2 de septiembre de 2023

Entrevistas

Definiendo la “Bidenomics”

Ha llegado una nueva política industrial estadounidense conocida como la «Bidenomics», que consiste en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), la Ley de Infraestructura, Inversión y Empleo, y la Ley CHIPS y de Ciencia. Los objetivos declarados de  Bidenomics es impulsar una transición hacia la energía verde para enfrentar el cambio climático, revivir la manufactura estadounidense y la densidad sindical, y controlar el poder económico y militar de China. El presidente Biden ha descrito esta agenda económica como una «ruptura fundamental con la teoría económica que le ha fallado a la clase media de Estados Unidos durante décadas, la economía del derrame» (En referencia a la teoría económica que propone reducir los impuestos a las empresas y los ricos para estimular la inversión empresarial). El asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, la criticó «un conjunto de ideas que defendió la reducción de impuestos y la desregulación, la privatización sobre la acción pública y la liberalización del comercio como un fin en sí mismo», una idea sintetizada en la creencia de «que los mercados siempre asignan capital de manera productiva y eficiente». La administración de Biden, en otras palabras, ha rechazado explícitamente el neoliberalismo, al menos en el nivel de la retórica. 

Está emergiendo un nuevo contexto para la lucha política y económica, pero muchas preguntas aún permanecen. ¿La Bidenomics realmente ayudará a lograr los objetivos críticos de revivir el poder de la clase trabajadora y enfrentar el cambio climático? ¿Hasta qué punto este nuevo paradigma político-económico señala un rompimiento drástico con el neoliberalismo? ¿Qué tan vinculada está la Bidenomics con las preocupaciones políticas de Estados Unidos sobre un dominio Chino y la amenaza de una «Nueva Guerra Fría»? Finalmente, ¿dónde dejan al Sur Global estas políticas?

En la siguiente conversación, Daniel Denvir entrevista a Daniela Gabor, Ted Fertik y Tim Sahay. Daniela Gabor es profesora de economía en la Universidad del Oeste de Inglaterra (Bristol). Estudia desarrollo y deuda con un enfoque crítico de macrofinanzas e investiga el estado capitalista del desriesgo. Ted Fertik es historiador y estratega en el Partido de las Familias Trabajadoras. Tim Sahay es el coeditor de “The Polycrisis”, enfocado en la economía política doméstica e internacional del clima. Escucha la discusión en “The Dig” aquí. La transcripción ha sido editada por razones de longitud y claridad, y es co-publicada con la Revista Jacobin.

Una conversación con Ted Fertik, Daniela Gabor y Tim Sahay

Daniel denvir: Primeramente acuñado por observadores externos, «Bidenomics» es un término ahora adoptado por la administración de Biden. ¿Qué es Bidenomics y qué tiene que ver con la política industrial?

Ted fertik: Desde la perspectiva de la administración, la Bidenomics tiene tres aspectos clave. Primero, hay un aspecto distributivo, sobre la construcción de la economía «desde abajo hacia arriba y desde el centro hacia afuera», que es un rechazo explícito de la economía del derrame. Segundo, hay un aspecto de política industrial sectorial. Tercero, hay un énfasis en la política basada en el sitio, tanto en un sentido global como local, con mucha preocupación por las comunidades que han soportado el peso de la desindustrialización.

La Bidenomics es una nueva mezcla de políticas legislativas y macroeconómicas, desarrollada por élites del Partido Demócrata para contener la amenaza del trumpismo. Es su respuesta a la pregunta que los socialdemócratas se están haciendo en todo el mundo: ¿Por qué el centro no puede sostenerse? Su diagnóstico es que la polarización económica y política fue creada por el régimen político neoliberal de «el ganador se lleva todo», con baja inversión y bajo crecimiento. La brecha entre aquellos con y sin títulos universitarios se amplió (ese es el componente de clase) junto con la brecha entre los «Super Zips» y las áreas suburbanas y rurales (ese es el elemento de sitio), lo que ha creado la  inestabilidad política conocida.

Quieren revertir estas tendencias mediante la búsqueda de una agenda legislativa de inversión para restaurar el crecimiento generalizado. Al retomar el control del Congreso, llevaron a cabo un programa fiscal grande para poner dinero en los bolsillos de las personas y aumentar la suma total de la inversión pública y privada. También, la Bidenomics tiene un componente macroeconómico de mantener un mercado laboral activo con la Reserva Federal apuntando al pleno empleo y arriesgando una inflación por encima del objetivo del 2%. Al juntarse, crearon una economía de alta presión que genera movilidad ascendente para las personas al final de la cola laboral. Las brechas entre las tasas de desempleo negro-blanco y el crecimiento salarial para aquellos con y sin títulos universitarios se han reducido drásticamente.

¿Cómo se diseñan paquetes de gasto con esos objetivos de reversión de desigualdades de clase, sitio y raza? Estas disposiciones políticas incluyen requisitos de «compra estadounidense» y «fabricación en Estados Unidos», subsidios para fabricantes, garantías de préstamos federales para proyectos verdes, incentivos basados en el lugar e I+D pública para impulsar el crecimiento futuro. Incluyen llenar el terriblemente irregular sistema de bienestar a través de créditos fiscales por ingresos obtenidos, seguro de desempleo y expansión de SNAP (El programa de Asistencia Nutricional Suplementaria). Estos se han emparejado con disposiciones pro-laborales que buscan aumentar la densidad sindical y crear empleos para aquellos sin educación universitaria.

¿Cómo se paga? ¿Se colectan impuestos o se toman préstamos? Aquí la elección fue hacer que los proyectos de ley fueran “pagados» mediante impuestos progresivos a los ricos y cerrando lagunas fiscales de las empresas Fortune 500. Este componente de la Bidenomics no debe ser olvidado. Las diferentes facciones del partido Demócrata, los progresistas y los centristas amigables con Wall Street y Silicon Valley, tuvieron un enfrentamiento en el Congreso sobre los impuestos. Eso redujo el tamaño de los paquetes de gasto, dejando atrás sectores enteros de las prioridades de la bancada Demócrata, como el cuidado infantil, el prekínder, las escuelas, la vivienda y el transporte público. Hay que recordar que la Bidenomics ha sido enormemente disputada y moldeada por las escasas mayorías en el Congreso que intenta mantener.

DD: Hay tres aspectos legislativos clave para Bidenomics: la Ley de Infraestructura de 2021 y la Ley CHIPS y de Ciencia de 2022, y la Ley de Reducción de la Inflación (IRA). ¿Qué pretende hacer este conjunto de legislaciones? ¿Cómo busca expandir la capacidad productiva en sectores particulares para impulsar la transición hacia la energía verde? ¿Y cómo encajan las tres piezas de legislación? ¿Se puede decir, como lo hacen Lachlan Carey y Jun Ukita Shepard, que CHIPS es el cerebro, Infraestructura es la columna vertebral y IRA es el motor? ¿Es realmente coherente esta apuesta?

