Liberalismo reciclado
Comentarios desactivados en Liberalismo recicladoDesde 1999, Mercosur y la Unión Europea (UE) negociaban un acuerdo de asociación birregional en tres aspectos: comercial, político y de cooperación. En diciembre de 2024, tras un cuarto de siglo de negociaciones, se anunció su conclusión durante la cumbre de Mercosur en Montevideo, con la presencia de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. El acuerdo aún debe someterse a una revisión jurídica antes de ser enviado para la aprobación de los órganos competentes. Por decisión de la Unión Europea, la aprobación se dividió: la parte comercial del acuerdo depende únicamente del Parlamento Europeo, mientras que los componentes político y de cooperación deben ser tramitados en los parlamentos nacionales. Del lado de Mercosur, el texto debe ser aprobado por todos los parlamentos nacionales, pero el acuerdo puede entrar en vigor bilateralmente entre la UE y cualquier país del bloque sudamericano que lo ratifique.
Una versión anterior del acuerdo había sido anunciada en 2019, bajo el liderazgo particular, del lado de Mercosur, de Jair Bolsonaro. Sin embargo, las negociaciones de ese año fueron abandonadas tras nuevas exigencias ambientales por parte de la Unión Europea, que encontraron resistencia en el entonces presidente brasileño, pero fueron interpretadas como proteccionistas incluso por sectores progresistas del Mercosur. Con el nuevo gobierno de Lula, las negociaciones se reanudaron en 2023. Aunque el nuevo texto es más moderado, sigue recibiendo críticas de organizaciones y gobiernos en ambos lados. En la Unión Europea, la resistencia proviene principalmente de sectores agrícolas en Francia, Países Bajos y Polonia, que temen la competencia con los productores de Mercosur. En este lado del Atlántico, las preocupaciones provienen en su mayoría de la sociedad civil y la academia, centrándose en el potencial del acuerdo para reforzar la primarización de la pauta exportadora de los países del bloque y debilitar los actuales esfuerzos de reindustrialización. Algunos de los cambios de la versión actual en comparación con la de 2019 incluyen una mayor flexibilidad para la implementación de políticas públicas y requisitos en compras gubernamentales, compromisos ambientales más estrictos y nuevos instrumentos de revisión y reequilibrio, además de plazos más largos para la liberalización del comercio o la reducción arancelaria en determinados sectores.
Maria Fernando Sikorski, editora de Phenomenal World, conversó con Marta Castilho, coordinadora del Grupo de Industria y Competitividad de la Universidad Federal de Río de Janeiro (GIC-UFRJ) y profesora de Economía en la misma institución, sobre las perspectivas del acuerdo para Mercosur y, en particular, para Brasil, así como sobre los riesgos que la liberalización comercial representa para el desarrollo nacional y regional en el lado sudamericano.
Entrevista con Marta Castilho
Maria Sikorski: ¿Podría describir los cambios en el entorno político y económico desde el inicio de las negociaciones de la asociación en 1999 hasta su conclusión en 2024? ¿Por qué el acuerdo siguió siendo relevante y cómo han cambiado las relaciones comerciales entre Mercosur y la Unión Europea (UE) a lo largo de este tiempo?
Marta Castilho: Este acuerdo comenzó a negociarse en un momento en que la Unión Europea era un bloque de 15 países. La perspectiva de Mercosur era obtener acceso a la Unión Europea de entonces con ciertas ventajas en comparación con Europa del Este, que en esa época tenía una estructura industrial relativamente similar a la nuestra, pero que con el tiempo se integró fuertemente con la industria de Europa Occidental. Ese quizá haya sido el cambio más significativo desde el inicio de las negociaciones, ya que en aquel momento el panorama era algo más prometedor para nuestra industria.
Desde el comienzo, sin embargo, siempre quedó claro—y esta fue una de la razones de la demora en las negociaciones, al menos hasta mediados de la década de 2010—que Mercosur veía en el acuerdo una posibilidad de aumentar sus exportaciones de productos agrícolas. Por lo tanto, el apoyo interno al acuerdo provenía principalmente de los sectores vinculados al agronegocio, mientras que la industria, en cambio, era más cautelosa, defendiendo una apertura comercial más gradual por temor a la competencia europea.
