Cerrando la frontera extractiva
Comentarios desactivados en Cerrando la frontera extractivaHoy en día, más de la mitad de los ingresos por exportaciones de Colombia provienen del carbón y los combustibles fósiles. La industria emplea a unas 100 mil personas, de las cuales una cuarta parte está sindicalizada a través de la Unión Sindical Obrera (USO). En este contexto, la promesa del presidente colombiano Gustavo Petro ha atraído la atención mundial debido a su ambicioso compromiso de poner fin a la producción nacional de combustibles fósiles. Esto no solo requerirá sustituir los ingresos generados por la industria, sino también garantizar la financiación de las infraestructuras y la producción de energía verde. Esto último resulta especialmente difícil para un país sometido a estrictas normas fiscales que obligan a mantener el equilibrio presupuestario. La transición también plantea un enorme reto político: más allá de la movilización de las principales asociaciones empresariales del país, los planes de Petro ya han encontrado resistencia entre sus aliados de la USO, que han expresado su preocupación por la preservación de los medios de vida de los trabajadores.
La gestión de este complejo esfuerzo recae en el Ministerio de Minas y Energía. El exministro de esa cartera, Andrés Camacho, habló para PW. Camacho es un activista de toda la vida, desde el movimiento estudiantil por la educación pública a principios de la década de 2000 hasta el Movimiento por la Paz de las décadas siguientes. Desde julio de 2023 hasta febrero de 2025, Camacho contribuyó al desarrollo de la agenda de transición energética del gobierno de Petro.
En la entrevista, el exministro Camacho reflexiona sobre los planes de descarbonización de Colombia, los avances logrados hasta ahora y los principales obstáculos a los que se han enfrentado estos esfuerzos. Discute la prohibición de nuevos contratos para la exploración de petróleo y gas; del esfuerzo en curso (pero hasta la fecha infructuoso) para crear una «regla fiscal verde» que permita una mayor flexibilidad en la financiación de las energías renovables, así como plantea las bases sociales necesarias para gestionar con éxito la transición y dar a las comunidades un papel en los procesos de producción, comercialización y toma de decisiones relacionados con las energías renovables. Según Camacho, estos movimientos son fundamentales para facilitar la unidad regional más allá de las fronteras de los Estados-nación.
El exministro de Minas y Energía habló con Gabriel Hertland, profesor asociado de Estudios Latinoamericanos, en la Universidad de Albany, SUNY; con Lala Peñaranda, Coordinadora para América Latina de Sindicatos por la Democracia Energética (TUED) y con Julián Gómez-Delgado, doctorando en sociología en la New School for Social Research.
Entrevista con Andrés Camacho
GABRIEL HERTLAND: ¿Podría explicarnos la visión que tenía como Ministro para la transición energética en Colombia?
ANDRÉS cAMACHO: La cancha que nosotros delineamos, donde empezamos a trabajar, es cerrar la frontera extractiva. Nosotros no estamos prohibiendo la explotación ni la exploración de hidrocarburos en Colombia. Lo que estamos haciendo es no aumentarla. Es por esa razón que decidimos no entregar contratos adicionales de los existentes en explotación y exploración de hidrocarburos.
En este momento, hay cerca de 308 contratos, pero vigentes son 300 contratos de exploración y explotación. Esto equivale a 16 millones de hectáreas entregadas para este propósito. Nuestro objetivo ha sido no aumentar la frontera extractiva. Con el espacio que se tiene debe ser suficiente para cumplir la tarea de la transición energética y las metas de descarbonización. En Colombia los sectores críticos han señalado a nuestro gobierno de que no queremos seguir explotando petróleo. Pero no es así, lo que estamos haciendo es explorar y explotar con lo que existe actualmente sin aumentar la frontera extractiva.
Nuestra comprensión del punto de partida para la transición energética para Colombia es que nosotros no somos un país petrolero, como sí lo es Venezuela. Somos un país que depende del petróleo, pero no tenemos los grandes yacimientos que tienen otros países, y eso hace que nuestra economía sea muy dependiente de los hidrocarburos. Entonces, nuestra idea es que no podemos seguir aumentando esa dependencia sin tener grandes yacimientos. Por ejemplo, nuestro país tiene petróleo pesado, y en el mercado internacional las condiciones de mercado para ese tipo de petróleo son más difíciles. Eso nos pone en unas condiciones de competencia complejas.