TS: Esa es una buena metáfora. Aunque no creo que la Casa Blanca de Biden y los senadores Schumer y la presidenta Pelosi hayan tomado una decisión activa de dividir los proyectos de ley, eso les fue impuesto en las negociaciones con los moderados. Sin duda hay una coherencia. La Ley CHIPS y de Ciencia es el «cerebro», porque está destinada a mejorar la investigación y el desarrollo, y vierte dinero en toda la sopa de letras de la ciencia estadounidense: tecnología, medicina, biotecnología y todas las agencias de I+D. Además, esas agencias tienen sus propios institutos de investigación, como los Institutos Nacionales de Salud, que están distribuidos por todo el país, no solo ubicados en los conglomerados de alta tecnología alrededor de Cambridge, Massachusetts o Silicon Valley. Por lo tanto, ayudarían a revertir la polarización al llevar innovación y productividad a otros conglomerados en todo el país. 

En cuanto a la infraestructura, la Ley de Inversión y Empleo es la «columna vertebral» en el sentido de que está destinada a crear la red y la banda ancha rural. Por ejemplo, se han canalizado $60 o $70 mil millones para modernizar la red eléctrica, que en la actualidad no puede manejar la enorme cantidad de energía renovable que necesita ser instalada. La IRA es un «motor» en el sentido de que comprende un enorme arsenal de finanzas públicas para préstamos, subvenciones y créditos fiscales que desarrollan este sistema de energía renovable mientras impulsan el crecimiento manufacturero. Pero legislativamente tienen lógicas diferentes. CHIPS y la ley de infraestructura son bipartidistas, con 14 votos de senadores republicanos, mientras que IRA es exclusivamente de los demócratas. Los proyectos de ley fueron divididos en contra del deseo de los progresistas en el Congreso que perdieron influencia en ese compromiso.

TF: Aunque quizás se ha enfatizado menos en debates recientes, los portavoces de Biden dirían que el Plan de Rescate Estadounidense (ARPA), que se aprobó con una votación puramente partidista en marzo de 2021, sirve como el cuarto proyecto de Bidenomics. Se basa en la idea de impulsar la economía, utilizando el poder fiscal bruto para aumentar la demanda agregada. También incluyó programas como el Crédito Tributario por Hijos ampliado, que apunta hacia la aspiración de la Bidenomics de hacer cambios estructurales en el estado de bienestar de Estados Unidos, aunque estos fueron eliminados de lo que, en últimas, se convirtió en la IRA.

La coherencia de estos proyectos se puede encontrar al entender el conjunto de problemas que se supone que abordan. En una charla anterior que Tim y yo dimos, lo presentamos como un triángulo: lo que significa el ascenso de China para la economía de los Estados Unidos y su «liderazgo global», la cuestión del sistema político estadounidense y las preguntas entrelazadas de desigualdad y populismo, y por último, el clima. Todos estos tres términos interactúan de formas importantes.

DD: Daniela, has argumentado que estas medidas son fundamentalmente defectuosas ya que priorizan una forma estrecha de intervención gubernamental, a saber, la reducción del riesgo de la inversión privada. ¿Qué es la «reducción del riesgo» y por qué no logra llevarnos a donde necesitamos estar en términos de alcanzar cero emisiones y otros objetivos relacionados como aumentar la densidad sindical y elevar los salarios de los trabajadores?

DG: Permíteme retroceder un paso desde la reducción del riesgo y explicar cómo pienso en la Bidenomics como alguien que está por fuera del proceso político interno de los Estados Unidos. En primer lugar, ¿qué reemplaza? Reemplaza una falta de voluntad política para abordar preguntas relacionadas con el clima, el empleo y los derechos de los trabajadores. En segundo lugar, ¿qué ofrece como reemplazo? Algún tipo de intervención estatal aumentada en estos temas.

A medida que «trae de vuelta al Estado», ¿Qué tipo de relación entre el Estado y el capital establece la Bidenomics? Yo describo esta relación como «reducción del riesgo», aunque no es un término que yo haya creado, sino uno que ha sido utilizado, especialmente por la financiación privada para conceptualizar el papel del Estado en movilizar capital privado para la transición energética en el sur global: cambiar los perfiles de riesgo-recompensa para hacer las inversiones más atractivas para la financiación privada.

Para ponerlo en palabras de la administración Biden, se trata de «atraer» la inversión privada. La lógica básica del enfoque es sobornar al capital privado para que cumpla con ciertas prioridades políticas que de otro modo se considerarían inalcanzables. Está limitado por el hecho de que aún vivimos bajo una arquitectura de formulación de políticas macroeconómicas que pone a los bancos centrales independientes al mando y subordina la política fiscal a la prioridad de atacar la inflación.

En mi opinión, la reducción del riesgo es un lente conceptual para pensar en la relación entre el Estado y el capital privado que se crea a través del retorno del Estado en la política climática. Este enfoque de desactivación del riesgo es un guión inadecuado para la transición climática, y no logrará la transformación estructural necesaria para alinearse con los objetivos de París.

Zanahorias y garrotes

DD: En lugar de sobornar al capital, tú argumentas en cambio a favor de la formación de un «gran Estado verde» ¿Qué es eso? ¿Y qué herramientas utilizaría un gran Estado verde para disciplinar al capital?

DG: El soborno está en el centro de la reducción del riesgo en el sentido en que el Estado absorbe algunos riesgos de inversiones privadas para hacer ciertas prioridades de política pública invertibles, mejorando la señal de precios o el perfil de riesgo-recompensa de esos proyectos prioritarios a través de medidas fiscales, monetarias o regulatorias.

Con la reducción del riesgo, debido a que la lógica es de alianzas para la invertibilidad, el Estado no puede disciplinar al capital privado hacia prioridades estratégicas cuando las condiciones del mercado cambian o cuando cambian las condiciones de rentabilidad, lo que es precisamente lo que puede hacer un “gran Estado verde”. Puede alejarse de la lógica de la señal del mercado al imponer controles más cercanos sobre el ritmo y la naturaleza de la inversión privada o simplemente a través de la propiedad pública. Otra cosa que puede hacer el gran Estado verde es cambiar la relación entre las instituciones de formulación de políticas macroeconómicas, promoviendo una coordinación más estrecha entre, por ejemplo, el banco central y el ministerio de finanzas para apoyar un enfoque más disciplinado de la política industrial.

DD: Ted y Tim, ¿algunas de las zanahorias o incentivos que Daniela caracteriza parecen ser en realidad garrotes o no?

TF:  Hay varios ángulos desde los cuales podemos abordar este tema. Uno es preguntarse qué objetivos progresistas fueron codificados en la IRA que de hecho podrían no seguir la lógica de la reducción del riesgo que Daniela articula. Otro ángulo es considerar las cosas que se están haciendo a través de la regulación, o que podrían hacerse a través de la regulación, pero que están fuera de esta pieza legislativa en particular. Otro ángulo es considerar partes de la agenda que sí codificaron una lógica de disciplina pero que no llegaron a la legislación final: por ejemplo, el programa de pagos de energía limpia, que básicamente mandaba la completa descarbonización del sector energético en Estados Unidos, y que no fue aprobado.

dd: Debido al equilibrio de fuerzas políticas.

