10 de febrero de 2024

Entrevistas

Milei y el mundo

Una entrevista con Maia Colodenco sobre la política exterior de Argentina

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Al nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, no le llevó mucho tiempo ponerse los guantes en la arena internacional para mostrar cómo es la política exterior de un libertario. Con Brasil y China, que son los dos socios comerciales más importantes del país, ya ha creado conflictos, como la presencia del expresidente brasilero, Jair Bolsonaro, en su posesión presidencial. O las relaciones que ha empezado a tener con Taiwán, como la reunión con representantes de la oficina comercial de Taiwán o el encuentro de la ministra argentina de asuntos exteriores, Diana Mondino, con la representante de Taiwán en Buenos Aires.

Milei se considera un “anarcocapitalista” y buscará estrechar lazos con lo que llama “mundo libre”, pero esa carga ideológica sobre la política exterior argentina se choca con unas relaciones de dependencia concretas con el Fondo Monetario Internacional alrededor de la deuda que tiene contraída con ese organismo, y también de la creciente importancia de China en la economía Argentina. Las primeras confrontaciones que ha elegido con otros líderes en el continente, y el distanciamiento de foros como los BRICS y Mercosur muestran que Milei quiere rápidamente elegir sus enemigos, pero estas peleas le podrían salir costosas. 

Para discutir sobre las primeras puntadas de la política exterior del gobierno de Javier Milei hablamos con Maia Colodenco, quien fue Jefa de la Unidad de Asuntos Internacionales del Ministerio de Economía de Argentina, en el gobierno de Alberto Fernández. Representó a la República Argentina en el G20 y se desempeñó como consultora del Banco Interamericano y como Asesora Principal del Director Ejecutivo por Argentina del Banco Mundial, con sede en Washington. En 2019 fue nombrada jefa de la Unidad de Asuntos Internacionales del Ministerio de Economía. 

Una entrevista con Maia Colodenco

CAMILO GARZóN: Algunos miembros del equipo económico de Milei que ya fueron anunciados son también perfiles de asesores económicos que venían de trabajar con Macri, como Luis Caputo, el ministro de Economía, o Santiago Bausili, del Banco Central. ¿Qué lectura hace de ese primer círculo de asesores económicos de Milei y cómo cree que influyen en su política económica? 

Maia colodenco: Obviamente Milei llegó al gobierno ganando el balotaje, pero necesitó de fuerzas de coalición que lo ayudaron a acceder al triunfo. Ahí se ve cierta negociación de continuidad con esas fuerzas que lo ayudaron a llegar al poder, pero creo que también Milei ve, comparado con sus nichos de campaña y viendo cómo está el país en términos económicos, que es necesario cierto pragmatismo en términos macroeconómicos. Es la “moraleja” que queda de cuando Macri entró al gobierno, al haber introducido políticas de shock que no salieron bien.  

Había ciertos desequilibrios macroeconómicos al finalizar la gestión de Alberto Fernández que había que resolver, que todavía existen y no han sido abordados. El análisis, por ejemplo, de las cuestiones cambiarias, el cepo cambiario (ese conjunto de restricciones al acceso de divisas extranjeras en Argentina, y que se aplica desde 2011) sigue estando vigente. Todavía no hay una política clara de cómo van a unificar las monedas comparativamente con el dólar. Frente a estos desafíos, en lugar de cancelar el Banco Central, pusieron a cargo una personalidad que es muy conocida en el sector de los mercados, como es Santiago Bausili, que hoy es presidente del Banco Central. Ahí se ve cierto pragmatismo y también se ve, de alguna manera, una tendencia o un foco hacia la dolarización, como tratar de dolarizar los pasivos del Banco Central, lo cual puede ser un camino hacia una posible dolarización de la economía. 

Así que puedo ver algunas políticas más de shock en otros sectores del campo político, pero en lo económico esa continuidad de algunas figuras dentro del sector quizá marque un cierto pragmatismo. La negociación de la deuda externa con el Fondo Económico Internacional (FMI) seguramente tiene algún rol en esta decisión macroeconómica que va en la línea de medidas de continuidad.

CG: ¿Cómo cree que se va a desarrollar el tema de la renegociación de la deuda externa y la relación del país con el Fondo Monetario Internacional en este gobierno? 