Además, es importante recordar que las empresas europeas tienen una fuerte presencia en nuestra región, con numerosas filiales de multinacionales establecidas aquí, y su postura también ha variado a lo largo de las negociaciones. Por ejemplo, una de las mayores productoras de pollo del mundo es una empresa francesa con operaciones en nuestra región. Hubo un momento en que esta empresa defendía la liberalización del comercio—lo que contrasta con las quejas actuales de los franceses—porque les interesaba producir el pollo aquí y exportar la carne a Europa. Estas fluctuaciones ocurrieron en diversos sectores. La industria automovilística es otro ejemplo importante, al igual que el sector químico y varios de sus subsectores, debido a la fuerte presencia de empresas europeas en nuestra región. En general, en Europa hubo un gran interés en la apertura del mercado de productos industriales de Mercosur, más allá de facilitar los flujos de servicios. En contrapartida, se observaba una resistencia aumentada a la entrada de productos agrícolas.
MS: En 2019, se anunció una versión anterior del acuerdo, pero no fue ratificada por el Parlamento Europeo. ¿Cuáles son los principales cambios en el texto actual?
MC: Un factor relevante es que, en los últimos cinco años, entre la versión de 2019 y la de 2024, tuvo lugar la pandemia. En 2019, los países europeos ya daban señales de una reactivación de las políticas industriales, con nuevas estrategias relacionadas con la industria 4.0, la digitalización y otros avances. La pandemia evidenció ciertas vulnerabilidades en estos países y los llevó a incorporar explícitamente políticas orientadas a la internalización de la producción y a la ampliación de la autonomía de ciertos sectores y segmentos con respecto al exterior. Esto modificó los intereses comerciales de la UE en torno al acuerdo, así como los términos de la negociación entre los dos bloques.
Un reflejo de esto es el interés por los minerales en general y, en particular, por los minerales críticos, ligados al desarrollo de baterías y otras tecnologías asociadas a la digitalización o la descarbonización. En este aspecto, Mercosur es un paraíso, una fuente riquísima de minerales. Uno de los cambios más recientes es el creciente apetito de Europa por minerales provenientes de nuestra región y, en ese sentido, el hecho de que la UE ha comenzado a ver con malos ojos cualquier iniciativa de proteger o gravar las exportaciones de estos bienes. Este es un aspecto nuevo que pasó a formar parte de las negociaciones entre 2019 y 2024, y un punto clave es que Mercosur logró pensar estratégicamente en el sector de minerales críticos y asegurar la posibilidad de imponer algunas condicionalidades.
En Brasil, este es un debate abierto. No es una discusión ya resuelta, y hay posiciones diversas, por ejemplo, entre el gobierno de Minas Gerais y sectores del gobierno federal. Sin embargo, existe un debate sobre el desarrollo de una estrategia para los minerales críticos que vaya más allá de la simple explotación y exportación como materia prima, con la intención de aumentar el grado de procesamiento y, eventualmente, producir baterías y otros bienes internamente.
Otro cambio entre el texto de 2019 y el de 2024 fue la cuestión de las compras públicas. Mercosur logró asegurar la utilización de este instrumento como una política de desarrollo productivo. Europa ha utilizado las compras públicas durante mucho tiempo, pero el acuerdo de 2019 eliminaba la posibilidad de que Mercosur empleara ciertos mecanismos. El bloque consiguió revertir esto y acercar los términos del acuerdo a las reglas ya existentes dentro de Mercosur. Esta fue una de las partes más positivas de la renegociación.
MS: ¿Cuáles son los efectos de la separación de las partes comercial, política y de cooperación del acuerdo, considerando que las cláusulas comerciales entran en vigor tras la aprobación del Parlamento Europeo y de los parlamentos nacionales de Mercosur, mientras que las cláusulas políticas y de cooperación dependen de la aprobación de cada parlamento nacional de la UE?
MC: El acuerdo de asociación refleja una tradición europea de abordar aspectos que van más allá del comercio en negociaciones de este tipo, a diferencia de la tradición anglosajona, por ejemplo. Así, el acuerdo con Mercosur incluye una parte comercial, una de cooperación y otra de diálogo político. Esto es un aspecto positivo porque, por ejemplo, la parte de cooperación puede compensar ciertas pérdidas derivadas de las cláusulas comerciales. La apertura comercial puede ser equilibrada con perspectivas de cooperación para el desarrollo técnico en áreas donde los europeos están más avanzados, como la tecnología, y en otras donde nosotros tenemos potencial de intercambio, como la bioeconomía y la salud tropical.