Estas ideas las teníamos en el programa de gobierno, y cuando llegamos al ministerio tratamos de convertir eso en una hoja de ruta. Fue así como construimos esa hoja de ruta con datos, ciencia e ingeniería, para medir cómo se puede hacer la transición en Colombia sin poner en riesgo la seguridad ni la soberanía energética del país.
Por lo general, los gobiernos contratan consultorías para que haga estos estudios y construya las hojas de ruta. Nosotros quisimos hacer un ejercicio soberano de recuperar capacidades del Estado. Entonces organizamos un equipo de transición energética en el ministerio con profesionales colombianos y personas que tuvieran todas las condiciones técnicas para formularlo. Esa hoja de ruta incluye el análisis de todo: de hidrocarburos, de petróleo, de gas, de carbón, de energía eléctrica y un análisis tanto de la oferta como la demanda. Define las medidas en el mediano y largo plazo que tendríamos que adoptar para llegar a la meta, que es la descarbonización de nuestra economía.
Ese es un documento que está publicado en el ministerio y se llama “Los escenarios de la transición energética para Colombia”. Es un documento importante que no todos los países lo tienen y que hicimos pensando en las dimensiones ambientales y sociales de la transición energética que garantizarían que esta también sea justa.
Y este es el último punto. Una transición energética tiene que ser, en un país como Colombia, una transición justa. Esto implica varios elementos: justicia climática, ambiental, energética y social. En un país que tiene enormes desigualdades, la transición debería ayudar no sólo a superar la dependencia de los hidrocarburos y a bajar los gases de efecto invernadero, sino también ayudarnos a superar la pobreza energética. A partir de eso empezamos a construir las políticas y los programas que hoy están en desarrollo en nuestro gobierno.
gH: ¿Nos puede hablar de los logros que han tenido en el desarrollo de esa hoja de ruta?
ac: Uno de los principales logros es desarrollar el mayor potencial renovable del país. Colombia es un país privilegiado porque está en la zona ecuatorial y tiene abundante acceso a agua, sol y viento. Entonces, nos pusimos una meta que es el plan para instalar 6 gigavatios de energías renovables en el país. Esa meta está en desarrollo, pero hoy tenemos 2 gigas instalados que están entregando energía, especialmente solar, a la red.
Cuando nosotros llegamos había apenas 0.2 gigavatios de energía renovable. Es decir, que en estos dos años y medio multiplicamos por 10 la capacidad de energía solar en el país. Eso se logró con proyectos que venían atrasados y que nos dimos a la tarea de ponerlos en funcionamiento. Este año (2025) la idea es incorporar otra giga más para llegar a tres de la meta. El próximo año la gran apuesta es que entren los primeros proyectos eólicos en funcionamiento. Si entraran los seis gigavatios proyectados, la matriz energética del país sería un 85 por ciento limpia. 1Actualmente, la matriz energética del país es considerada mayoritariamente limpia. Para 2023, la capacidad instalada de generación era de 17.771 MW de energía, alrededor del 70 por ciento de esta se produce a partir de tecnología hidráulica (11.942 MW)
El otro gran logro, especialmente en el componente de justicia, ha sido nuestro programa de comunidades energéticas, que son grupos de usuarios que gestionan, administran y usan eficientemente la energía de fuentes renovables, como la solar y la eólica. Cuando llegamos al gobierno, muchos sectores decían que implementar esas comunidades iba a ser imposible. Pero precisamente lideramos ese programa porque nos permite llevar a comunidades vulnerables la energía más económica que tenemos, que es la solar. Con soluciones solares resolvemos problemas de acceso y de pobreza energética en muchos territorios del país.