TF: Sí. También podríamos considerar cómo esta lógica de reducción del riesgo podría ser defendible desde un punto de vista progresista. Por ejemplo, existe una teoría real que postula que se podría obtener mucho más impacto fiscal a través del uso del código tributario que permitiera una cantidad mucho mayor de gasto en materia de clima de lo que normalmente permitiría la Oficina de Presupuesto del Congreso. Estos créditos fiscales sin límite son lo que Tim ha llamado «Bottomless Mimosas». Pero, en última instancia, deberíamos discutir si estos movimientos afectan al equilibrio de fuerzas políticas, el cual es, al nivel más básico, la razón de por qué obtenemos la realidad que tenemos.  

Obviamente, hay una inmensa verdad en lo que está diciendo Daniela. La idea central detrás de la legislación es redirigir, ya sea empujando o persuadiendo, el flujo de inversión privada hacia propósitos sociales o políticamente útiles. La gente es muy explícita en el sentido de que esperan que, en última instancia, la cantidad de inversión privada sea mucho mayor que la inversión pública. No creo que la situación sea tan extrema como algunas de las que se ven en discusiones sobre cómo hacer que la inversión verde fluya hacia el Sur global, donde las proporciones («de miles de millones a billones») son astronómicas. Pero la lógica subyacente es la misma.

TS: En cuanto al equilibrio de fuerzas políticas, recordemos que el paquete legislativo de la Bidenomics tuvo que abrirse paso a través del Congreso, donde estaba limitado por tres fuerzas principales. Una era los halcones del déficit: aquellos que no quieren que el gasto sea mayor que los ingresos y quieren que cada dólar de gasto esté respaldado por un dólar recaudado a través de una tributación políticamente costosa. Este grupo incluye figuras como la Secretaria del Tesoro Janet Yellen, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el propio Biden.

El segundo grupo eran los halcones de China en el Congreso y la administración, quienes tomaron el relevo de la administración Trump y promovieron una agenda muy agresiva centrada en la contención de China. Insistieron en la relocalización de la fabricación de chips y paneles solares, se mostraron cautelosos con los minerales críticos y aumentaron el presupuesto del Pentágono para librar una guerra en dos frentes contra Rusia y China. 

El tercer grupo son los capitalistas fósiles, o halcones fósiles, cuya influencia ha crecido enormemente en los últimos diez o quince años. Bajo el mandato de Obama, el Congreso apoyó firmemente el auge del esquisto en los Apalaches y la Cuenca Pérmica con subsidios y aprobaciones de oleoductos y terminales. Para 2015, Estados Unidos se había convertido en el mayor productor de petróleo y gas del mundo. Para 2021-2022, cuando se estaban negociando estos proyectos de ley, estos halcones fósiles en el Congreso exigieron un aumento en la perforación y ninguna restricción sobre el capital fósil.

Dg: La Ley CHIPS de Estados Unidos se basa en modelos previos de política industrial exitosa, particularmente en Asia Oriental. Específicamente, ordena a instituciones estatales comparativas cuyo propósito es supervisar y disciplinar al capital para cumplir con las prioridades estratégicas. ¿Por qué fue posible para Estados Unidos construir tales instituciones comparativas en la Ley CHIPS pero no en la IRA? ¿Es porque el poder del capital fósil opera de manera diferente en estos espacios diferentes? Tal vez CHIPS no tenga el mismo tipo de preocupación política por el capital fósil que tiene la IRA.

Dd: Y también quizás la motivación positiva del conflicto geoeconómico y geopolítico con China, lo que, lamentablemente, parece ser el tipo de motivación que puede superar casi cualquier obstáculo en la política estadounidense.

Tf: Una dinámica interesante es que CHIPS activó ansiedades sobre la concentración corporativa en la izquierda de una manera más intensa que la IRA. Mientras que la IRA ofrecía oportunidades para obtener ganancias a lo largo de un horizonte de diez o veinte años, CHIPS prometía canalizar miles de millones de dólares directamente a cuatro o cinco empresas que ya tenían una gran participación en el mercado dentro de sus respectivos sectores. El Caucus Progresista en el Congreso expresó públicamente su preocupación. Por ejemplo, la prohibición de recompra de acciones en CHIPS, que en realidad no está en la legislación en sí, sino en una reglamentación posterior que emprendió el Departamento de Comercio, fue algo por lo que luchó explícitamente el Caucus Progresista. Si bien todos estábamos absolutamente a favor de las inversiones en ciencia y tecnología, y entendíamos la necesidad de resiliencia y cadenas de suministro, no queríamos que esto se convirtiera en un ejercicio masivo de asistencia corporativa.

TS: ¿Son estos subsidios asistencia corporativa? No me convence la dicotomía entre CHIPS e IRA. Para empezar, ¿qué entendemos por garrote?

Ciertamente, la IRA no tiene muchas penalizaciones reales, pero sí hay dos importantes. En primer lugar, es un proyecto de ley fiscal, porque los halcones del déficit insistieron en que se convirtiera en un proyecto de ley fiscal que se pagara a sí mismo. ¿Cómo se calculará el gasto de la IRA? Bueno, la Oficina de Presupuesto del Congreso va a evaluar el proyecto de ley, determinando cuánto gasto ha ocurrido a través de créditos fiscales, y exigiendo que se igualen con «generadores de ingresos», es decir, impuestos.

La administración Biden, desde el principio en marzo de 2021, cuando se presentaron el Plan de Empleos Estadounidenses y el Plan Familiar Estadounidense, también introdujo toda una serie de medidas destinadas a recaudar $4.5 billones a través de impuestos. Básicamente eso implicaba revertir los recortes de impuestos de la era Trump a las empresas Fortune 500 e instalar un nuevo impuesto a aquellos que ganan más de $400,000. Recuerda que Biden prometió no aumentar los impuestos a nadie que gane menos de esa cantidad. Pero durante las negociaciones, las fuerzas corporativas básicamente dijeron: «Al diablo, no nos vas a gravar impuestos», y así los $4.5 billones se redujeron a $2.5 billones, finalmente a $1.75 billones en el proyecto de ley de la Cámara. El proyecto de ley final sigue siendo un proyecto de ley fiscal, pero es mucho más pequeño. Establece un mínimo alternativo corporativo del 15 por ciento, que generará $200 mil millones de impuestos. Eso es una penalización para las corporaciones que evitan impuestos, y le da al IRS más dinero para perseguir a los evasores de impuestos. Y hay un impuesto del 1 por ciento sobre recompras de acciones incluido en la IRA.

Dg: Pero esto no es una penalización. No es un garrote que asegure que las empresas que reciben subsidios estén persiguiendo los objetivos de política industrial del gobierno. Si acaso, es lo contrario.

Ts: Sí, es un impuesto general sobre el capital y no una penalización específica para las empresas que obtienen subsidios. Mi punto es que el IRS, que está bajo amenaza, pero parcialmente reconstruido bajo la administración Biden, es la agencia a través de la cual se está canalizando gran parte de la estrategia industrial de EE. UU. El Departamento del Tesoro, que está interpretando al Congreso y redactando reglas, necesita contratar suficiente personal para monitorear estos créditos fiscales ilimitados y evitar que esas “bottomless mimosas” se conviertan en champán para los ricos o en lodo de carbono. Sin una ejecución sólida, las empresas de lavado verde podrían presentarse en la puerta del Tesoro con proyectos lavados de verde, lo que convertiría los programas de la IRA en una forma de asistencia corporativa.