MC: Siempre las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional son complicadas. El antecedente es que, en 2018, el gobierno de Macri tomó la deuda más grande del FMI en su historia. Es también el crédito más importante asumido por el gobierno en toda la historia argentina. Es una deuda que alcanza los 45 mil millones de dólares. Yo creo que hasta para el Fondo es un tema a resolver y quedar en buenos términos con Argentina. 

En el gobierno de Alberto Fernández, donde trabajé, Martín Guzmán, su primer ministro de Economía renegoció la deuda con el Fondo de una forma en la que creo que le servía a la Argentina.1 Esto porque no implicaba políticas de ajuste, y permitía refinanciar la deuda sin ninguna reforma laboral o sin privatización de empresas públicas. Paraba el gasto, pero no era regresivo. Guzmán empezó la negociación, a diferencia de otros casos en el mundo, primero con los acreedores privados de acuerdo a los vencimientos, con un análisis de restauración y de  sostenibilidad, y luego negoció con el FMI. Eso es algo que de esta manera no se había hecho nunca y se logró cambiar. En comparación con algunas de las políticas actuales que se están promoviendo, creemos que el programa que en su momento había negociado Martín Guzmán tenía la intención de que el acuerdo fuera un ajuste paulatino, de acuerdo a cómo iban evolucionando los factores en Argentina y poniendo en la agenda el tema de la reducción de los sobrecargos del FMI. 

Obviamente el FMI quiere que los números cierren y no le importa lo que pase con la gente en el país. Por su parte, en el arranque de este gobierno, el objetivo más reciente de la misión del gobierno de Milei, que encabeza Luis Caputo y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, es renegociar los primeros vencimientos de la deuda que Argentina mantiene con el Fondo. Estos ascienden, en total, a 1.950 millones de dólares. Pero hay que ver cómo continúan las nuevas medidas internas en el país que Javier Milei está proponiendo y que se están discutiendo en el Congreso, pues estas podrían impactar también la negociación con el FMI.

Entre estás están las reformas de las jubilaciones de la gente, la reducción de los planes sociales, que ocupan gran parte del gasto público. La reforma de los sistemas de salud, así como todo lo que tiene que ver con la reducción a los subsidios eléctricos y del transporte. Estas reformas, indirectamente, impactan la relación con el FMI en tanto que lo que buscan es reducir el gasto público con esos ajustes, y así pretenden lograr unos objetivos de reducción de déficit fiscal. Depende de qué variables toquen, si recargan el logro de estos objetivos vía cantidad de empleo o vía menos consumo y menos estímulos a la economía. Pero el FMI claramente va a felicitar a Milei si se logra reducir el déficit fiscal. No creo que le importe cómo se haga mientras se haga y se vea el numerito creciendo.

CG: Por otro lado está la presencia de Argentina en ciertos foros económicos globales, pues justo el país viene de participar del Foro de Davos. ¿Qué lectura hace de la intervención de Milei en su discurso y cómo siente que fue interpretado por otros jefes de Estado, pero también por otros personajes como Elon Musk, que alabó su intervención?

MC: Sí, claramente puedo decir que fue muy elocuente, eso, sin duda. Pero creo que parte de un diagnóstico de la realidad actual equivocado y desactualizado, como de otra época del mundo. Por ejemplo, hay categorías de su discurso que yo entiendo que no funcionan más. Dice que ha fracasado el occidente en lo económico, pero entonces, ¿cuál es la región que no lo ha hecho? Si se está refiriendo al modelo económico del sudeste asiático, ese no es un modelo que a él le guste seguir. Entonces, vemos un poco de contradicción y también un mundo de categorías que viene más de la Guerra Fría, como si hubiera una división tajante entre oriente y occidente, pero actualmente el mundo está multipolarizado. Los actores están mucho más atomizados, hay mucho más conflicto en el mundo, pero este no pasa por una cruzada contra el socialismo, como él lo presenta. 

También me parece que el diagnóstico es equivocado en el sentido del autoreconocimiento del rol que cumple Argentina a nivel nacional e internacional. Un país como Argentina, latinoamericano, grande, no es un país insignificante, pero tampoco es un país de carácter sistémico en la economía internacional. La verdad es que estamos en un montón de foros internacionales y podemos hacernos escuchar la voz siempre, pero me parece que el diagnóstico del rol de Argentina también está fuera de contexto. Para varios líderes habrá parecido pintoresco, a otros los habrá desencajado su forma de hablar y sus comentarios fuera de protocolo. 