Eso nos llevó a que hoy tengamos un programa que es inédito para Latinoamérica. El programa de comunidades energéticas en Colombia es el más exitoso del continente. Cuando sacamos el registro de las comunidades que querían recibir apoyos del gobierno para hacer su propia generación solar, recibimos más de 14 mil postulaciones. Ya tenemos las comunidades identificadas, y están operando 300 comunidades energéticas que se han construido. Están en construcción mil más.
La mayoría de esas comunidades energéticas están en territorios que han sido víctimas del conflicto armado. El programa ha demostrado varias cosas. La transición energética puede servir para superar la pobreza, pero también para desarrollar un plan de electrificación rural, pues actualmente el desarrollo de ese sistema está muy centralizado y todavía hay un 16 por ciento del país sin interconexión eléctrica, sin acceso.
Por otra parte, hemos avanzado en la entrada de nuevas fuentes de energía. Por ejemplo, geotermia: tenemos en desarrollo tres proyectos de geotermia con Ecopetrol, que es la empresa estatal petrolera. También está el proyecto para la incursión en energía eólica costa afuera: tenemos en este momento una subasta para aprovechar la energía del viento costa afuera. Y está el hidrógeno. Construimos todo el ecosistema y el marco jurídico para que Colombia empiece a desarrollar hidrógeno. De hecho, Ecopetrol va a construir la planta más grande de producción de hidrógeno verde del continente: unas 800 toneladas al año. También está lo que nosotros llamamos la gestión de los hidrocarburos, y es garantizar estabilidad. No hemos tenido ni un solo segundo de desabastecimiento de gas, aún en las condiciones difíciles de la declinación de la producción de gas en Colombia. Hoy tenemos un reto con los costos del gas en Colombia. Hay una gran discusión en el país sobre esto, y hemos logrado, incluso con la gestión de Ecopetrol, mantener las reservas del país, demostrando que con los mismos contratos podemos hacer eficiencia en hidrocarburos.
gH: Colombia es un país periférico que no tiene acceso a crédito a niveles suficientes y tiene una regla fiscal estrecha que le impide tener posibilidades de financiamiento. También hay restricciones como que Ecopetrol no puede generar energía renovable a gran escala. ¿Puede explicar un poco esos retos financieros?
ac: Precisamente ese es el tema de la dependencia económica que tenemos con los hidrocarburos. Alrededor del 50 por ciento de los ingresos del país por exportaciones vienen del carbón y del petróleo. Eso implica que debemos desarrollar una transición económica a la par con la transición energética. ¿Cómo reemplazamos esas divisas? ¿Cómo reemplazamos esos ingresos del petróleo y el carbón?
En esa dirección, un gran logro que tenemos es que el turismo supera los ingresos de carbón en el país. Eso es un logro muy importante, porque demuestra que el país sí puede ir avanzando hacia medidas de descarbonización, haciendo más énfasis en que Colombia es un país de biodiversidad por encima de uno petrolero o carbonero. También estamos construyendo un marco fiscal verde, que precisamente apunta a responder a la pregunta sobre cómo descarbonizar la economía superando esa dependencia de recursos.
Pero el espacio fiscal que tenemos es restringido. Por eso el presidente Petro plantea una discusión mundial acerca de las herramientas que pueden tener países como los nuestros para hacer la transición. Colombia tiene una meta bastante grande y necesitamos apoyo internacional que puede venir de cambiar deuda por acción climática. Eso abriría un espacio fiscal para que países como el nuestro tengan condiciones distintas de préstamos. Lamentablemente, eso es una discusión con el capital internacional, que no es sencilla.
Si existieran estas reglas para generar unas opciones de préstamo verde para los países que están haciendo transición energética, nosotros podríamos hacer aún más de lo que ya estamos haciendo. Pero eso es una discusión global de intereses que se escapa de nuestras manos. Por lo pronto, lo seguimos haciendo con los recursos que tenemos disponibles.
gH: Y el reto sobre Ecopetrol y las prohibiciones en la generación de energía renovable.
ac: Ecopetrol, por leyes del pasado y en la manera como se concibió el país económicamente, ha sido un escenario de la implementación del modelo neoliberal en Colombia. Entonces, en su momento se dividió en diferentes ramas la posibilidad del sector energético, por lo que Ecopetrol tiene prohibido generar energía eléctrica.