DG: Me preocupa cuando se le dice a los progresistas que celebren una situación en la que el resultado distributivo favorece al capital. La idea de que tus oficiales fiscales van a estar a cargo de la política industrial verde es un pensamiento ilusorio. No confundamos ese estado de cosas con una política industrial verde exitosa, y mucho menos con resultados distributivos progresistas.

No sé cuándo un funcionario fiscal del IRS va a decirle a Ford o a Tesla: «Sus vehículos eléctricos son cada vez más grandes y están utilizando cada vez más recursos». Lo que necesitamos en su lugar son regulaciones para automóviles eléctricos más pequeños y legislación para apoyar el transporte público eléctrico. Debemos ser críticos y cuidadosos a medida que dejamos atrás el statu quo que estaba en contra de cualquier tipo de política climática progresista, y nos adentramos en un enfoque de «bottomless mimosas», que incluso algunos sindicatos en Estados Unidos están cuestionando por no estar tanto a favor de crear empleos calificados. Hay motivos para el escepticismo.

Trabajo

dd: Parece que un punto básico de debate aquí no es tanto si esta nueva política industrial está plagada de las contradicciones del capitalismo neoliberal, que todos aceptan, sino más bien si nos está señalando alguna dirección prometedora y nueva. 

tf:  La IRA disciplina al capital fósil en el sentido de que incluye un cargo por metano que fue ferozmente combatido por la industria de los combustibles fósiles. Si los progresistas no pudieron obtener garrotes directos, entonces presionamos por incentivos para fomentar un buen comportamiento y es por eso que gran parte del movimiento laboral estaba genuinamente entusiasmado con la IRA. Consideremos el crédito fiscal básico de energía limpia, que incentivará la energía eólica, solar, geotérmica, y así sucesivamente. Mientras que el crédito base que recibes por instalar tales instalaciones de generación es del 6 por ciento, eso aumenta al 30 por ciento si pagas el salario prevaleciente para la construcción, que es una diferencia del 24 por ciento. Esto no garantiza la organización sindical, ni mucho menos, pero nivelaría significativamente el campo de juego entre la mano de obra no sindicalizada y sindicalizada. 

Hay muchas disposiciones que alientan a los inversores privados a cumplir con ciertas prioridades. Existe una disposición para comunidades energéticas que otorga un crédito fiscal adicional por ubicar la generación en lugares que dependían en gran medida de la economía de los combustibles fósiles o que sufrieron los impactos de la extracción. Esto equivale a un incremento del veinte por ciento para fomentar la inversión en comunidades de bajos ingresos. Otra disposición llamada pago directo, que los progresistas cuentan acertadamente como una gran victoria, significa que entidades públicas y sin fines de lucro pueden recibir por primera vez créditos fiscales como un pago en efectivo directo, incluso si no tienen responsabilidad fiscal. Como resultado, los gobiernos municipales, por ejemplo, pueden participar en el juego de la energía limpia de una manera de la que estaban estructuralmente excluidos antes, lo que crea la oportunidad para la propiedad pública. 

DD: Esto fue crucial para la viabilidad de la recientemente aprobada Ley de Construcción de Renovables Públicas de Nueva York.

tf: Absolutamente. Ayudó a mover la oposición arraigada de la Autoridad de Energía de Nueva York y el gobernador del estado de Nueva York hacia una apertura básica porque, gracias al pago directo, pudieron aprovechar una gran cantidad de financiamiento federal directo para construir renovables ellos mismos.

Hubo algunos objetivos progresistas importantes que se plantearon en los debates iniciales sobre cómo estructurar la política industrial para la industria automotriz. Una competencia de propiedad pública para las compañías de automóviles privadas nunca estuvo en la mesa, pero todos estuvieron de acuerdo en que un componente clave de la descarbonización de la economía era la descarbonización de los automóviles y encontrar el camino más alto hacia adelante.

Inicialmente, el proyecto de ley implicaba un impulso sindical en el crédito fiscal para vehículos eléctricos (EV): $4,000 adicionales al crédito EV general de $7,500 si se fabricaba en una instalación sindicalizada. Esto estaba destinado a ser un bono explícito para el sector automotriz sindicalizado en el medio oeste del norte. Y una desventaja para los fabricantes de automóviles extranjeros y estadounidenses no sindicalizados que producen principalmente en Estados con leyes de “derecho al trabajo” en el sur. El impulso sindical fue ferozmente combatido por la UE, así como por Canadá y México. Y fue opuesto por Joe Manchin, quien anticipó la producción extranjera no sindicalizada de vehículos eléctricos llegando a Virginia Occidental. Al final, se redujo. Lo que surgió de esa lucha fueron algunos elementos progresistas de Manchin: un límite de ingresos que impide que los hogares ricos que ganan más de $300,000 dólares obtengan el crédito fiscal para vehículos eléctricos, y un incentivo de $4,000 para automóviles usados.
Pero hubo deficiencias significativas que a la administración no le gustaron, y que los sindicatos automotrices como la UAW (United Auto Workers) han estado justamente molestos. Las estructuras en el crédito fiscal de energía limpia no existen en los créditos fiscales de manufactura, hay poco en la ley sobre los créditos fiscales de manufactura o en los préstamos del Departamento de Energía a los fabricantes de automóviles que fomenten el salario prevaleciente o cualquier estándar laboral.

DD: Es una situación de pantalla dividida con el trabajo y la IRA y la ley de infraestructura porque, por un lado, tienes esta recien gran victoria de los trabajadores del acero en la fábrica de autobuses eléctricos Blue Bird en Georgia, que se sindicalizó gracias a la regla de la EPA para su programa de autobuses escolares limpios, que establece que los beneficiarios de fondos deben aceptar la neutralidad sindical y prohíbe el uso de fondos federales para actividades antisindicales, algo que los trabajadores del acero utilizaron a su favor para lograr una victoria muy notable en el sur.

Por otro lado, la UAW acaba de publicar un comunicado de la nueva dirección militante de su sindicato, atacando este plan de prestar $9 mil millones a Ford para construir tres plantas de baterías sin condiciones laborales adjuntas. Es parte de esta preocupación más general de la UAW de que el cambio a vehículos eléctricos acelerará, en lugar de revertir, el declive de la densidad sindical en la fabricación de automóviles.

¿Qué tipo de terreno ha creado Bidenomics para el trabajo?

DG: Un crédito fiscal del 24 por ciento es mucho más que el 6 por ciento, y por lo tanto, el argumento de Ted suena convincente. Una de las dificultades con la administración Biden es que es como una cebolla con una capa exterior de política progresista pero con un núcleo interno duro de política de distribución pro-capitalista.

Quiero ver los datos sobre hasta qué punto las inversiones privadas anunciadas en la IRA están realmente utilizando el crédito fiscal del 24 por ciento. ¿Es el soborno al capital privado la única forma posible de mejor condiciones de trabajo? Tengo algunas dudas al respecto. Pero también sé, estando en Europa, que nuestros sindicatos estaban mirando con envidia el proceso de la administración Biden de trabajar con los sindicatos y decían «en Europa, nadie nos involucra en la misma medida».

