan para minimizar el costo laboral (produciendo más).
Cada una de las premisas de los modelos teóricos para México puede ser debatida. Las primeras dos plantean que el empleo y el salario tienden a ser más bajos cuando hay mayor concentración. Mientras que nosotros estiman el efecto del HHI en el empleo y el salario promedio para México.14Munguía, L. F. y Gómez Lovera, M.A. (en desarrollo). “Salario mínimo y monopsonio en México”. Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. Los resultados implican que, si aumenta la concentración 10 por ciento, el empleo total cae 4.75 por ciento, el de jóvenes 5.54 por ciento, el de mujeres 5.10 por ciento y el salario promedio cae 0.51 por ciento. Es importante notar que el HHI llega a ser de 0.14 en zonas donde hay más competencia y que el promedio nacional es de 0.81, es decir la concentración aumenta entre el más bajo y el promedio en 5.78 veces. Lo que implica que el efecto del monopsonio es enorme entre municipios (¡29.4 por ciento salarios más bajos por el efecto monopsónico!).
Para la tercera premisa que dice que las empresas presentan ganancias extraordinarias, podemos ver que en México el pago al capital del valor agregado total a la economía está completamente invertido. En el 2021 (último dato disponible para todos los países), se pagaba el 66 por ciento al capital, mientras que el trabajo sólo se llevaba el 27 por ciento.15El número no suma 100 por ciento por los impuestos. Esto contrasta visiblemente con países como Estados Unidos, donde el pago a capital es de 42 por ciento y el pago al trabajo es 54 por ciento; pero aun comparando con otros países similares, como Chile (37 por ciento) y Colombia (34 por ciento), el pago al trabajo en México sigue estando por debajo.
Para la cuarta explicación que indica que la productividad no está vinculada realmente al salario promedio, se puede observar que las altas ganancias de las empresas en México se debe principalmente a la diferencia que hay entre productividad y salarios. En un mercado perfectamente competitivo, la productividad laboral debería de moverse a la par del salario promedio, pero si el grado de monopsonio es alto, la brecha entre ambas variables crece. Para el caso de México, la productividad en el sector industrial ha aumentado más de 160 por ciento, mientras que el salario apenas ha acumulado un alza de 13.2 por ciento (explicado principalmente por los incrementos al salario mínimo de los últimos seis años).
Una vez comprobada la evidente presencia de monopsonio en el mercado laboral mexicano y sus efectos adversos para las y los trabajadores, toca revisar cuál es el efecto del salario mínimo en el empleo. Nuestro estudio (en desarrollo), determinan que el salario mínimo no tiene efectos en mercados competitivos, pero en los mercados monopsónicos tiene un efecto adicional positivo y muy grande.16fn]Munguía, L. F. y Gómez Lovera, M.A. (en desarrollo). “Salario mínimo y monopsonio en México”. Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. Es decir, si el salario mínimo aumenta 100 por ciento, el empleo aumenta 69.7 por ciento más en los mercados monopsónicos que en los competitivos –donde no aumenta casi nada–. En el caso del salario promedio, un incremento del 100 por ciento al salario mínimo se traduce como un incremento del 44 por ciento al salario promedio en un mercado competitivo y en el mercado monopsónico sería 10 puntos adicionales (es decir 54 por ciento).
En conclusión, en México los mercados laborales están altamente concentrados, lo que les da un poder asimétrico a las empresas para determinar el nivel de salario. Es tan alto el grado de concentración, que las ganancias para las empresas en México son extraordinariamente altas si se comparan con el resto del mundo. Políticas laborales como el incremento al salario mínimo, el fortalecimiento de la democracia sindical y reformas como la eliminación de la subcontratación ayudan a equilibrar la balanza entre el capital y el trabajo, aunque aún falta mucho camino por recorrer.
Efectos del salario mínimo en México
El incremento del salario mínimo ha generado importantes beneficios socioeconómicos, especialmente para los sectores más vulnerables, sin desencadenar presiones inflacionarias ni afectar el empleo. Históricamente, existía un mito persistente que afirmaba que «casi nadie percibía este salario», lo cual resultaba contradictorio con el argumento de que su aumento provocaría inflación. No obstante, al analizar cuántas personas recibieron ajustes salariales tras las subidas recientes (como la de 2025, que benefició a 8.4 millones de personas trabajadoras afiliadas en el IMSS), queda claro que este instrumento tiene un alcance significativo.17Conasami, (<)em(>)“Propuesta de fijación del Salario Mínimo 2025(<)/em(>)” (2024), disponible en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/960834/Propuesta_de_fijaci_n_2025.pdf.(<)br(>)
Uno de los impactos más relevantes se observa en el salario promedio real de las personas afiliadas al IMSS, que desde 2018 ha registrado un crecimiento del 25.6 por ciento por encima de la inflación. Este dinamismo ha impulsado el consumo interno: estudios indican que el poder de consumo aumentó un 3.6 por ciento adicional gracias a estas mejoras salariales. Este efecto es aún más pronunciado en regiones como la ZLFN, donde el consumo supera en 10.5 por ciento al de la ZSMG, reflejando la relación directa entre remuneraciones y capacidad de gasto.