Es una restricción que existe por ley, frente a la cual hemos liderado una discusión en el Congreso para cambiarla. La idea es que Ecopetrol pueda hacerlo este año si la ley se aprueba. Lo que sí hemos podido hacer es sacar un decreto de autogeneración, en donde Ecopetrol puede generar su propia energía. Entonces, hoy se han inaugurado cerca de 5 parques solares de Ecopetrol que nos van a ayudar a hacer una parte inicial de todo esto: Ecopetrol tiene que ser la primera empresa que haga la transición.
Ecopetrol es la empresa más grande del país y la empresa que más recursos le entrega (11 por ciento del presupuesto nacional). Entonces, si logramos hacer la transición de Ecopetrol, eso se va a traducir en un impacto positivo sobre el país.
Ya hoy se está produciendo energía solar en muchas de las refinerías. Se inauguró un parque solar en la refinería de Cartagena, un parque solar en la refinería de Barrancabermeja y otros en diferentes campos de producción que ya están entregados. Lo que estamos haciendo es la transición energética primero dentro de Ecopetrol, mientras resolvemos esa restricción, y luego llevar la posibilidad de generación de energía de Ecopetrol al resto del país.
gH: Ustedes están intentando hacer esta transición energética bajo las reglas de la democracia representativa, con enormes dificultades por los sectores que se oponen. ¿Qué diría sobre las posibilidades y límites de ser un gobierno de izquierda en una democracia como la colombiana?
ac: La realidad es que nosotros estamos planteando una manera de abordar la transición energética inédita, incluso en la misma izquierda latinoamericana. Diferentes posiciones tienen Brasil, Venezuela y Ecuador. Todo el resto de países, incluso donde hay gobiernos progresistas, tienen una posición de mantener los hidrocarburos, de continuar esta explotación y no ir cerrando la frontera extractiva.
Eso nos pone en una situación todavía más retadora, porque no sólo estamos llevando la contraria frente a lo que en el mundo quieren hacer, sino que incluso al interior de la misma izquierda latinoamericana hay una discusión de cómo abordar el reto de la transición energética. Nuestra única manera de demostrar que es posible es mostrando que el país no ha quedado en bancarrota, que Ecopetrol sigue siendo la empresa más importante del país: que sigue dando dividendos y que la propuesta de transición que hemos desarrollado es posible, sostenible y que podría incluso ser más ambiciosa.
lala peñaranda: Muchos países neoliberales que han impulsado la transición energética lo han hecho por vía de un mercado, con actores privados, en una apuesta que favorece a unas élites. Algo que diferencia el ejercicio que hicieron cuando cuando usted estaba de ministro es que reposicionaron el papel de la clase trabajadora y pusieron en el centro el protagonismo de los sindicatos y los movimientos sociales.
ac: Sí, porque cuando entramos al Ministerio nos preguntamos eso: cómo crear un movimiento capaz de defender estas conquistas de la transición energética justa. Por eso nos dimos a la tarea de identificar cuáles son los sujetos sociales de la transición energética. Nosotros estamos haciendo muchos cambios en Colombia. Por ejemplo, la reforma agraria. La reforma agraria tiene un sujeto de cambio, que es el campesinado. Pero nos preguntamos: ¿y quién defiende la transición energética? Primero, el movimiento de usuarios, los ciudadanos que se ven afectados por los servicios públicos de mala calidad, o por la no existencia de servicios públicos. Nos dimos a la tarea de ayudar a organizar un movimiento de usuarios y usuarias de energía.
Con ese proceso consolidamos un movimiento nacional que se llama el MODEN, que es el movimiento nacional constituyente por la democracia energética. Ese movimiento empieza a posicionar la participación en asuntos de la transición justa.
Hay otras instancias ya organizadas, por ejemplo los sindicatos, que no han tenido maneras de organización alrededor de estos temas. Es decir, ayudamos a crear un instrumento que es este movimiento por la democracia energética, pero también el movimiento que ya se está creando a nivel nacional de comunidades energéticas, en donde todas estas organizaciones que han podido gestionar directamente su energía pueden participar, opinar y ser sujetos de este cambio.