Por un lado, se puede ver el vaso medio lleno y decir «esto es lo mejor que pudimos hacer», pero si se ve al vaso medio vacío, al final, este proceso deja en manos del capital privado la medida en que se adoptarán las normas laborales. El “gran Estado verde” podría decirle a una empresa: «debe tener este nivel de salarios si no quiere estar sujeto a disposiciones muy estrictas para la descarbonización».

DD: Añadiría a eso que si el vaso está medio lleno o medio vacío probablemente depende de desde qué rincón del movimiento laboral estás mirando ese vaso. Los oficios de la construcción han salido bien, mientras que, desde el lado de la manufactura, la UAW tiene mucho menos influencia proporcionada por la IRA para sindicalizar a los trabajadores de la manufactura una vez que se construyen las instalaciones.

TF: Creo que la pregunta sobre el terreno de la lucha laboral después del paquete legislativo de Bidenomics es interesante. Ha habido episodios sobre el Acta de Protección del Derecho a Organizarse (PRO act) que habría aumentado sustancialmente las multas a los empleadores y habría hecho ilegales las prácticas antisindicales. Pero no pudimos ganarlo. Los votos no estaban ahí para forzar su aprobación en reconciliación, a pesar de que el 90 por ciento de la bancada demócrata lo apoyaba.

La IRA codifica absolutamente el proteccionismo en forma de disposiciones de minerales críticos para baterías y requisitos de ensamblaje final. Esto crea un incentivo realmente significativo para ubicar la producción de todos los aspectos de la cadena de suministro automotriz en Estados Unidos. o en América del Norte. Estos elementos han sido motivo de una inmensa controversia entre Estados Unidos y sus socios comerciales. Entonces, en la medida en que hayas atrapado al capital privado en Estados Unidos podrías decir que ayudará a la densidad sindical en el sector automotriz al reducir la amenaza de la deslocalización, que ha rondado gran parte del sindicalismo automotriz durante los últimos cincuenta años. No solo la deslocalización en el extranjero, sino también el movimiento aún más importante de la producción de estados sindicales a estados no sindicales.

Por otro lado, la ausencia de las disposiciones del tipo del “gran Estado verde” de las que hablaba Daniela significa que hasta ahora esta inversión está ocurriendo en Estados de derecho al trabajo. Georgia probablemente ha sido el más sofisticado y agresivo en su política de atraer esas inversiones con subsidios, una estrategia clásica de desarrollo económico sureño. Estos Estados son los más militantes antisindicales y lucharán contra cualquier disposición de la UAW u otros sindicatos industriales con todas las herramientas a su disposición.

Sin embargo, me resulta difícil ver cómo está en una posición peor el trabajo dentro del sector automotriz después de la IRA que antes. Entiendo completamente las críticas de Shawn Fain a la administración Biden por un préstamo de $9 mil millones a Ford que tiene muy pocas restricciones y la retención de su respaldo. Probablemente así es como se desarrollarán estas luchas. La UAW tiene que idear una estrategia para entrar y organizar a esos trabajadores y encontrarán, creo, siempre y cuando tengan a la administración Biden, una Junta Nacional de Relaciones Laborales solidaria que esté dispuesta a ir tras las empresas por prácticas laborales injustas.

TS:  La administración Biden dice que utilizará su discreción en la concesión de subvenciones para fomentar estándares laborales más altos. Pero no están haciendo mucho esfuerzo. Como informó Lee Harris en “American Prospect”, los trabajos en la industria solar actualmente son bastante malos. Los trabajadores son contratados principalmente a través de contratistas de personal temporal, la inseguridad, el acoso y el abuso son habituales. Otro ejemplo es la multinacional TSMC (Empresa taiwanesa pionera en el mundo en la producción de semiconductores) uno de los grandes beneficiarios de los $52 mil millones de la ley CHIPS, que se negó a firmar un acuerdo laboral con los sindicatos locales y empleó principalmente mano de obra no sindicalizada. ¿Puede el Departamento de Comercio realmente jugar duro cuando Estados Unidos necesita a TSMC más de lo que esta empresa necesita a Estados Unidos?

DG: Esa postura antisindical de la reducción del riesgo no es exclusiva de Estados Unidos. El capital privado europeo también ha luchado mucho en su país de origen para asegurarse de minimizar cualquier disposición progresista del retorno del Estado a la política industrial o climática.

Creo que hay un ángulo geopolítico aquí, ¿por qué los europeos activaron todas sus preocupaciones cuando Estados Unidos comenzó a hacer a gran escala la reducción del riesgo de la transición climática, pero no cuando China lo hizo? China ha estado haciendo esto durante mucho más tiempo. Y en muchos aspectos, los europeos estaban mucho más dispuestos a crear mercados para la fabricación de paneles solares chinos que para crear mercados para la fabricación de paneles solares o automóviles estadounidenses. Tiene que ver con tensiones geopolíticas dentro de la alianza Unión Europea-Estados Unidos.

Política

DD: Creo que todo esto realmente nos lleva a la verdadera teoría de la política detrás de la IRA y de la Bidenomics en general. La Bidenomics reconoce históricamente que el New Deal creó una base material para un electorado político masivo para la política de coalición del New Deal, principalmente a través de la sindicalización y el trabajo ganando esta participación históricamente alta del ingreso nacional. Reconoce que el neoliberalismo, al que la administración Biden se refiere de manera bastante consistente con la frase «economía de derrame», fue geográficamente desigual, creó una distribución extremadamente desigual del ingreso y que esto creó la base material para un populismo reaccionario.

¿Están creando las inversiones de Bidenomics una nueva base material para la política democrática liberal?

DG: De la discusión que hemos tenido hasta ahora, mi conclusión es que, al igual que el neoliberalismo, la Bidenomics presenta a los trabajadores la misma opción: o están excluidos o son explotados. Entonces, no me parece que realmente amplifique o cree un terreno para una reorganización radical. Como europea que vive en el Reino Unido y que nació en otro país donde el Estado jugaba un papel mucho más importante en la provisión de bienes públicos, es difícil para mí imaginar, como trabajador estadounidense, cuánto cambio veré en mi vida diaria con la Bidenomics. La preocupación es terminar con trabajos peores y que muchos de los recursos fiscales vayan a parar a las ganancias del capital privado, y terminar con la misma financiación de los bienes públicos que hemos tenido hasta ahora. Entonces, ¿qué estamos realmente obteniendo? No pretendo tener una respuesta, pero no creo que la respuesta sea «todo será mejor».

TS: La idea de la Bidenomics no fue solo aumentar la densidad sindical mediante un impulso legislativo, sino también mejorar estructuralmente las condiciones de negociación para el trabajo mediante una política macroeconómica de pleno empleo. Biden, en un discurso presupuestario en 2021, dijo: «en lugar de que los trabajadores compitan entre sí por trabajos escasos, queremos que los empleadores compitan entre sí para atraer trabajadores con ganancias más altas.” Es un empuje consciente para aumentar el empleo y reducir el ejército de reserva laboral. 