En el ámbito de la pobreza, los incrementos al salario mínimo han sido determinantes: de los 5.1 millones de personas que salieron de la pobreza entre 2018 y 2022, 4.1 millones lograron superar esta condición gracias exclusivamente a las mejoras salariales. Esto se explica porque la mayoría de los hogares mexicanos dependen de ingresos laborales formales o informales, lo que convierte al salario mínimo en un mecanismo de redistribución efectivo. Este aumento no solo ha mitigado las carencias alimentarias, sino que también ha facilitado el acceso a servicios básicos como salud y educación.18Luis Felipe Munguía Corella y Marco Antonio Gómez Lovera, “The Minimum Wage Impact on Poverty in Mexico” (2023), disponible en SSRN: https://ssrn.com/abstract=4626139 o(<)a href='http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4626139'(>) http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4626139(<)/a(>)
En materia de equidad, el salario mínimo ha contribuido a cerrar brechas históricas. Desde su revalorización, las personas trabajadoras de menores ingresos experimentaron alzas del 204.6 por ciento en la ZLFN y del 115.0 por ciento en la ZSMG, reduciendo la desigualdad salarial en un 19.7 por ciento. Además, entre 2019 y 2024, la brecha de género en remuneraciones disminuyó un 29 por ciento, con avances más marcados (66 por ciento) en municipios con alta concentración de mujeres en situación de pobreza, demostrando su potencial como herramienta de justicia social.19 Ibid.
En los últimos siete años, los aumentos al salario mínimo han permitido una recuperación significativa de su poder de compra: 133.6 por ciento a nivel nacional y 251.8 por ciento en la región norte del país. No obstante, persisten desafíos. La política salarial y la Conasami enfrentan al menos tres retos. El primero es elevar el salario mínimo a un nivel verdaderamente digno, que no solo cubra lo básico, sino que asegure una vida adecuada para las familias, proponiendo como meta que alcance el equivalente a 2.5 canastas básicas. El segundo desafío es la actualización de los salarios mínimos profesionales, con el objetivo de revalorar el trabajo femenino y reducir la desigualdad de género. Y el tercero consiste en transformar a la Conasami en una institución con un rol más amplio para combatir el monopsonio: además de definir el salario mínimo, también se encargaría de analizar el mercado laboral y erradicar prácticas como el abuso salarial o los contratos que restringen la competencia. Con esto, se lograría equilibrar todavía más el poder entre el capital y el trabajo.
En cuanto al primer objetivo, la Conasami pretende que para el año 2030 el salario mínimo cubra el equivalente a 2.5 canastas básicas, tomando como referencia la utilizada hasta ahora por el Coneval para definir la línea de pobreza por ingresos. No obstante, se reconoce que el ingreso mínimo también debe ser suficiente para cubrir las necesidades de una persona dependiente. En México, una familia típica está compuesta por dos personas que trabajan y dos dependientes económicos. Por ello, se ha planteado que el salario mínimo no solo cubra dos canastas básicas, sino que incluya un 0.5 adicional, permitiendo a los hogares no solo superar la pobreza, sino también ahorrar, invertir en educación y mejorar su bienestar. Para alcanzar esta meta, se propone una ruta de incrementos salariales anuales de aproximadamente 12.4 por ciento, bajo el supuesto de una inflación promedio del 3.5 por ciento en los próximos años. Con esta trayectoria, el salario mínimo nacional alcanzaría los 500 pesos diarios, equivalentes a unos 15,220 pesos mensuales.
El segundo aspecto es particularmente relevante. Actualmente, la Conasami cuenta con una lista de 61 salarios mínimos profesionales. Estos salarios tienen como propósito garantizar un ingreso base para aquellas ocupaciones que carecen de representación sindical o de organización laboral, así como para trabajos que enfrentan condiciones precarias, como la falta de contratos formales o remuneraciones bajas. No obstante, algunas de las profesiones incluidas en esta lista ya perciben ingresos superiores, por lo que no requieren un salario mínimo específico. Además, hay varias ocupaciones en la tabla sin actualización reciente. Por esta razón, este año se trabaja en colaboración con representantes del sector obrero y empresarial para llegar a un acuerdo que permita renovar y adecuar dicha tabla a la realidad actual del mercado laboral.
Finalmente, debido a los cambios en los mercados internacionales y a las particularidades de la economía mexicana, se propone transformar a la Conasami en un Instituto Nacional de Salarios Dignos. Esta iniciativa surge porque México presenta una alta concentración en su mercado laboral de consecuencias muy adversas para las personas trabajadores. Esta situación afecta de manera más marcada a las mujeres, ya que muchas veces se justifica su menor remuneración con argumentos relacionados con la flexibilidad laboral.
El Instituto tendría como función principal identificar, a nivel municipal e industrial, dónde se presentan estas prácticas y emitir recomendaciones a las empresas para que dejen de aplicarlas. Además, se contempla que el instituto pueda llevar a cabo inspecciones y, en caso de persistencia en estas conductas de abuso laboral, imponer sanciones a las empresas involucradas.
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