Otro tema que no puede quedar de lado: la minería. En Colombia hay un modelo minero que privilegió a las multinacionales y a los grandes grupos económicos, pero que dejó por fuera a los pequeños mineros tradicionales. Nos dimos también la tarea de ayudar a organizar a los trabajadores, las trabajadoras mineras, y ahí han venido surgiendo esfuerzos de organización de pequeños mineros. Esas fuerzas sociales, dentro del sector minero energético son para nosotros lo que podríamos llamar como ese movimiento de transformación democrática para la transición. Parte de lo que hicimos desde el ministerio fue ayudar a que esas expresiones se pudieran desarrollar, y así garantizar participación.
JULIÁN GÓMEZ-DELGADO: A través de su experiencia en el Ministerio, ¿que aprendió sobre el Estado? ¿Entiende el Estado diferente a como lo entendía antes?
ac: Lo primero fue estrellarnos con la realidad de una frase que a uno le enseñan en su militancia política y es que una cosa es gobernar y otra cosa es el poder. La realidad es que nosotros estamos ejerciendo el gobierno, pero el poder económico en muchos de estos sectores lo mantienen conglomerados económicos de gremios, de empresas, producto del neoliberalismo que entregó toda la capacidad del Estado justamente a lo privado. Nosotros llegamos a asumir un gobierno de cambio con un Estado que ha sido reducido, donde la capacidad estatal se ha llevado su misma expresión, con lo cual hacer el cambio que hemos propuesto ha sido más difícil.
Ahí también hemos logrado dar un paso para recuperar capacidades del Estado. Por ejemplo, la hoja de ruta que mencioné sobre transición energética redactada directamente por el mismo gobierno y no depender de las consultoras. Entonces, ¿qué experiencia me queda? ¿Qué es lo que me queda como lección? Que todavía hace falta mucho por transformar. Ejercer el gobierno todavía no es suficiente para hacer las transformaciones que requerimos. Por eso este es un proceso que debe tener una mayor continuidad, pues no podemos, en 4 años, transformar lo que está detrás del aparataje de quienes realmente tienen el poder de todos estos sectores. Esto es de largo aliento. No es algo que se pueda hacer en 4 años.
De aquí en adelante creo que se abre una agenda de trabajo que no estaba en la órbita de la izquierda y de las fuerzas progresistas. Por lo general, los temas en los que la izquierda ha abordado en nuestro país han sido la salud, temas laborales, las pensiones. Pero ahora esta agenda climática y de transición se vuelve central. Ahora que ya estoy fuera, salgo a trabajar en eso: a continuar esta agenda desde los movimientos sociales.
gH: ¿Nos puede explicar cómo participan los usuarios, los ciudadanos, los trabajadores en las decisiones de energía? ¿Qué diría usted a las personas que dicen que en estos temas son los criterios técnicos los que tienen la última palabra?
ac: En Colombia ese fue un prejuicio que enfrentamos constantemente. Nos han intentado juzgar de que somos poco técnicos, y que somos activistas. Lo que creo es que precisamente es más activismo lo que se necesita. Que la gente esté activa, que tenga opinión. De lo contrario, la transición energética se convierte en una transición desde el escritorio en el ministerio. Para nosotros la participación es fundamental. El año pasado hicimos 50 asambleas de energía y minería donde le preguntamos a la gente de las diferentes regiones: cómo está viendo la transición, cuáles son sus necesidades, les explicamos lo que estamos haciendo. No puede haber una transición justa si restringimos la democracia.
Por ejemplo, en la formación para la creación de una comunidad energética, la gente tiene una escuela de formación en energía. Con pueblos indígenas no vamos a hacer un diseño de ingenieros desde el centro del país, cuando hay usos y costumbres de los pueblos indígenas en la manera en la que quieren que se construyan las cosas. Ahí se incorporan los saberes y las formas de ver la transición de los territorios.
gH: ¿Cuáles deben ser los enfoques de la izquierda al abordar los retos de la transición energética en este momento? ¿Debe enfocarse en ganar representación en el Congreso? ¿Fortalecer el movimiento sindical? ¿Intentar hacer algo a nivel internacional?
ac: Lo más importante en este momento es fortalecer la organización social alrededor de la transición energética. Solo si logramos mantener esa organización social podremos defender lo que se ha alcanzado hasta el momento, pero también proyectar la transición hacia el rumbo que hemos trazado. Luego podemos llevar esta agenda al Congreso, pero desde la base de un movimiento por la democracia energética.