Lo que ocurre ahora es que, por una cuestión pragmática y estratégica, el acuerdo ha sido desmembrado. Esto se debe a que un acuerdo comercial es más fácil de negociar y aprobar. El trámite, incluso dentro de la UE, es más ágil: si se trata sólo de la parte comercial, no requiere la aprobación de todos los parlamentos nacionales de los Estados miembros. Un acuerdo de asociación en su conjunto necesitaría pasar por todas las instancias nacionales, lo que podría retrasarlo debido a las discrepancias que hemos visto, por ejemplo, por parte de Francia, Polonia y los Países Bajos. Para los europeos, se trata de una cuestión pragmática. Pero, desde mi punto de vista, para Mercosur es un error estratégico, porque el bloque pierde la oportunidad de aprovechar los posibles beneficios de los otros aspectos del acuerdo, especialmente el de cooperación.
MS: Porque es posible que sólo se apruebe el acuerdo comercial y los otros aspectos sean postergados indefinidamente.
MC: Exactamente, porque no hay necesidad de aprobarlos. No se va a someter a votación algo que se sabe que no será aprobado. Los intereses europeos ya están contemplados en el acuerdo comercial. Por ejemplo, algunas reglas ambientales incluidas en el texto actual no comprometen las principales legislaciones europeas, como el mecanismo de ajuste de carbono en frontera—el CBAM—y el mecanismo de reforestación: estos quedan fuera del acuerdo comercial.
MS: Quiero hablar sobre los principales aspectos del acuerdo comercial y cómo impactan a diferentes sectores del Mercosur. ¿Podemos comenzar por la cuestión de los aranceles y las cuotas arancelarias?
MC: El acuerdo comercial abarca numerosas disciplinas. Una de ellas es la de aranceles y cuotas arancelarias (aunque las cuotas sean, técnicamente, barreras no arancelarias, ambos temas suelen tratarse conjuntamente). Las cuotas se utilizan con frecuencia en los productos agrícolas: se aplica un arancel bajo a una cantidad determinada de exportaciones dentro del acuerdo y, una vez superada esa cantidad, el arancel pasa a ser el mismo que se cobra a otros socios comerciales. Entre los países del Mercosur, se adopta un arancel común para los productos agrícolas. En el acuerdo actual con la UE hay una variedad de cuotas arancelarias para distintos productos, un aspecto que fue mantenido del texto de 2019. En algunos casos, la cuota aumentó y la tarifa dentro de la cuota disminuyó, pero en otros, aunque la tarifa dentro de la cuota se redujo, la cantidad establecida es menor a lo que ya exportábamos en 2019 y 2020. Además, existen mecanismos que permiten a los europeos revisar esas cantidades—otro aspecto que se mantuvo del texto de 2019. Por lo tanto, existe una posibilidad de mejorar el acceso de Mercosur al mercado agrícola de la UE, pero la liberalización no es tan amplia como algunos sectores esperan o anuncian.
MS: ¿Considerando el volumen que ya exportamos?
MC: Exactamente. Pero algunos sectores se benefician. Los productores de carne bovina, por ejemplo—no es casualidad que los productores franceses estén tan reticentes, porque es uno de los productos en los que se amplió la cuota y se redujo la tarifa. El arroz, por ejemplo, es un producto cuya cuota fue reducida, pero con una disminución arancelaria. Hay situaciones diversas según el producto agrícola.
MS: ¿Y en relación con los productos industriales del Mercosur?
MC: Ese es nuestro mayor problema, por diversas razones. Los aranceles para los productos industriales en Europa ya son muy bajos: en general, rondan el 5 por ciento, mientras que los nuestros están en torno al 13 por ciento. Lo que ganamos con la reducción arancelaria en Europa es muy poco, y ellos ya tienen acuerdos comerciales con muchos otros países. Nuestro margen de preferencia es menor.
Además, hay un problema de asimetría muy grande. Tanto en términos de competitividad como en el tamaño de los sectores industriales. No tenemos la competitividad suficiente para “invadir” los mercados europeos, mientras que el potencial de ganancia de Europa con la liberalización es mucho mayor.