La política de pleno empleo se complementó fiscalmente con la generosa ayuda al desempleo del Plan de Rescate Estadounidense de $400 dólares por semana por trabajador desempleado, lo que permitió a las personas abandonar trabajos malos y pasar a empleos de mayor productividad y calidad. Por lo tanto, estructuralmente, el trabajo está en una posición de negociación mucho mejor con algunas de las tasas de desempleo más bajas en cincuenta años.

TF: Hay un par de teorías distintas de la política que se escuchan articuladas y no estoy seguro de a cuál se suscriben las personas de Biden. Una teoría es la del «entreguismo» de las mayorías del Partido Demócrata: al entregar inversiones y empleos, la gente obtiene mejoras en sus vidas y vota a tu favor. Otra teoría es lo opuesto a eso, que es sobre «asegurar» la política, pero no necesariamente enfocarse en los resultados electorales. Esa teoría dice que, independientemente de si los votantes republicanos continúan votando por republicanos, el flujo de beneficios e inversiones en esos distritos hará incómodo para los funcionarios republicanos el intento de eliminar la política. Por eso, las personas asociadas a Biden celebran las grandes inversiones en distritos rojos que no tienen esperanzas de cambiar.

Luego está una teoría más amplia aquí que va al punto central de Daniela sobre la reducción de riesgos, que es que la izquierda siempre consideró que asegurar la política climática requeriría la construcción de un sector capital verde, que sería capaz de ejercer poder político, al menos parcialmente, para contrarrestar el poder del capital fósil dentro de la economía política de Estados Unidos. Esto requerirá que los beneficiarios de la política climática existan, como lo hace, por ejemplo, la política de defensa, en cada distrito congresional del país.

DD: Soy escéptico de que una nueva base material para una nueva mayoría demócrata se construya a través de la inversión. Consideremos el New Deal, donde el crecimiento económico objetivo o los salarios en aumento no construyeron esa coalición, sino más bien los sindicatos, organizaciones intermedias que ayudan a las personas a entender colectivamente la situación económica.

DG: Soy aún más escéptico de la teoría de que se pueda construir capital verde, especialmente en estados republicanos, para crear un bloqueo político. La experiencia de España en los años 2000 al desajustar las industrias solares con tarifas de alimentación proporciona evidencia en contra de ese argumento. Las promesas para la inversión privada eran tan atractivas que España se encontró con una expansión desordenada del capital solar verde. Cuando el ciclo político cambió y las condiciones macrofinancieras cambiaron, un nuevo gobierno detuvo esas promesas, lo que provocó un severo colapso. Y la experiencia que hemos tenido en Europa de usar este tipo de enfoques de desajuste para construir capital solar privado es que puede toparse muy rápidamente con restricciones fiscales.

Capital fósil

DD: Seguimos tocando el tema del capital fósil y la implementación de energía verde, que es solo la mitad de la transición energética, también debemos simplemente dejar de quemar combustibles fósiles lo antes posible. Pero la administración de Biden, incluyendo a través del IRA, ha aumentado, en muchos casos, la producción de combustibles fósiles. ¿Cuáles son las herramientas de Bidenomics, si las hay, para poner fin a la producción de combustibles fósiles?

DG:

En Europa, desde alrededor de 2017, la estrategia fue combinar explícitamente las promesas para actividades sostenibles con penalizaciones al capital fósil, particularmente a través del Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra. El enfoque reconoció que no podemos descansar en la lógica de reducción del riesgo que simplemente espera a que los procesos del mercado eliminen los combustibles fósiles. Esto fue bastante revolucionario para los bancos centrales que generalmente no quieren intervenir o no quieren ser vistos interviniendo en la asignación de capital.
Los bancos centrales diseñaron marcos de «taxonomía sostenible» para penalizar el capital sucio. Y el Banco Central Europeo dijo que el clima está dentro de nuestro mandato de estabilidad de precios, porque la crisis climática puede tener aspectos de estabilidad financiera, y también porque el sector financiero puede amplificar la crisis climática al prestar a los combustibles fósiles. La lógica del enfoque era que si una entidad financiera tiene bonos de combustibles fósiles en su cartera, el banco central penalizará la tenencia de estos bonos, aumentando el precio de su crédito, y eliminando así los subsidios al capital carbono.

DD: ¿Cómo interrumpió la Bidenomics esa tendencia en la formulación de políticas europeas?

DG: Las promesas de la Bidenomics dieron más impulso a los grupos de presión que se oponen a la penalización basada en la regulación en Europa porque cada empresa que estaba siendo penalizada decía que se mudaría a Estados Unidos. Se volvió mucho más difícil políticamente seguir adelante con el marco de descarbonización mucho más sólido de Europa que penaliza al capital privado.

TS: Los combustibles fósiles continúan recibiendo la mayor parte de los subsidios gubernamentales. Los combustibles fósiles son extremadamente costosos no solo para el planeta, sino también para los gobiernos en términos fiscales. Los gobiernos europeos realizaron una gran cantidad de gasto deficitario después de que comenzara la guerra en Ucrania, para poner dinero en los bolsillos de las empresas y en los bolsillos de las personas para amortiguar sus facturas de energía. ¡Los investigadores estiman que se otorgaron más de 800 mil millones de euros en subsidios al capital fósil en solo un año calendario desde la guerra en Ucrania! Compare esa cifra de 800 mil millones de euros con el gasto verde del Congreso del IRA, que asciende a, según la CBO, aproximadamente $40 mil millones al año.

DD:  Melanie Brusseler escribe: «la propiedad privada de activos y la coordinación del mercado no pueden realizar la danza sincronizada de inversión y desinversión, ni soportar el costo de mantener una capacidad excedente… un auge en proyectos renovables privados no orquestará por sí solo una construcción planificada». ¿Por qué es importante la propiedad pública para lograr la descarbonización?

TF:  La parte del IRA que puede contribuir a la propiedad pública son las disposiciones de pago directo de las que hablamos anteriormente, de las que muchos funcionarios locales y estatales en todo el país están aprovechando. Ese es uno de los terrenos de lucha más emocionantes posteriores al IRA: construir esas instituciones y esa capacidad para aumentar el papel de la propiedad pública.

Pero eso solo no nos moverá lo suficientemente rápido. Están los objetivos de París, y está la realidad de la aceleración de la crisis climática. Sin una hoja de balance pública más grande y agresiva, no vamos a abordar cosas como la exposición a inundaciones de tantas comunidades, el impacto de esto a los mercados de seguros, y las consecuencias para los precios de las viviendas, mucho menos vamos a poder desmantelar gradualmente la infraestructura fósil que tenemos en este país y en todo el mundo.

Sin una propiedad pública más asertiva y un Estado verde grande con medidas fuertes existe un verdadero temor de que el público termine absorbiendo los costos de la crisis climática a medida que las empresas entran en bancarrota, los propietarios pierden sus camisas y el sector público recoge el desastre de la peor manera de desajuste: la socialización de todas las pérdidas. Tenemos que encontrar formas de incorporar al sector público de manera más proactiva, de una manera que cueste menos y sea más equitativa, y menos reactiva.