Una de las tendencias que se ven en el escenario internacional es que hoy en día el sector privado tiene un peso notorio, y por eso un foro como el de Davos es importante. Vimos antes su poder en las discusiones sobre la reestructuración de la deuda. El país tiene que entender que no solo se mueve en relaciones con actores estatales, sino que hay un sector privado en distintas áreas que tiene tanto peso e iniciativa como ciertos países, pero eso no hace que Milei deba solamente enfocarse en los privados como unidades independientes y autosuficientes. Muchos de los desarrollos, como en el sector de los autos eléctricos, fueron impulsados por grandes agendas de desarrollo e inversiones estatales amplias. Un tipo como Elon Musk puede celebrar todo lo que quiera la libre iniciativa de las empresas, pero su crecimiento en distintos sectores ha sido facilitado por el Estado, así que veo también en esa celebración unilateral de los emprendedores contra el Estado contradicciones en su discurso. Yo creo que a Milei le faltó entender un poco a la audiencia de Davos, que está compuesta de ambos actores, de empresarios y representantes de los Estados. 

CG: Conectando con esos otros foros, me parece interesante la relación que ya va esbozando Milei de un alineamiento con Estados Unidos e Israel, y en cambio un distanciamiento con Brasil y con China. ¿Cómo cree que esos cambios de prioridades impactan su presencia en un foro como el de los BRICS?

El gobierno argentino ya anunció que ha rechazado la invitación a sumarse a los BRICS en una carta formal a los mandatarios de esos países, con lo cual en esta ocasión ya no hará parte de ese grupo clave de diplomacia paralela a las instituciones del norte global. Claramente, como dije antes, a un país como Argentina le sumaría estar en más foros de debate internacional, sobre todo los económicos. La participación en esos foros implica una gimnasia diplomática y de poder que es muy útil, pues puede incluso después repercutir en apoyos en distintos tipos de acuerdos logrados en cada foro.  

En el gobierno de Alberto Fernández trabajamos mucho, por ejemplo en el G20. Muchos acuerdos que lográbamos tener en el G20 pedíamos trasladarlo al FMI o a Naciones Unidas. Todo ese trabajo personalizado en cada foro ayuda y va construyendo una relación con otros Estados, por lo que creo que es un error no sumarse, y también en ese distanciamiento creo que Milei parte de un diagnóstico equivocado, llevándole a sobrerreaccionar diplomáticamente. Incluso el Departamento de Estado de Estados Unidos ha dicho que no le pediría a los países que no se sumen a los BRICS

La reciente incorporación de Irán en el foro de los BRICS es lo que desató más claramente la oposición de Milei, y motivó su salida de la eventual incorporación más que un distanciamiento formal con China. Pero es un error, en todo caso, porque la Argentina tiene que mejorar las relaciones comerciales con los que son sus principales principales socios, Brasil y China.

En el Mercosur hay que ver que pasa, porque aún no se han dado reuniones tan formales. Entiendo que la canciller, Diana Mondino, estuvo recientemente reunida con miembros de ese foro en el marco de las negociaciones alrededor de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Esto a pesar de que Milei había hablado el año pasado que al Mercosur había que eliminarlo porque era una unión aduanera defectuosa. Mondino ha matizado esas declaraciones y habla de “modernizar” Mercosur, y dice que la relación de los cuatro países miembros debe cambiar para reducir la cantidad de barreras aduaneras que hay entre los países. En otro frente, que es el de la OCDE, Argentina sí va a insistir en unirse a este organismo. La cuestión es si la OCDE va a aceptar su ingreso.

Yo creo que Argentina no tendría que elegir su presencia en uno u otro foro, y podría estar en ambos. Pero ha sido una decisión política de Milei elegir entre los dos, en mi caso, pienso que obedeciendo a una sobrerreacción y a un lineamiento que no ha sido solicitado de manera tácita. Argentina no ha tenido que elegir antes entre China y Estados Unidos. 

Tenemos de hecho muy buena relación con China históricamente a través del swap, que es el acuerdo de intercambio financiero que el gobierno chino tiene con el Banco Central, y que ha sido fundamental para las relaciones económicas del país. A su vez, el acuerdo con el Fondo Monetario también ha sido muy importante, de modo que eso muestra que podemos tener muy buenos acuerdos con Estados Unidos a la vez que no son incompatibles con las relaciones con China. 