MS: La impresión general de las evaluaciones críticas sobre el acuerdo es que, en el caso de Mercosur, el agronegocio se beneficiaría en exceso y la industria saldría perjudicada. Pero, según lo que está diciendo, el sector agrícola no necesariamente se beneficia tanto, salvo en ciertos productos.
Ante esto, ¿cuáles serían las condiciones para la implementación de este acuerdo que permitirían que la industria sudamericana se beneficie, o al menos que el impacto negativo de la competencia con la industria europea sea mitigado?
MC: La liberalización comercial y arancelaria ya está acordada y probablemente será implementada. Es decir, desde el punto de vista comercial, hay poco por hacer. Lo que necesitamos ahora es, por un lado, incentivar la productividad y la competitividad de la industria local—y eso es una tarea nuestra: desarrollar políticas industriales y de desarrollo productivo, utilizar las compras públicas de manera estratégica, implementar políticas tecnológicas—y, por otro lado, eventualmente emplear algunas herramientas de ajuste previstas en el propio acuerdo, como el mecanismo de requilibrio. En esta última versión del texto, se han añadido ciertos mecanismos destinados a corregir posibles “inundaciones” de productos, es decir, ingresos repentinos y masivos de productos en determinados sectores. Aún no se han definido los instrumentos específicos, pero al menos el acuerdo prevé la posibilidad de ajustes.
Sin embargo, habrá competencia entre nuestra producción industrial y la europea. Lo que podemos hacer es utilizar los instrumentos internos disponibles para mejorar la competitividad de nuestra producción y aprovechar los mecanismos comerciales existentes, tanto nacionales como aquellos previstos en el acuerdo.
MS: Siguiendo con el tema de la competitividad, los aranceles aduaneros, especialmente para países como los de América del Sur, son un instrumento clave para la protección y el fortalecimiento de la industria nacional. ¿Un acuerdo comercial de esta naturaleza con la UE no socava los esfuerzos de reindustrialización en la región?
Las empresas europeas tienen superioridad tecnológica y productiva, acceso a crédito en condiciones más favorables y mayores incentivos estatales. En cambio, las empresas brasileñas, por ejemplo, enfrentan tasas de interés muy altas, escasez de crédito, inestabilidad cambiaria y deficiencias logísticas y de infraestructura. Los aranceles podrían compensar, aunque sea parcialmente, la falta de competitividad de la industria brasileña y sudamericana. ¿No estamos renunciando a una herramienta clave de política industrial? ¿Existe el riesgo de que el acuerdo refuerce el proceso de reprimarización de la economía brasileña, un patrón que se ha consolidado en las últimas décadas?
MC: Totalmente. El acuerdo lo hace tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, a través de la reducción arancelaria. Aunque se ha extendido un poco el calendario de reducción de aranceles para automóviles, especialmente para aquellos con nuevas tecnologías—por ejemplo, la eliminación de aranceles para vehículos eléctricos puede tardar hasta 30 años—, la versión actual no revisó la reducción arancelaria que ya se había prometido en 2019. Hemos renunciado a una herramienta que nos habría permitido fortalecer la industria nacional frente a un socio comercial fuerte, lo que hace que la tarea de la reindustrialización sea aún más difícil.
Pero más allá de los aranceles, hay otras cuestiones clave, como las compras públicas y la propiedad intelectual. Estas están más relacionadas con estrategias a largo plazo. Es una victoria para Mercosur haber asegurado el instrumento de compras públicas. Y es importante destacar que esto ha sido un punto fuerte del actual gobierno brasileño, que insistió mucho en ello. Ahora comenzaremos a utilizar este instrumento de manera explícita, como lo hacen los países desarrollados. Las compras públicas son un mecanismo muy interesante porque no sólo permiten al Estado incentivar determinados sectores a través de márgenes de preferencia y condicionalidades, sino que también pueden inducir ciertos comportamientos. Por ejemplo, si se exige que las compras públicas sean sostenibles, las empresas que proveen insumos al Estado tendrán que adoptar prácticas sostenibles. Y esto también se aplica a las empresas extranjeras, no sólo a las nacionales: si una empresa extranjera quiere ser proveedora del Estado, se le puede exigir, por ejemplo, que realice transferencias tecnológicas.1
En cuanto a la propiedad intelectual, tengo la impresión de que no hubo avances ni retrocesos con respecto a las tendencias de 2019, que simplemente establecían compromisos un poco más estrictos que los ya asumidos por los países en el marco de la OMC.