DG:

 Un informe reciente de Common Wealth presenta un caso persuasivo incluso para los halcones fiscales de que la propiedad pública, particularmente del sector energético, es más barata que el desajuste de renovables privadas. También está el caso de descarbonización ordenada a largo plazo, no solo para la propiedad pública, sino para un cambio total en el régimen macrofinanciero actual. No creo que la propiedad pública sea suficiente, aunque sea necesaria, también necesitamos un cambio en la forma en que pensamos la hoja de balance del Estado en la crisis climática. En este momento tenemos una expansión desordenada en capital verde y fósil. Debemos recordar que necesitamos reducir ciertos sectores. El Estado, por necesidad, deberá tener una hoja de balance mucho más grande de lo que tiene en este momento. Y para eso necesitará un banco central que funcione con una lógica de coordinación muy diferente con el Estado para apoyar a un Estado verde grande.

Lo que no hemos logrado suficientemente es construir la capacidad institucional del Estado para disciplinar al capital privado en estrategias climáticas. En mi reporte que informa mis argumentos sobre Bidenomics, escribo sobre el uso del desajuste monetario por parte de los bancos centrales para intervenir en los mercados de bonos gubernamentales, que en este momento básicamente preserva su estabilidad para las finanzas privadas.

Nueva Guerra Fría

DD: Hablemos en detalle sobre China y lo que muchos llaman una «nueva Guerra Fría». La Bidenomics busca negar cierta tecnología avanzada de semiconductores a China, excluir componentes de origen chino y minerales críticos de las cadenas de suministro, y más en general, frenar el desarrollo económico y militar de China. Jake Sillivan, en un discurso muy comentado del «nuevo consenso de Washington» describió este nuevo enfoque como una ruptura con las suposiciones optimistas de un orden global basado en reglas.

Pero el verdadero problema de Estados Unidos con China no es el antiliberalismo: Arabia Saudita e Israel no molestan a Estados Unidos. ¿Cuándo se convirtió en una norma bipartidista percibir el ascenso de China como una amenaza casi existencial para Estados Unidos? Y por último, ¿qué tipo de Estado es China? ¿Es un Estado de reducción del riesgo, un Estado verde grande o algo completamente diferente?

Tf: Lo primero que hay que tener en cuenta es que hay un elemento muy significativo de autocrítica entre la élite política estadounidense cuando se trata de cómo hablan sobre China. Hubo un optimismo, una teoría popular de «convergencia», en torno a la integración de China en el orden económico mundial, especialmente después de su entrada en la OMC en 2001. Esa teoría decía que a medida que China se liberalizara económicamente, su sistema político también se liberalizaría (Jake Werner y Toby Chow, por ejemplo, argumentan que esto realmente estaba sucediendo durante un período de tiempo en los años 2000 y principios de los 2010).

China se volvió mucho más geopolítica y militarmente asertiva después de la crisis de 2008. Mientras que Estados Unidos quedó paralizado por el colapso del mercado de la vivienda, China llevó a cabo un programa de estímulo y construcción masiva de alcance mundial. La inversión del Estado chino básicamente sostuvo toda la economía mundial durante aproximadamente una década. Algunas personas ven esto como el momento en que Xi Jinping consolidó el poder dentro del sistema político chino y comenzó a redactar una política económica mucho más estatista, con casos documentados de coerción económica. Hay una percepción en toda la élite política estadounidense para 2018 de que China había cambiado: cambiaron de posición, de ver a China como un socio benigno a una amenaza activa.

La autocrítica luego se desarrolla en dos niveles. En primer lugar, en el nivel económico, no se puede subestimar la importancia que ha tenido la literatura sobre el shock de China en los responsables de políticas; citan los artículos de David Autor por su nombre, lo que de otra manera sería inaudito. De particular impacto ha sido el trabajo de los economistas que documentaron cómo la apertura económica a China, a partir de 2001, llevó a la devastación de la manufactura estadounidense. En un documento publicado después de las elecciones de 2016, mostraron que los condados y áreas estadísticas metropolitanas que habían visto la mayor penetración de importaciones desde China fueron los que se volcaron hacia los republicanos. La apertura a China parecía haber tenido consecuencias económicas domésticas más significativas de lo que nadie había anticipado en los años 90 y principios de los 2000.

En segundo lugar, a nivel climático, para 2021, los responsables de políticas en Estados Unidos se habían dado cuenta de que China era absolutamente dominante en sectores clave de fabricación verde, donde anteriormente se creía que China se enfocaba principalmente en «cosas de ensamblaje de bajo nivel», mientras que todo lo de vanguardia, de alto valor agregado, aún estaba ubicado en el Norte global. Pero de repente, tuvieron que admitir que China controla el 90 por ciento del mercado de paneles solares, controla minerales críticos, domina la cadena de suministro de baterías, y así sucesivamente. A medida que quedó claro que era necesaria una transición energética, que, de una forma o otra, iba a haber una sustitución masiva de máquinas en todo el mundo, los responsables de políticas empezaron a temer que China iba a dominar esas industrias, que preferirían que estuvieran ubicadas en Estados Unidos, y produciendo para los mercados nacionales, pero también compitiendo con China en lo que anticipan que serán los prósperos mercados de exportación del futuro.

Por último, hay conflictos de interés genuinos entre Estados Unidos y China cuando se mira a Taiwán, y las preguntas de seguridad más amplias de Asia Oriental y las alianzas militares.

DG: Europa enfrentó la misma preocupación por más tiempo. En la década de 2000, las industrias solares en Alemania y España se vieron afectadas significativamente por la capacidad del Estado chino para escalar la fabricación de tecnología limpia. La respuesta solía ser: «No importa, porque queremos que el mercado funcione». Había un fuerte compromiso ideológico con la globalización. Si observamos los intentos recientes de emular la Bidenomics en Estados Unidos, ha habido un cambio. Hay una comprensión de que los mercados solían funcionar bien, pero la masiva política industrial china ha distorsionado las señales del mercado en tecnología limpia. Ahora están buscando hacer las distorsiones ellos mismos.

Por el momento, creo que hay una combinación del Estado verde grande y de reducción del riesgo en China. El Estado chino y el mercado interno permiten la escalabilidad, y se pueden hacer muchas cosas que no son posibles en países más pequeños. Es importante recordar que esto no es solo una historia de Estados, sino también de globalización financiera. Hay muchas empresas europeas en China, no simplemente surge en la escena internacional para amenazar la hegemonía estadounidense de manera aislada. Se obtuvieron ganancias significativas al ubicarse en China durante mucho tiempo; las corporaciones europeas y estadounidenses defendieron ese arreglo, pero ahora no lo pueden hacer por razones políticas.

DD: ¿Qué deberíamos hacer con el papel desempeñado por esta Nueva Guerra Fría para motivar la política industrial verde de Estados Unidos? ¿Qué representa esta nueva política industrial dada la seria amenaza de escalada? ¿Qué podría ser un arreglo geoeconómico y geopolítico estable con China?