CG: ¿Puede elaborar un poco más sobre la relación de Argentina con China? ¿Cómo se han visto afectadas estas relaciones por las señales del gobierno de Milei de tener nuevos acercamientos a Taiwán? 

mc: Argentina siempre se ha adherido al principio de una sola China. De la región, solamente Paraguay ha manifestado su reconocimiento a Taiwán como Estado independiente. Desde el 2012 han cambiado las relaciones entre Argentina y China, pues se han dado más inversiones en infraestructura. Sólo entre 2007 y 2020 Argentina ha recibido $10 mil millones en inversiones de compañías chinas, concentradas en energía, minería y el sector financiero. 

Argentina históricamente ha tenido un muy buen vínculo con China. El stock comercial entre ambos países ha sido un elemento central, porque al ser nuestro segundo socio comercial, la posibilidad de tener una línea de crédito para los intercambios comerciales ha sido clave, pues ha permitido dejar de pasar por el dólar directamente en los intercambios de moneda, y por eso ese intercambio de stock creciente. Pero también China ha sido importante para suplementar nuestras reservas internacionales a través de la figura del swap. Además tenemos importantes obras de infraestructura hechas con China: los ferrocarriles, represas en Santa Cruz. Muchas de estas inversiones tienen que ver con la logística de las exportaciones, pero en general se dedican a temas de infraestructura. 

Ya, de hecho, si uno ve donde está poniendo los principales intereses de China a lo largo del tiempo, vemos que ha reducido un poco el papel de Argentina en sus inversiones, aunque seguimos estando entre los tres principales recipientes de inversión extranjera directa en Latinoamérica. Entonces creo que este pivoteo de opinión respecto a China no ha funcionado bien, y claramente a Argentina no le resulta beneficioso perder ese mercado o al menos la amenaza de perder el mercado de China.

CG: Sobre el caso de Brasil, el principal socio comercial, ¿cómo ve que se desarrollará esta relación estando los dos gobiernos tan enfrentados en sus posiciones políticas?

mc: Brasil, como decía, es nuestro principal socio comercial. En el gobierno de Alberto Fernández, Argentina venía realizando mucho trabajo para sostener el Mercosur con el gobierno nacional, porque creíamos que era una instancia que había que modernizar y hacerla más eficiente, pero igual era clave resguardar esta alianza entre los países vecinos. Yo creo que ahora Lula va a ser el guardián de esa relación y el encargado de preservar la instancia del Mercosur, pues no creo que Lula quiera apostarle a crear otras instancias de institucionalidad regional. 

Directamente con Brasil está obviamente el caso inverso cuando estuvo Bolsonaro en el poder.  En ese entonces no había una amistad, pero sí se mantuvieron muchas relaciones, y creo que dado que Brasil es un socio estratégico e histórico no podemos perder ese conocimiento de identidad mutua, de respeto y apoyo. Con otros países vecinos Milei ya ha mostrado que puede tener una actitud más confrontativa cuando están en posiciones políticas distintas. Por ejemplo, ya retiró los embajadores argentinos en Nicaragua, Cuba y Venezuela, y está peleando con Petro, por ahora en redes sociales.

CG: Milei llegó en un momento internacional en el que sus homólogos ideológicos, como Donald Trump o Jair Bolsonaro ya no están en el poder. Cuando en América Latina hubo un bloque en el que convergían políticas de izquierda entre gobiernos como los de Venezuela, Argentina y Brasil, eso eventualmente devino en una institucionalidad regional, como Unasur, el Banco del Sur, etc. ¿Piensa que podría suceder algo semejante si Milei encuentra pares regionales que sean coherentes con sus políticas libertarias?

mc: Yo no he visto trazos de que quiera realizar algo semejante a lo que existió en la llamada ola rosa. No quiere decir que no pueda existir eventualmente, pero yo lo que veo en el caso de una persona como Milei es un carácter anti-institucionalista, por lo que le quedará más difícil desarrollar una institucionalidad regional similar. Es más descreyente de todos estos ambientes multilaterales, como también era Trump y Bolsonaro, y por eso, lo que comparten es esa tendencia en diplomacia a salirse de distintos foros multilaterales. 

A Milei le falta pragmatismo en sus relaciones bilaterales, aunque ha mostrado algo de realismo en algunos temas macroeconómicos. Veremos cómo se reacomodan algunos aspectos de la política internacional, pero veo que Argentina no tiene ni que quedarse en conflictos internacionales, ni sobre reaccionar ante estos. 

  1. Fue Ministro de Economía desde diciembre de 2019 hasta julio de 2022. Posteriormente, Sergio Massa, asumió ese cargo hasta el final del período presidencial de Alberto Fernández.

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