Comparando con versiones anteriores, parece que hasta 2013 o 2014 el gobierno brasileño tenía una visión estratégica en las negociaciones, marcada por una perspectiva de desarrollo productivo y autonomía. Esa postura se fue diluyendo hasta 2019. Es posible que ahora haya una ligera mejora, pero aún así, muchos de los elementos negociados bajo supuestos bastante liberales siguen presentes en el texto. El capítulo comercial prácticamente no fue modificado.
MS: ¿Cuál podría ser el impacto del acuerdo en los intentos de reindustrialización en Brasil?
MC: La cuestión de la reindustrialización y del intento de desarrollar un modelo productivo más dinámico desde el punto de vista tecnológico y con mayor autonomía se ve comprometida por la parte comercial del acuerdo. Algunas disposiciones—como las compras gubernamentales, por ejemplo—y ciertos mecanismos de salvaguardia y reequilibrio representan avances en comparación con 2019. Pero no son suficientes.
Algunos factores clave para Brasil son el hecho de que contamos con un gran mercado consumidor y que somos una plataforma de exportación para América del Sur. Por lo tanto, corresponde a los gobiernos brasileños intentar imponer algunas condicionalidades para compensar las pérdidas a lo largo de la vigencia del acuerdo. El sector de los minerales es un ejemplo claro. El gobierno puede ejercer control sobre las condiciones de explotación de los minerales en territorio nacional. Existe cierto margen de maniobra para negociar con los inversionistas; por ejemplo, estableciendo que ciertos beneficios solo podrán ser aprovechados si se agregan más etapas de producción dentro del país. Pero esto dependerá de cómo se gestionen aquí los instrumentos de política industrial, tecnológica, fiscal y tributaria. También dependerá de las condiciones macroeconómicas, del crecimiento, de las tasas de interés, entre otros factores.
Además, es fundamental que el gobierno brasileño comparta los beneficios que obtiene con los demás países del Mercosur. El problema de este acuerdo es que tiende a reforzar una especialización regresiva cada vez mayor, un proceso que se ha intensificado desde los años 2000 en Brasil y en la región. Si comparamos las exportaciones brasileñas a la UE en 2003, 2013 y 2023, es evidente la creciente primarización de la pauta exportadora. Y el acuerdo tiende a consolidar aún más nuestra especialización en productos agrícolas y minerales.
Principales productos exportados por Brasil para la Unión Europea en 2003, 2013 y 2023.
Posição | 2003 | 2013 | 2023 |
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1 | Soya, incluso triturada | Minerales de hierro y sus concentrados, incluidas las piritas de hierro calcinadas (cenizas de piritas) | Aceites crudos de petróleo o de minerales bituminosos |
2 | Tortas y otros residuos sólidos de la extracción del aceite de soya | Tortas y otros residuos sólidos de la extracción del aceite de soya | Tortas y otros residuos sólidos de la extracción del aceite de soya |
3 | Minerales de hierro y sus concentrados, incluidas las piritas de hierro calcinadas (cenizas de piritas) | Soya, incluso triturada | Café, incluso tostado o descafeinado; cáscaras de café; sucedáneos del café con contenido de café en cualquier proporción |
4 | Jugos de frutas (incluidos los mostos de uva) o de productos hortícolas, no fermentados, sin adición de alcohol, con o sin adición de azúcar u otros edulcorantes | Café, incluso tostado o descafeinado; cáscaras y películas de café; sucedáneos del café con contenido de café en cualquier proporción | Soya, incluso triturada |
5 | Café, incluso tostado o descafeinado; cáscaras de café; sucedáneos del café con contenido de café en cualquier proporción | Pastas químicas de madera, a la soda o al sulfato, excepto pastas para disolución | Minerales de cobre y sus concentrados |
6 | Pastas químicas de madera, a la soda o al sulfato, excepto pastas para disolución | Aceites de petróleo o de minerales bituminosos, excepto aceites crudos; preparaciones no especificadas ni comprendidas en otras posiciones, que contengan en peso un 70 por ciento o más de aceites de petróleo o de minerales bituminosos, los cuales deben constituir su elemento principal | Minerales de hierro y sus concentrados, incluidas las piritas de hierro calcinadas (cenizas de piritas) |
7 | Carnes y despojos comestibles, frescos, refrigerados o congelados, de aves de la posición 0105 | Aceites crudos de petróleo o de minerales bituminosos | Pastas químicas de madera, a la soda o al sulfato, excepto pastas para disolución |
8 | Alumínio en formas brutas | Jugos de frutas (incluidos los mostos de uva) o de productos hortícolas, no fermentados, sin adición de alcohol, con o sin adición de azúcar u otros edulcorantes | Jugos de frutas (incluidos los mostos de uva) o de productos hortícolas, no fermentados, sin adición de alcohol, con o sin adición de azúcar u otros edulcorantes |
9 | Aceites crudos de petróleo o de minerales bituminosos | Tabaco no manufacturado; desperdicios de tabaco | Aceites de petróleo o de minerales bituminosos, excepto aceites crudos; preparaciones no especificadas ni comprendidas en otras posiciones, que contengan en peso un 70 % o más de aceites de petróleo o de minerales bituminosos, los cuales deben constituir su elemento principal |
10 | Tabaco no manufacturado; desperdicios de tabaco | Minerales de cobre y sus concentrados | Ferroaleaciones |
Elaboração: GIC-IE/UFRJ com dados da SECEX.