TF: Es inquietante, y debería preocuparnos profundamente. Existe una tendencia entre algunas fuerzas progresistas a querer ver este aspecto geopolítico como secundario a la política industrial, pero no estoy seguro de que eso sea cierto precisamente porque el cambio en las actitudes de la élite política estadounidense hacia China es una de las condiciones previas para todo lo que hemos visto. Debemos mantenernos centrados en estas dinámicas, en cómo las herramientas de política industrial podrían desplegarse para aumentar las tensiones geopolíticas y militares. Debemos oponernos a los movimientos de escalada, de manera enérgica y decidida. Y creo que es importante oponerse a las prohibiciones de exportación de semiconductores, que no son una parte indispensable del paquete general y en las cuales ninguna de las fuerzas que se unieron para aprobar la legislación necesariamente estuvo de acuerdo. Se presta menos atención a estas dinámicas que, por ejemplo, a la cuestión de cómo se manifestó el poder global de Estados Unidos en la década de 2000.

En mi opinión, debemos empezar a hablar intencionalmente sobre «la construcción del orden»: las instituciones de relaciones internacionales, seguridad y cooperación, especialmente en torno al desarrollo y las finanzas. Esto incluye la idea de que no se puede imaginar un orden político o económico mundial o un orden de seguridad sin un papel significativo para China. La convivencia debe ser el nombre del juego. Tenemos que trabajar para desarrollar estos marcos institucionales con la convicción básica de que la guerra sería un punto final absolutamente apocalíptico, y que debemos hacer todo lo que esté en nuestro poder humano para evitarlo.

Ts:

La teoría de la élite política estadounidense sobre cómo contener a China se basa en dos premisas. La primera es que la tecnología impulsa el crecimiento económico de China, y la segunda es que China no sabe cómo crear nueva tecnología innovadora; sólo puede copiar, adquirir o robar. Siguiendo estas premisas, la contención de China está tomando la forma de impedir el acceso a la tecnología de alta gama. Esto es lo que Jake Sullivan quiere decir cuando habla de «construir altos muros alrededor de un patio estrecho» de inteligencia artificial, biotecnología, tecnología verde, y así sucesivamente.

No estoy tan seguro de que la nueva tecnología sea el motor detrás del crecimiento económico chino. El crecimiento chino ha sido impulsado en gran medida por la inversión doméstica en las tecnologías de la segunda revolución industrial, junto con un gigantesco auge inmobiliario y un auge logístico que creó un vasto mercado interno.

En cuanto a la innovación, el Estado chino ha estado invirtiendo fuertemente en I+D durante al menos diez a quince años, decenas de miles de ingenieros, científicos y médicos chinos se han formado en los MIT y Stanford del mundo. Están tan cerca de la frontera tecnológica en muchos sectores, si no más adelante, que Estados Unidos. Por lo tanto, incluso si uno cree que es necesario contener a China, no está claro para mí que el desacoplamiento tecnológico pueda tener éxito en sus propios términos. Obviamente, también hay un riesgo masivo de backlash: podría alejar a los aliados estadounidenses, frenar la innovación, frenar las inversiones climáticas, aumentar los precios de los bienes y provocar inflación doméstica.

dg: También quiero considerar la posibilidad de que China sea una especie de hombre de paja, o un útil caballo de Troya que proporcione una salida a esta crisis de acumulación de capital. Dicho de otra manera, la amenaza china, que es real en el sentido de que desafía la hegemonía estadounidense, ofrece una narrativa política que permite la reimaginación del papel del Estado, que ahora puede involucrarse en la política climática. Incluso en países como Estados Unidos se puede construir una infraestructura o una arquitectura de desajuste que, a medida que crece, puede crear ganancias y oportunidades para el capital privado. Necesitas un hombre de paja, un adversario para que estas fuerzas políticas se unan. Pero a nuestro planeta no le importa el conflicto entre China y Estados Unidos.

dD: La crisis climática es de alcance global. ¿Apuntan el IRA y la Bidenomics hacia algún tipo de enfoque más internacionalista para combatir el cambio climático?

ts: El IRA no tiene disposiciones explícitas para los países en desarrollo. No hay transferencia de dólares de los contribuyentes estadounidenses ni dinero barato. Más bien, la administración Biden argumenta que cualquier cosa que Estados Unidos haga para acelerar la producción de bienes verdes conducirá a una caída en los precios, lo que permitirá exportaciones más baratas a los países en desarrollo. Esa teoría entonces requiere una agenda política de transferencia de tecnología verde libre de propiedad intelectual a los países en desarrollo que la administración actualmente no está persiguiendo.

El problema más amplio es que los países en desarrollo tienen un espacio fiscal mucho más estrecho y bases impositivas mucho más pequeñas para otorgar subsidios fiscales. Su espacio fiscal está muy limitado por las crisis de deuda en dólares y tasas de interés estructuralmente más altas. Para una transición energética global exitosa, el FMI y el Banco Mundial tendrían que ser reformados para hacer que el costo del financiamiento fuera más barato y no vigilar su relación deuda-PIB. Pero esa no ha sido la agenda internacional de Biden.

DD: Si no se les proporciona al Sur global una vía económicamente viable para desarrollarse de manera verde, ¿por qué dejarían de quemar carbón?

Dg: La retórica progresista de la administración Biden está en su momento más frágil cuando se trata del «Nuevo Consenso de Washington» para países del Sur global, detrás del cual el Consenso de Wall Street está muy integrado. El paradigma de desarrollo del desajuste recomienda que los países del Sur global necesitan mezclar un poco de dinero público con mucho financiamiento privado para poner en marcha la inversión en la transición energética y los bienes públicos. Una gran ironía que veo es que Estados Unidos está protestando por el hecho de que los países consumen tecnología limpia y renovable barata de China, pero luego se da vuelta y dice, ah, el Sur global debería estar feliz de que el IRA de Estados Unidos va a reducir el costo de las importaciones de tecnología limpia.

La administración Biden no está apoyando una participación obligatoria de los acreedores privados en países del Sur global endeudados, o abogando por más subvenciones o más financiamiento concesional para bienes públicos, o apoyando transferencias de tecnología, lo último de lo cual China sí está haciendo. Por ejemplo, una empresa estatal ugandesa está produciendo autobuses eléctricos para el transporte público con tecnología China. Así es como se ve la transferencia de tecnología en un marco renovado y posneoliberal. Tal acuerdo no existe en el Bidenomics. En cambio, Estados Unidos y Europa están cantando la misma partitura: si se quiere política industrial verde, se va a hacer a través de la reducción del riesgo, lo que luego presiona a los países del Sur global para que entreguen más y más las riendas fiscales y regulatorias al capital privado para, por ejemplo, hacer que el hidrógeno verde sea competitivo. 

Tf: En la medida en que las cosas pueden cambiar, me parece probable que sean impulsadas por desarrollos geopolíticos, mucho más que por cualquier iluminación por parte del gobierno estadounidense o el aparato financiero. Algunos paquetes negociados, como en el caso de Indonesia, han involucrado aspectos de transferencia de tecnología, pero es coaccionado. Estados Unidos está haciendo concesiones porque busca la alineación de estados estratégicamente posicionados. Es probable que veamos más de estos gradientes geopolíticos en acuerdos relacionados con el desarrollo y la financiación internacionales, con Estados aprovechando sus posiciones relativas. La espada de doble filo es que esto está alimentando dinámicas peligrosas de escalada.

Esta entrevista fue traducida del inglés para PW por Aminta Zea.

The Polycrisis es una publicación enfocada en cuestiones macroeconómicas, de seguridad energética y geopolítica.

9 de noviembre de 2022

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