Estamos organizando los comités de democracia energética en todo el país, y en esos comités participa cualquier persona, pero especialmente queremos llegarle a personas no organizadas, gente que vive en territorios donde no hay un sindicato y que su necesidad es la energía. La idea es contarles de qué se trata la transición y por qué es importante para ellos.
Lo que hay que cuidar y priorizar en este momento son (1) las comunidades energéticas, incrementarlas en lo que queda de gobierno. (2) Desarrollar las líneas de transmisión, porque ya la capacidad de generación de energía está, pero la línea de transmisión en la Guajira, que se llama línea Colectora, es el habilitante para que entre la energía que hace falta para completar las metas de transición energética. Y (3) en hidrocarburos el gran reto que tenemos es el gas. Reducir y mejorar la gestión del gas. Para mí, esas son las tres prioridades en las que este último año se debería trabajar: profundizar comunidades energéticas, avanzar en la línea de transmisión de Colectora para los grandes proyectos de generación, y la gestión del gas para garantizar precios eficientes y no tener problemas de desabastecimiento.
LP: ¿Qué gestiones se deberían hacer en cooperación internacional? ¿Hacia qué aliados relacionarnos para avanzar en la transición justa?
ac: Hay una tarea que es el tema de la cooperación entre pueblos más que entre países. Los gobiernos siempre van a estar al vaivén de un debate político, pero hay que ir avanzando en un movimiento latinoamericano que empieza a pensar estas cosas.
Por ejemplo, ya estamos en coordinación con comunidades energéticas en Brasil, con comunidades interesadas en servicios públicos en Argentina, y hay que empezar a organizar un movimiento latinoamericano de temas energéticos.
Queremos que la experiencia que tenemos en Colombia sirva a otros países del continente para ir encontrando las claves de cómo, desde los movimientos sociales, empujamos la agenda de los gobiernos. Luego hay otros retos de lo que debería ser la integración energética latinoamericana, que son líneas de transmisión entre nuestros países para poder empezar a compartir la energía.
gH: Una pregunta de muchos en este momento es la estrategia del Presidente Petro con los cambios de gabinete, entre los cuales usted salió de su cargo. ¿Qué lectura hace de estos cambios en la dirección del gobierno Petro?
ac: Yo tengo una opinión muy personal de lo que significan los cambios que el Presidente ha hecho. El Presidente le está dando la oportunidad a nuevos liderazgos para hacer parte del gobierno.
Yo hago parte de una nueva generación progresista en Colombia y si no hubiera sido porque el Presidente nos dio la posibilidad de participar, de gobernar, no hubiéramos estado ahí. Creo que parte de la rotación que hay tiene que ver con la posibilidad de que más gente pueda probar el ejercicio de gobernar.
De otra parte, hay una estrategia que el Presidente está desarrollando de reconfiguración del gobierno para enfrentar el 2026 porque ya estamos terminando el mandato y él tiene que garantizar que nuestro proyecto político puede continuar en 2026. Eso implica reestructurar el gabinete para que eso pueda ocurrir, y eso ha implicado traer a otras fuerzas políticas que no estaban. También sacar alguna gente para que haga una tarea. Uno de esos soy yo. Yo hablé con el Presidente y él me preguntó qué quería hacer. Y yo le dije, quiero salir a trabajar esta causa de la transición energética, a consolidar el movimiento social. Porque esto siempre nos pasa a nuestros gobiernos lo mismo: si todos vamos al gobierno, las fuerzas sociales quedan a veces sin liderazgos o con liderazgos restringidos, entonces también hay que salir del gobierno para completar una tarea que hay que hacer afuera.