Por esta razón, es fundamental fortalecer la articulación industrial regional dentro del Mercosur. Aunque existen dificultades políticas evidentes, en algunos sectores hay una coordinación efectiva que no sólo no debe perderse, sino que debe reforzarse, incluso a través de mecanismos como las compras públicas o fondos regionales, para que el bloque entre en esta «asociación» con la UE de manera más cohesionada. El gobierno uruguayo, por ejemplo, está muy satisfecho con el acuerdo, sobre todo porque el gobierno liberal que participó en las negociaciones veía con buenos ojos la especialización. Uruguay exporta carne y su sector no enfrenta los problemas ambientales que marcan la producción brasileña en la Amazonia y el Cerrado. Entonces, si Brasil quiere obtener beneficios del acuerdo, lo ideal es que se articule con sus vecinos y cree estrategias que permitan redistribuir parte de las ganancias, fomentando alianzas con estos países e incentivando la producción industrial dentro del bloque.
MS: La posición oficial del gobierno brasileño es que el acuerdo ofrece una serie de ventajas para el Mercosur. Entre ellas, el Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios destaca un mayor acceso al mercado europeo—lo que también atraería más inversión extranjera directa—, la reducción del costo doméstico de insumos y bienes de capital para la industria—ya que podríamos importarlos sin aranceles—y el aumento de la competitividad de nuestros productos en el mercado internacional, fortaleciendo la diversificación de socios comerciales, la modernización de la industria, la integración con las cadenas productivas de la UE y el interés de otros actores en firmar nuevos acuerdos con Mercosur para acceder a este mercado. ¿Cómo ve este argumento?
MC: Este es un argumento muy antiguo sobre la liberalización comercial. Es el mismo que se utilizó en los años 90: que podemos importar para exportar, que liberalizar las importaciones puede generar ganancias de productividad debido a la adquisición de insumos y bienes de capital más baratos, lo que haría que la industria nacional ganara competitividad y que el país se convirtiera en exportador de productos industrializados. Lo que ha sucedido desde entonces es que Brasil y la región se han convertido progresivamente en exportadores de bienes menos sofisticados. Es decir, desde que llevamos a cabo un gran experimento de liberalización en la década de 1990, no hemos visto evidencia de los efectos positivos de una apertura comercial sobre las exportaciones.
No creo que ahora vayamos a presenciar un gran círculo virtuoso de crecimiento en la economía brasileña, impulsado por la inversión extranjera directa o por la ganancia de competitividad de las exportaciones debido a un mayor acceso a insumos europeos, especialmente en el contexto actual. ¿Vamos a participar en las cadenas de valor europeas? No. Europa ya tiene sus cadenas productivas establecidas y está tratando de protegerse de la entrada de los chinos y de otros países asiáticos. Está intentando consolidar sus cadenas dentro del espacio europeo tanto como sea posible. Lo que haremos es especializarnos aún más en proveer materias primas para estas cadenas. La inversión extranjera que podemos recibir estará relacionada con empresas que vienen aquí a aprovechar algunos factores internos que tenemos, como los recursos naturales y un significativo mercado consumidor regional. Pero esto no implica automáticamente una modernización de la industria ni una integración con las cadenas productivas europeas.